Por su implicación política, las mujeres experimentaron unas prácticas represivas muy semejantes a las de los hombres: fueron fusiladas, torturadas o encarceladas, perdieron sus trabajos y sus ahorros, etc. A mayores, el régimen entendía que por haber roto los roles de género era necesario aplicar sobre ellas un tipo de castigo especial que corrigiera este tipo de conductas disidentes
Por Sol Gómez Arteaga
Desde el año 2020, Ana Cristina Rodriguez Guerra, ejerce como Personal Investigador en Formación en el Área de Historia Contemporánea de la Universidad de León. En la actualidad, se encuentra cursando el último año de su tesis doctoral, titulada «Mecanismos de exacción económica en la provincia de León durante la Guerra Civil y los primeros años del Franquismo (1936 – 1951)».
Durante los últimos años de su carrera ha publicado varios artículos en torno al estudio de la represión franquista, centrándose especialmente en la dimensión económica de dichas prácticas. Y ha participado en varios congresos donde ha ido dando a conocer los resultados de sus investigaciones.
Forma parte del equipo de investigación Historia y Memoria Contemporánea (HISMECON), del equipo de investigación consolidado Temas Históricos (INDETEHI) y del Instituto de Humanismo de la Universidad de León. Asimismo, ha participado en la organización de las tres últimas ediciones del Congreso Internacional de Jóvenes Investigadores «Mundo Hispánico: cultura, arte y sociedad» y del XI Encuentro de Investigaciones del Franquismo.
¿Cómo surge tu interés por la historia en general y por conocer y difundir aspectos de la historia más reciente y traumática de nuestro país?
Mi interés por la Historia empezó con 15-16 años. En ese momento estudiaba en el IES Pablo Díez de Boñar y cursaba cuarto de la ESO. Por primera vez tenía una asignatura de Historia como tal y, además, era Historia Contemporánea. Y la verdad es que me encantó. En esos momentos ya más o menos tenía claro que mis estudios superiores irían por la rama de las Humanidades y ese curso me lo confirmó. Al año siguiente empecé a estudiar en el IES Legio VII y tuve la grandísima suerte de que se me cruzó en el camino Secundino Serrano. Él, su forma de explicar la Historia y su trayectoria profesional fueron claves para que me interesara por la Historia. Pero lo que sin duda condicionó mi inclinación e interés por la Historia Contemporánea y, concretamente, por temas represivos fue sin duda Javier Rodríguez. Su generosidad a la hora de invertir tiempo para formarnos, la divulgación que hace y su compromiso, ayudan a que seamos muchos los que nos interesemos por estudios relacionados con la Guerra Civil, la Dictadura Franquista, la Transición, etc.
Yo no vengo de una familia de represaliados y este tipo de temas no estaban presentes en mi infancia/adolescencia. No era de un tema del que yo hablara en casa. No por nada en particular, sino porque a mi familia y a mí nos era un tema completamente ajeno. Ni siquiera soy consciente del momento de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica o de la exhumación que realizó en mi pueblo (Boñar) la Agrupación Pozo Grajero en el año 2003. Asimismo, mi acercamiento en el campo educativo fue nulo porque llegué a tener profesores que se negaban a explicar la Guerra Civil porque lo consideraban un tema político y ellos de política no hablaban en clase (terrible) o lo planteaban en términos de equidistancia (todos igual de culpables, todos igual de víctimas). Con lo cual, cuando leí por primera vez El corazón helado de Almudena Grandes con 16 años, no entendí absolutamente nada. Y sé que en ese momento busqué alguna cosa sobre el tema, pero no llegué a ninguna conclusión clara porque no encontré el material bibliográfico adecuado. No fue hasta que conocí a Javier Rodríguez y sus cursos de verano en Cistierna cuando mi percepción sobre el tema cambió radicalmente. Por primera vez escuchaba a historiadores hablar de desaparecidos, de la Ley de Amnistía de 1977, de “sublevados” y no de nacionales, etc. Y fue quizás por la rabia y la impotencia que me daba esa manipulación que había en los libros de texto y en los medios de comunicación por lo que me empecé a interesar por temas de represión. Primero, como estudiante de Historia, y, más adelante, como investigadora en ciernes.
Estudias la represión franquista en el nordeste de la provincia de León, en concreto en el partido judicial de la Vecilla (1936-1948), lugar donde naciste, ¿consideras que lo que pasó en la Vecilla es un microcosmos que reproduce lo que pasó en otros lugares de España? Háblanos de dicho estudio.
Yo no elegí este tema de investigación, sino que él me eligió a mí. Cuando empecé el Máster «Cultura y Pensamiento Europeo: Tradición y Pervivencia” hablé con mi director, Javier Rodríguez, el tema del TFM para poder hacer una investigación con tiempo y que se convirtiera en el primer paso de mi carrera como investigadora. En un primer momento planteamos un marco geográfico que sería más o menos la montaña central, pero era un límite un tanto ambiguo y difuso. Sin embargo, un día, mientras consultaba los fondos documentales del Archivo Histórico, descubrí un pequeño librito hecho por el Juzgado de Primera Instancia del Partido Judicial de La Vecilla en el que se recogían los nombres de todos los encausados por la Comisión Provincial de Incautación de Bienes de León entre 1937 y 1939. Me llamó mucho la atención porque era un volumen de represaliados importante, por lo que decidí concretar más el marco geográfico de trabajo y ver qué pasaba en esa demarcación jurídica para entender esos niveles de represión.
Y la verdad es que fue la mejor decisión que pude tomar porque, en un espacio relativamente pequeño, tenemos una reproducción de lo que sucedió en el resto de España. Es decir, la articulación de fuerzas y apoyos sociales permitió que el partido judicial quedara dividido en dos retaguardias. Por un lado, los municipios de Vegaquemada, la Ercina, Santa Colomba de Curueño, La Vecilla, Matallana de Torío, La Robla y Boñar en los que triunfó la sublevación militar durante las primeras de la semana; y Rodiezmo (actual Villamanín), La Pola de Gordón, Cármenes, Vegacervera, Valdeteja, Valdepiélago y Valdelugueros que permanecieron en manos republicanas hasta la caída del Frente Norte o Frente de los Puertos (21 de octubre de 1937). Esta circunstancia permite ver dos realidades: la de las zonas donde la represión triunfó en los primeros días sin apenas oponer resistencia; y las zonas más politizadas, donde el movimiento obrero tenía un peso fundamental y que, por lo tanto, se opusieron al avance sublevado.
En la primera de esas zonas, detectamos asesinatos sin ningún tipo de juicio previo, desde el mismo día 20 de julio, momento en el que se produce la sublevación en la provincia de León. Desde el minuto uno, las tropas sublevadas se lanzaron a acabar con todas aquellas personas que se oponían a sus principios ideológicos. Esto afectó principalmente a líderes políticos y sindicales locales, a maestros, a mujeres que rompieron con los moldes de género, a obreros politizados, etc. Esto supuso que aquellas personas que desarrollaron toda una serie de derechos recogidos en la Constitución de 1931 e incentivados por las autoridades republicanas, como la incorporación de las mujeres a la vida pública y política o la lucha sindical, de repente, se convirtieron en algo ilegal que podía suponer a los afectados la pérdida de la libertad, el patrimonio, su puesto de trabajo y, en el peor de los casos, la vida. Durante los primeros meses de la Guerra, los registros civiles se llenan de actas de defunción de personas que fueron asesinadas en diferentes parajes de la montaña leonesa. Posteriormente, se fueron imponiendo los juicios militares que se complementaron con otro tipo de prácticas represivas, como las depuraciones laborales, la represión económica o la represión sexuada. En total, durante mi investigación, conseguí elaborar un listado de 1.400 represaliados por el régimen franquista en el antiguo partido judicial de La Vecilla. Sin embargo, soy plenamente consciente de que esa cifra es mínima y que podrían llegar, perfectamente a los 2.000. Esto se debe a que no todas las prácticas represivas fueron registradas en la documentación y a que buena parte de los fondos documentales relacionados con la represión han sido destruidos o no están accesibles para todo el mundo, precisamente con la intención de ocultar esas prácticas represivas.
Experta en la represión económica y la incautación de bienes durante la guerra, cuéntanos cómo afectó ésta al bando republicano. ¿En qué consistieron, por otro lado, las llamadas suscripciones patrióticas?
La represión económica es un término que hace referencia a una serie de prácticas que tienen una doble finalidad: una finalidad punitiva y una finalidad recaudatoria. Dentro de las prácticas que podemos calificar como represión económica, encontramos, por ejemplo, las incautaciones de bienes que consistían en unos procedimientos plagados de arbitrariedades y errores que dejaban a las personas sometidas en los expedientes de incautación de bienes completamente desprotegidas, siendo penalizadas en varias ocasiones por acusaciones tales como estar afiliado a partidos políticos y sindicatos de izquierda, haber formado parte de una mesa electoral durante las elecciones del 16 de febrero de 1936, haber formado parte de alguna de las candidaturas del Frente Popular, haber pasado la Guerra Civil en calidad de refugiados en la retaguardia republicana, etc. Tanto la Comisión Provincial de Incautación de Bienes de León como el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Valladolid, que fueron las instituciones encargadas de las incautaciones de bienes contra los represaliados leoneses, impusieron además sanciones económicas que implicaron la pérdida total o parcial de los bienes por parte de los encausados. Asimismo, las sanciones económicas no solo afectaron a los encausados, sino que se hicieron extensibles a sus familiares, especialmente a sus compañeras y a sus criaturas. De tal manera que, además de sufrir el impacto de la represión física (asesinato o encarcelamiento de uno o varios de los miembros de la unidad familiar) además vieron cómo su patrimonio, sus negocios y sus ahorros iban a parar a manos de terceros que aprovecharon la coyuntura represiva para enriquecerse.
Otra de las prácticas represivas que pueden ser catalogadas como represión económica son las suscripciones. Son como una especie de recurso fiscal de carácter excepcional orientado a la obtención de los recursos necesarios para sostener el esfuerzo bélico. Esta medida, que en teoría era completamente voluntaria, pronto se convirtió en obligatoria desde un punto de vista práctico, de tal manera que terminó siendo una especie de impuesto y, en algunos casos, una extorsión económica. A las amenazas que emitieron las autoridades sublevadas a través de la prensa y de los boletines oficiales provinciales, se sumaron las acciones directas de Falange y la publicación de listados de suscriptores con sus correspondientes aportaciones, lo que permitía señalar públicamente a los buenos y a los malos patriotas. Asimismo, si estas presiones no eran suficientes, las autoridades franquistas siempre podían recurrir a cualquiera de las prácticas represivas para castigar a los que no contribuían a la causa o que no contribuían lo suficiente.
La legislación encargada de la regulación de las suscripciones patrióticas siempre presentó estas aportaciones como algo totalmente voluntario. Sin embargo, esto no fue así para las mujeres. Desde un primer momento se habilitaron talleres para que estas recogieran los materiales necesarios para coser prendas para enviar a los frentes. En el mes de septiembre de 1936 esta tarea se convirtió en algo obligatorio para mujeres de 14 años en adelante; y desde el mes de octubre, también se hizo extensible a las niñas menores de 14 años. Esto implicaba que las mujeres y niñas de la provincia de León eran obligadas a «donar» su tiempo (incluido el tiempo de estudio y formación) y su fuerza de trabajo a la causa sublevada.
Perteneces, dentro de la Universidad de León, al equipo de investigación acerca de historia y memoria contemporánea conocido con el acrónimo de HISMECON. ¿Qué actividades lleváis a cabo? Háblanos de las intervenciones arqueológicas que venís desarrollando.
El grupo de investigación consolidado «Temas Históricos/ Historia y Memoria Contemporánea» (INDETEHI/ HISMECON) fue creado en el año 2023. Es fruto de la fusión entre el grupo de investigación INDETEHI formado por varios profesores titulares del Departamento de Historia de la Universidad de León en el año 2017; y el equipo de investigación HISMECON, formado en el año 2018 por varios profesores del área de Historia Contemporánea y de Biblioteconomía y Documentación también de la Universidad de León.
El actual grupo de investigación INDETEHI/ HISMECON tenemos varias líneas de investigación. Por un lado, hemos desarrollado varios proyectos relacionados con el inventariado y la protección del patrimonio bélico que aún conservamos en la provincia. Empezamos en el año 2018 con pequeños proyectos concedidos por la Junta de Castilla y León para recoger las posiciones de la zona de Babia y actualmente acabamos de culminar nuestro proyecto más ambicioso: la elaboración de un inventario de todo el patrimonio bélico de Castilla y León (León, Palencia, Burgos, Ávila y Segovia). Estos proyectos nos han permitido profundizar en el conocimiento del patrimonio bélico que formó parte del Frente Norte astur-leonés o Frente de los Puertos, dándonos la oportunidad de especializarnos y de poder realizar varias intervenciones arqueológicas sobre algunas de las posiciones registradas para garantizar su preservación y su puesta en valor. Asimismo, el año pasado por estas fechas, ampliamos un poco el marco cronológico sobre el que trabajamos desde un punto de vista arqueológico para hacer una pequeña campaña en las Cuevas de la guerrilla antifranquista de Vozmediano, estudio que, si todo va bien, verá la luz a comienzos de 2024.
Asimismo, INDETEHI/ HISMECON no solo desarrolla trabajos relacionados con la Arqueología y la preservación del patrimonio bélico, sino que también ha obtenido varios proyectos del Ministerio de Presidencia en los últimos años para el desarrollo de los proyectos «Humanizando la Historia. Redes de Represión política, económica y de género en la provincia de León (1936 – 1945). HUMANRedHis» y “El exilio leonés de posguerra”. Con ello pretendemos recopilar toda la información posible de todos los represaliados de la provincia de León, así como de los exiliados para la creación de unas bases de datos. A partir de ellas, pretendemos hacer un análisis no solo de las múltiples facetas que presentó la represión franquista (física, económica, sexuada, laboral), sino también establecer redes entre los represaliados para detectar cómo el sistema represivo afectó a familias completas.
¿Qué papel ocupó en tu opinión la mujer durante la guerra y, más tarde, durante la dictadura? ¿Crees que se hace necesario un reconocimiento de la figura femenina?
Con la llegada de la Segunda República, las mujeres vieron como buena parte de sus derechos eran reconocidos. Por primera vez, podían intervenir en el espacio público y político en igualdad de condiciones, siempre amparadas por el marco constitucional. Pese a los problemas asociados a siglos de misógina, algunas dieron pasos importantes por la igualdad de sexos y su implicación en el desarrollo cotidiano de la vida política. Esto supuso que, una vez que comenzó la Guerra Civil, se lanzaron a la lucha contra el fascismo. Algunas se incorporaron a los frentes, no sin grandes dificultades presentadas por sus compañeros de partido y/o sindicatos; otras, permanecieron en la retaguardia encargadas de tareas relacionadas con los cuidados pero, en otros casos, asumieron papeles destacados en la organización de la retaguardia republicana, ocupando puestos destacados dentro de las organizaciones políticas y en los comités de guerra. Esta situación de las mujeres que quedaron o que se trasladaron a los territorios controlados por la República contrasta con la de las mujeres que permanecieron en la retaguardia sublevada, donde desde el primer momento se impuso un férreo control del comportamiento, fundamentalmente a través de la Iglesia católica.
Por su implicación política, las mujeres experimentaron unas prácticas represivas muy semejantes a las de los hombres: fueron fusiladas, torturadas o encarceladas, perdieron sus trabajos y sus ahorros, etc. A mayores, el régimen entendía que por haber roto los roles de género que circunscribían a las mujeres al ámbito doméstico («el ángel del hogar»), era necesario aplicar sobre ellas un tipo de castigo especial que corrigiera este tipo de conductas disidentes. Por ello, podemos hablar de una represión sexuada que comprende una serie de prácticas enfocadas a esta reeducación, como la violencia sexual, la ingesta de aceite de ricino, las rapaduras de pelo o el robo de bebés. Por ello, algunos autores hablan de una doble represión en el caso de las mujeres: por su compromiso político y por mujeres. Asimismo, ante un padre, un hermano, un hijo o un compañero desaparecido (asesinado, encarcelado, huido o exiliado) las mujeres y sus criaturas terminaban convertidas en responsables subsidiarias, quedando obligadas a pagar por un «delito» que no habían cometido.
Por todo ello, es importante reflexionar sobre la situación de las mujeres en el contexto de la Guerra Civil y la Dictadura. Especialmente porque, desde finales de la década de los noventa que comenzaron a popularizarse este tipo de estudios, muchas veces las mujeres han sido ignoradas por los historiadores o han quedado relegadas a apartados o capítulos como si fueran una minoría cuando, en realidad, somos el 50% de la población. Asimismo, no podemos olvidad que porque fueron, somos.
¿Cómo crees que está siendo tratada la historia más reciente y traumática de nuestro país en los planes educativos actuales? ¿Qué cambios crees que se tendrían que implementar?
No creo que se esté tratando adecuadamente. En primer lugar, en muchas ocasiones no se llega al tema de la Dictadura Franquista porque el profesorado no dispone del tiempo suficiente para llegar a ella. Parece que con la nueva ley educativa este aspecto se ha intentado enmendar, pero veremos si realmente eso tiene un impacto importante. En segundo lugar, tenemos demasiados libros de texto en los que la Guerra Civil aparece ligada necesariamente a la República, pero no a la Dictadura Franquista. Tal y como dice el profesor Ángel Viñas, «República y guerra civil no forma un binomio inextricable, Guerra Civil y dictadura sí». Y, en tercer lugar, esos libros de texto contienen errores terminológicos garrafales, como continuar llamando «nacionales» a los franquistas o manteniendo una equidistancia en el plano de la represión que es insostenible a todas luces.
Afortunadamente, tenemos un profesorado muy profesional que se esfuerzan por hacer las cosas bien y por inculcar al alumnado los valores democráticos a través de la historia reciente. De hecho, estamos empezando a recibir peticiones por parte de profesores de secundaria para que les enseñemos el patrimonio bélico. Asimismo, los profesores de la Universidad de León, Javier Rodríguez y Enrique Javier Díez Gutiérrez han reeditado recientemente unas unidades didácticas que ya habían hecho hace unos años con contenidos sobre la Segunda República, el golpe de Estado, la Guerra Civil y la Dictadura.
Es cierto que hay una clara intencionalidad por ocultar un pasado que todavía nos es incómodo, pero también convendría hacer un pequeño acto de autocrítica por parte de los historiadores. Porque es cierto que nosotros, como investigadores, tenemos que publicar los resultados de nuestros trabajos en revistas académicas o en libros que no terminan de llegar al público generalizado. Quizás deberíamos buscar nuevas formas de dar a conocer nuestro trabajo, sin perder el rigor, por supuesto, pero al mismo tiempo combatiendo el discurso negacionistas y ultraderechista que se está imponiendo en redes sociales y que tiene un calado profundo entre nuestros jóvenes.
Asistimos a un momento en que se pretende silenciar la historia relativa a la guerra, tergiversarla, negar los hechos ocurridos, ¿cómo crees que se pude actuar frente a esto?
Pues no lo sé, la verdad. Hace relativamente poco tuve que tomar la palabra en dos contextos diferentes para aclarar algunas cuestiones relativas a la represión franquista sobre ciertas personas. En un caso, tengo serias dudas de que realmente mi mensaje llegara a buen puerto; en el segundo caso, me dejaron con la palabra en la boca y luego, además, algunas personas me explicaron cosas que yo como mujer (porque sí, me encuentro con mucho sexismo) y como persona joven no sabía (nótese la ironía). El problema de todo esto es el ruido mediático. Ciertos discursos formulados desde instituciones públicas en los que se dicen absolutas barbaridades que, además son mentira; y las constantes injerencias de sectores que poco o nada tienen que ver con la Historia (no olvidemos que el Tribunal Supremo declaró en el año 2019 a Franco como jefe legítimo de Estado desde el 1 de octubre de 1936 con todo lo que ello implica) crean un ruido mediático que impide que se oigan las voces, no solo de los historiados, sino también de los agentes sociales vinculados con la represión (tanto los propios represaliados y sus familiares, como las asociaciones memorialistas). En ese contexto de ruido, nadie está lo suficientemente tranquilo como para poder escuchar cosas incómodas y poder razonar sobre ello.
Asimismo, tenemos, tanto en redes sociales como en Youtube, una serie de persona divulgando un discurso de odio marcado por el antifeminismo, el ataque a los derechos del colectivo LGTBI, la burla a los activistas climáticos y, en el caso español, por el rechazo a todo lo que tiene que ver con la Memoria Democrática. Todo ello limita la acción de los historiadores, que nos vemos constantemente cuestionados con argumentos inconsistentes e infantiles (progres, subvencionados, etc.). Ante esta falta de sentido crítico, lo único que podemos apelar es a la razón y a la divulgación de nuestras investigaciones, asentadas sobre horas y horas de trabajo en archivos.
Sin un reconocimiento de nuestro pasado no hay futuro ni avance ni progreso ¿Qué mensaje les dirían a los jóvenes en materia de memoria?
Que lean, que se formen. Eso no es infalible, pero les abrirá mente y, sobre todo, les permitirá desarrollar un sentido crítico fundamental. La primera sesión que tengo con mi alumnado de Introducción a la Historia (un grupo formado por personas matriculadas en el primer curso de los grados de Geografía y Lengua Española) les animo muchísimo a desarrollar a cuestionarlo absolutamente todo, incluidas a las personas que nos encargamos de su educación, a no quedarse con lo primero que leen sobre un tema. Porque esa es la única manera de alcanzar un verdadero conocimiento.
Asimismo, creo que es responsabilidad de los investigadores y del profesorado de Historia buscar la forma de acercarnos a la juventud. Porque, cuando hablamos de Memoria, estamos hablando también de los valores democráticos y los derechos humanos, dos cuestiones para poder construir una sociedad justa, inclusiva e igualitaria.
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