Apaga la cámara

La creciente demanda de hardware especializado para el procesamiento de datos en inteligencia artificial ha llevado a un aumento exponencial en la producción de dispositivos electrónicos. La fabricación de estos componentes requiere una cantidad significativa de recursos naturales y energía. 

Por Mari Ángeles Castellanos | 9/12/2023

La revolución tecnológica que ha llevado a la incorporación generalizada de la inteligencia artificial (IA) en diversas áreas de la vida puede generar cambios significativos en términos de eficiencia, productividad  o de comodidad. Sin embargo, este avance no está exento de consecuencias negativas, y uno de los aspectos críticos es la contaminación ambiental que proviene del desarrollo, la puesta en marcha y el uso continuo de la IA.

La contaminación relacionada con la inteligencia artificial y con la digitalización en general se manifiesta de diversas maneras, desde la producción de hardware hasta la gestión de datos y el consumo de energía pero su aparente limpieza, el hecho de que no se vean los espacios físicos en los que se almacenan los datos o los consumos de energía que estos lugares necesitan, hace que la percepción de esta contaminación sea menor.

La creciente demanda de hardware especializado para el procesamiento de datos en inteligencia artificial ha llevado a un aumento exponencial en la producción de dispositivos electrónicos. La fabricación de estos componentes requiere una cantidad significativa de recursos naturales y energía. Además, el ciclo de vida útil de muchos de estos dispositivos es relativamente corto debido a la rápida obsolescencia tecnológica, lo que contribuye al crecimiento de los residuos electrónicos.

La OMS señaló que la basura de aparatos electrónicos es el desecho doméstico que crece más rápidamente en el planeta, además muchos de estos desechos acaban en los países de rentas más bajas y según la propia OMS unos 12,9 millones de mujeres trabajan en el sector informal de desechos, exponiendo su salud y la de sus hijos, que pueden nacer dañados por los productos tóxicos.

Las evidencias han mostrado que los métodos informales de eliminación de materiales de los desechos tienen una variedad de efectos en la salud, especialmente en la salud infantil.

La OMS explicó que el reciclaje de desechos electrónicos afecta particularmente a quienes se encuentran en etapas vitales de desarrollo físico y neurológico, por lo que los niños, los adolescentes y las mujeres embarazadas los más vulnerables.

La extracción de minerales para la fabricación de componentes electrónicos también tiene consecuencias ambientales considerables, ya que puede dar lugar a la degradación del suelo, la contaminación del agua y la destrucción de hábitats naturales. La gestión adecuada de los residuos electrónicos se ha convertido en un desafío global, ya que muchas de las sustancias tóxicas presentes en estos dispositivos pueden filtrarse al medio ambiente si no se manejan adecuadamente.

Otro punto relevante es el consumo de energía, la ejecución de algoritmos de inteligencia artificial, especialmente aquellos relacionados con el aprendizaje profundo y el procesamiento de grandes conjuntos de datos, requiere una cantidad significativa de energía. Los centros de datos que alojan los servidores utilizados para el entrenamiento y la inferencia de modelos de IA consumen enormes cantidades de electricidad. Este consumo masivo de energía no solo contribuye a la huella de carbono, sino que también agota los recursos naturales utilizados para la generación de energía.

La mayoría de la electricidad utilizada en centros de datos proviene de fuentes no renovables, como el carbón y el gas natural, lo que intensifica el impacto ambiental de la inteligencia artificial. A medida que la demanda de servicios de IA continúa creciendo, es necesario abordar la eficiencia energética y fomentar la transición hacia fuentes de energía más sostenibles.

La IA utiliza grandes cantidades de datos para entrenar modelos y mejorar su rendimiento. La recopilación, almacenamiento y procesamiento de estos datos además de plantear dudas sobre la privacidad, también generan un impacto ambiental significativo. Los centros de datos necesarios para almacenar y gestionar enormes cantidades de información generan calor, lo que a su vez requiere sistemas de refrigeración intensivos que consumen más energía.

Además, la transferencia de datos a través de redes globales también tiene impacto ambiental, ya que implica la operación constante de infraestructuras de red que consumen energía. La utilización de técnicas de compresión de datos y la optimización de la eficiencia en la gestión de datos son pasos esenciales para mitigar este aspecto de la contaminación relacionada con la inteligencia artificial y también con cualquier comunicación digital.

La agencia SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas) publicó el artículoAsí contaminamos con internet sin salir de casa”  en el que nos invita a hacernos estas preguntas:

¿Cuántos emails enviaste el año pasado? ¿Cuántas películas o series viste en Netflix, Filmin o HBO? Mejor aún, ¿cuántas videollamadas hiciste mientras teletrabajabas o en tu tiempo libre? Quizá no lo recuerdes, pero tu respuesta refleja cuánto contaminaste. Sí, sin salir de casa.

En este artículo se aportan datos de consumos y uno de los elementos analizados son las videollamadas, una hora de videollamada puede consumir entre 2 y 12 litros de agua y también apunta que mantener la cámara apagada durante la videollamada puede reducir las huellas medioambientales en un 96%.

Al final del artículo enumeran gestos a favor del medioambiente, cuestiones fáciles como cerrar las pestañas que no estés utilizando en tu navegador, reducir el tamaño de los archivos que envías por correo o desinstalar las aplicaciones que no uses.

Para abordar la contaminación ambiental generada por la digitalización, además de cuestiones individuales como las que apuntaban en este artículo, es esencial que desarrolladores, empresas y responsables de políticas trabajen de forma coordinada para aplicar soluciones sostenibles.

Algunas de estas medidas pueden ser, desarrollar hardware más eficiente desde el punto de vista energético y duradero, avanzar en el tipo de energía que usan los centros de datos o los servidores de forma que se reduzca la huella de carbono, mejorar la eficiencia de los algoritmos para reducir los tiempos y la energía que necesitan, mejorar la gestión de datos frente a la acumulación masiva de los mismos y sobre todo concienciar y educar, la sociedad y quienes toman las decisiones han de ser conscientes del impacto medioambiental de todas las actividades cotidianas, también acciones aparentemente tan inocuas como enviar un meme o un correo electrónico innecesario.

A medida que la digitalización y la inteligencia artificial continúan desempeñando un papel destacado en nuestras vidas, es necesario abordar los problemas ambientales que surgen de su desarrollo y uso. La adopción de enfoques sostenibles en la fabricación de hardware, la gestión de datos y la generación de energía puede mitigar significativamente la contaminación relacionada con los procesos digitales. La colaboración global entre la industria, los gobiernos y la sociedad es esencial para garantizar que la digitalización avance de manera ética y sostenible.

Antes de enviar un correo que no aporta nada, una foto o un vídeo piensa en el impacto medioambiental que eso tiene y en la próxima videoconferencia, si no es necesario tener encendida tu cámara, apágala.

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