12 de octubre, nada que celebrar

«Cuando vinieron los misioneros a África tenían la Biblia y nosotros la tierra. Nos dijeron: vamos a rezar. Cerramos los ojos. Cuando los abrimos, teníamos la Biblia y ellos la tierra».

Desmond Tutu

«Tenemos 500 años aquí y nunca nos callaremos, mucho menos ante un monarca.»

Hugo Chávez

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El día 12 de octubre no se conmemora en la fiesta nacional, sino un genocidio. Por desgracia no se ha escogido un 29 de septiembre, ni un 5 de junio para fomentar nuestro orgullo como españoles. Por la contra, señalamos la fecha en la que en 1492 nuestro ejército se desplegó para invadir lo que para ellos suponía simplemente un territorio donde imponer sus costumbres. El imperio español ignoró el desarrollo a través de los siglos de diversos grupos indígenas, cazadores, recolectores y agricultores, así como diferentes civilizaciones que habitaban antes de su llegada aquel nuevo mundo. La imposición religiosa, la esclavitud, el saqueo y la guerra fueron los instrumentos que el imperio español utilizó a la hora de imponer su cultura en el continente americano, un comportamiento bárbaro e inhumano fruto de un etnocentrismo comprensible en el siglo XVI, pero que de ningún modo debería suponer motivo de orgullo o celebración en pleno siglo XXI.

España debe reconocer como fue la conquista de América, abandonar los intentos por glorificar una época en la que nuestros valores no eran los mismos por los que hoy luchamos y en caso de considerarlo necesario, pedir perdón, perdón a los pueblos que sometimos a nuestras armas y a sus herederos indígenas por una actitud que sus empresas desarrollan todavía a día de hoy

La fiesta nacional supone a día de hoy una celebración de tan solo una parte de España, la de la imposición cultural, el ejército, la iglesia y una corona que todavía hoy, como en 1492, reina y gobierna. No de igual forma, ni con la misma intensidad, pero la monarquía y el mensaje tras su poder, todavía sigue presente en España. Un país que celebra su día nacional de espaldas al mundo y a gran parte de sus propios habitantes, que se niega a comprender lo cruel e inhumano de un proceso histórico que rememora un Imperio ya pasado, y una fuerza perdida que a menudo explica el enorme complejo de sociedad en franca decadencia que consigo portan tantas veces los españoles.

Torpedeamos nuestros abundantes méritos centrándonos en viejas conquistas con demasiada sangre presente en las mismas como para lograr ofrecérselas al mundo. Al igual que sucede con la tauromaquia, la clase política española hace uso de un símbolo que nos separa, para intentar representar un sentir común de nuestro país. En un mundo globalizado España debe reconocer como fue la conquista de América, abandonar los intentos por glorificar una época en la que nuestros valores no eran los mismos por los que hoy luchamos y en caso de considerarlo necesario, pedir perdón, perdón a los pueblos que sometimos a nuestras armas y a sus herederos indígenas por una actitud que sus empresas desarrollan todavía a día de hoy arrasando por intereses comerciales la realidad de muchos pueblos para los que la conquista aún no ha cesado. Sí nos empeñamos en conservar a la monarquía, ese debiese ser su primer cometido.

España se empeña cada año en celebrar la imposición por las armas y la decadencia de su cultura, mientras tanto, el Guernica, la Sagrada Familia, o el mismísimo Quijote esperan su oportunidad para mostrarse al mundo en nuestra fiesta nacional. Un país democrático, celebraría su cultura y pediría perdón por su barbarie. España no se merece conmemorar lo peor de sí misma, no nos merecemos una eterna culpabilidad. Para ello resulta necesario cerrar las heridas, comprender finalmente el dolor causado y el sentir de unos pueblos que no civilizamos, sino que conquistamos. Hoy sin duda sería un buen momento para mostrar nuestro respeto al Día de la Resistencia Indígena. Un día en el que muchos pueblos han visto la oportunidad de comenzar a proteger y celebrar lo mejor de los suyos, bien haríamos en seguir su ejemplo.

“En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo a quien adorara el sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja”

Eduardo Galeano

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