Arte gótico: Lamentación por Cristo Muerto

Por Susana Gómez Nuño

El arte gótico fue la continuación del románico y aunque poseía características distintivas propias, tenía su misma ideología cristiana. Aun así, aparecen ciertas innovaciones técnicas en arquitectura, en las artes figurativas, la pintura y la escultura, que dotarán de mayor realismo al arte gótico, cuyo cometido no solo consistía en servir a Dios, sino que además debía representarlo.

Los artistas góticos buscaban reproducir la sabiduría y grandeza de Dios a través de la belleza, con lo que no dudaban en alterar la figura, si era necesario, para que esta alcanzara una hermosura perfecta, lo cual no dejaba de ser una deformación, al igual que ocurría en el arte románico y en el bizantino. Esto provocó que las figuras góticas adquirieran un carácter más ascético, esbelto y grácil, reflejando con ello, ese realismo acotado por la espiritualidad, tan característico de la ideología medieval.

En el arte gótico se hace hincapié en la humanidad de Dios, diferenciándose así, de la Majestad y el poder de Dios expresados en el románico. Las figuras pierden su majestuosidad, su hieratismo y se humanizan, expresando dolor y sufrimiento, a veces, incluso, de forma exagerada.

El sentimiento religioso pierde su factor emocional y se expresa de forma moderada, se pierde el simbolismo y la didáctica del románico. Ahora la finalidad es humanizar lo divino.

También hay una reconciliación con lo real que surge de la observación de la realidad física y de los modelos clásicos, y que sustituye al irrealismo románico. Las figuras pierden la rigidez característica anterior y los rasgos se dulcifican. Esta serenidad clásica propia de los inicios del gótico se trocó en un sentimentalismo y cierto patetismo, propiciando la aparición de nuevos recursos expresivos. Hacia finales de esta época las figuras perdieron esbeltez y recuperaron actitudes mucho más naturales.

En el Trecento, el arte gótico adquiere influencia italiana, sobre todo la proveniente de Siena. Además el racionalismo característico de este período se traduce, en la pintura, en la aparición de nuevos elementos y la desaparición de otros. Por ejemplo, el sentimiento religioso pierde su factor emocional y se expresa de forma moderada, se pierde el simbolismo y la didáctica del románico. Ahora la finalidad es humanizar lo divino, consiguiéndose así un arte equilibrado y fiel a la naturaleza.

Las tres aportaciones más destacables en el Trecento fueron: la humanización de imágenes, las narraciones religiosas, convertidas en historias reales, y la aparición de imágenes vinculadas emocionalmente con el público. Finalmente, ya en el ocaso del Quattrocento el naturalismo habrá conquistado definitivamente las artes pictóricas.

Pietà, detalle, 1360-1369, Giottino. Florencia, Galería Uffizi.

Así pues, en el inicio de la época medieval, el arte bizantino vendría marcado por las normas dictadas por la iglesia y por imágenes codificadas, bien por símbolos o bien por su posición en los espacios de las iglesias; posteriormente, el arte románico vendría cargado de simbología, y a finales del Medievo, el arte gótico se centraría en el realismo, aunque, en esta ocasión, no sería como el del arte clásico, sino que fusionaría lo real con lo espiritual, expresando así sentimientos y humanizando imágenes.

La principal diferencia entre el arte medieval y el arte clásico fueron sus ideales. Así como el arte clásico se centraba en el hombre y la naturaleza, el objetivo del arte medieval era el hombre y Dios, la naturaleza y el alma, lo transitorio y lo transcendental. De forma tal que se llegaron a cambiar las proporciones reales de la naturaleza para sustituirlas por otras más acordes a las ideas prevalecientes en ese momento. Este rasgo distintivo del arte clásico, que es el realismo centrado en el hombre, es algo que se pierde en el arte medieval y es, también, la principal diferencia entre este último y el primero.

Es curioso comprobar como al inicio del Medievo se deja de lado el realismo y el naturalismo de la época anterior para, posteriormente, a finales del gótico, volver a retomarlos con intensidad y, como hemos comentado antes, con la particularidad de incluir el factor espiritual.

Lamentación por Cristo Muerto (1305-1306) Giotto di Bondone. Pintura al fresco 200×185. Capilla Scrovegni. Padua. Italia.

Un ejemplo de pintura gótica que llama especialmente la atención es Lamentación por Cristo Muertode Giotto. Esta pintura nos muestra el momento posterior al Descendimiento de Cristo de la Cruz y encontramos a varios personajes: su madre, que le sostiene en brazos con gesto de dolor, San Juan, frente a Cristo, le extiende los brazos con gran aflicción, María Magdalena, consternada, está a sus pies. A la derecha, Nicodemo y José de Arimatea observan la escena. En el cielo, los ángeles representados con formas y sentimientos humanos, demuestran su desconsuelo a través de sus rostros desesperados y sus inquietos movimientos.

El autor, Giotto, fue un pionero plasmando en sus cuadros la naturalidad y el realismo que marcarían el periodo gótico. El paisaje de la pintura, al fondo, empieza a adquirir cierta perspectiva, pero lo más representativo es la manifestación directa de los sentimientos. Las figuras poseen una gran expresividad y cada una de ellas refleja el dolor de la pérdida, dejando atrás la solemnidad característica de los iconos medievales.

Es perceptible el sentimentalismo que reflejan las figuras de este cuadro, alcanzando una intensidad y un dramatismo, ciertamente alejados del convencionalismo, la solemnidad y el hieratismo de los estilos anteriores. Giotto consigue humanizar lo divino. Por otra parte, el uso de brillantes colores, en este caso, herencia del estilo bizantino, junto a los efectos lumínicos y cromáticos, dan volumen y un efecto tridimensional al conjunto, dejando atrás las figuras planas.

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