El arte medieval se inicia en el siglo V y finaliza en el siglo XV y abarca los diversos movimientos artísticos que refleja la sociedad de esa época. Destaca el arte bizantino que comprende el período del siglo V al XIV, donde confluyen un cúmulo de estilos (griego, helenístico, romano y oriental), el arte románico, que surge entre los siglos XI y XII, y se extiende por todos los territorios de la antigua Romania. Y, posteriormente, surge en el siglo XII y XIII, el arte gótico.
Características del arte y la estética medieval
A medida que nos adentramos en la época medieval, el artista va ganado relevancia en la sociedad, pasando del anonimato y el nulo reconocimiento social en la Alta Edad Media para acabar alcanzando cierto prestigio social y preparación intelectual a finales de la Baja Edad Media.
La religión es el eje central de la sociedad medieval y en el arte se hace patente la supremacía de Dios sobre el hombre. En cierta forma podríamos considerar que es una manera para que el orden establecido sea acatado por la sociedad, haciéndole llegar a esta, mediante el arte, un mensaje: todos deberán rendir cuentas de sus actos ante el Creador y asumir las consecuencias.
La originalidad de la estética medieval no radica en los elementos religiosos ni en su carácter teológico, puesto que no se ocupaba únicamente de la belleza de Dios. La particularidad viene dada por ser una religión distinta, el cristianismo, el cual tenía sus dogmas e imponía una estética determinada.
De esta forma la estética medieval se centró en Dios como fuente de belleza y se le asignó al arte una finalidad moral, a pesar de los recelos que provocaba esto, ya que se creía que un excesivo interés por lo terrenal pudiera inducir al pecado y perjudicar los valores morales. Así pues, la estética medieval se ocupó de las cuestiones psicológicas mediante el simbolismo e incluso el romanticismo.
Arte Bizantino
El arte Bizantino se considera, en sus inicios, como una continuación del arte paleocristiano oriental. Los artistas de ese período no disponían de libertad y debían ceñirse a los cánones establecidos por la iglesia, la cual imponía sus pensamientos e ideales. El arte de esa época tenía un carácter marcadamente impersonal y tradicional, asimismo, si el artista se atrevía a innovar corría el riego de ser acusado de herejía.
Los temas iconográficos relativos a la vida, pasión y muerte de Cristo, y la vida de la Virgen María son representativos del arte bizantino. El tema principal era la déesis, así como vírgenes con el niño de frente. Posteriormente se inicia un período de decadencia caracterizado por las hostilidades entre los iconódulos y los iconoclastas de forma que, finalmente, se prohibió el arte en la iglesia oriental durante un corto período de tiempo.
Más adelante, en el siglo XIII, se consolidan los aspectos del arte bizantino: las figuras poseen cierta rigidez y monotonía pero simbólicamente son muy expresivas, poseen proporciones alargadas y están algo deshumanizadas. Los personajes más repetidos son Cristo con la barba partida, la Virgen y la Déesis (Pantocrátor). A finales de este período, la iconografía amplía temática con figuras de santos, evangelios y tiene cierto influjo italiano. Hay una mayor libertad para los artistas, los cuales empiezan a dejarse llevar por sus gustos y preferencias.
Pantocrátor bizantino: Mosaico de la Déesis
Este mosaico se encuentra en la Basílica de Santa Sofía, en Estambul, Turquía –la antigua Constantinopla– y está fechado en 1280. Este tipo de mosaicos se colocaban en las paredes interiores de los templos y eran de tono dorado para que la luz se reflejara en ellos, consiguiéndose así un sutil ambiente sobrenatural. Las artes figurativas bizantinas dejan de lado el concepto realista y naturalista, propios del arte romano, y se centran en el simbolismo y la expresividad, adaptando las proporciones a los marcos donde se sitúan las obras, tal y como ocurrirá en el arte románico.
La iconografía bizantina suele representar figuras rígidas, hieráticas y simétricas. En el mosaico completo podemos observar las figuras de la Virgen María y Juan el Bautista que parecen adorar a Cristo Pantocrátor o modelo de Cristo en Majestad, representado con la mano derecha en actitud de bendecir y con la izquierda sosteniendo las Sagradas Escrituras, en el día del juicio final. El autor de esta obra, desconocido, logró unos muy buenos efectos de cromatismo y profundidad.
Las características más notorias del Pantocrátor de este mosaico son la rigidez y la severidad de los rasgos, lo que transmite solemnidad y eternidad. A pesar del gesto misericordioso de la bendición, el rostro del Pantocrátor impone respeto y temor. La aureola que rodea su cabeza contiene una cruz, símbolo de la pasión de Cristo.
El Pantocrátor bizantino llevaba siempre una túnica púrpura con una franja central de color dorado, colores que simbolizaban la realeza divina de Cristo, y un manto azul que le cubre, color que simboliza su naturaleza humana y su misericordia. La figura del Pantocrátor será recurrente e irá adquiriendo fuerza a lo largo de la Edad Media.
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