Zapatero a tus zapatos

Resulta que a los hombres, compañeros o no, (y a muchas mujeres también) les da igual el feminismo, la mayoría niega la existencia del patriarcado y están satisfechos con el orden mundial que mantiene a las mujeres sumisas y sometidas, mientras “consientan” libremente y sean -o busquen serlo- guapas, jóvenes, empoderadas o motomamis.

Por Reme Madrona

Atiborrada de balances y análisis que múltiples artículos, manifiestos, comunicados y reuniones han dedicado a los resultados electorales, he decidido pronunciarme y contribuir, un poco más si cabe, al desconcierto y la rabia que campa por la izquierda (¿o debería decir las izquierdas?).

Anticipo que me siento bastante pesimista y que este desánimo, con ser tremendo ya en la noche electoral, ha crecido una vez conocida la postura de los grupos políticos interesados.

Desde una perspectiva izquierdista, me gustaría coincidir en sus conclusiones con los partidos críticos, obreros y revolucionarios, que culpan del descalabro que se ha producido en la coalición IU-Podemos y demás al abandono total de las exigencias de la clase trabajadora, siendo éstas, como sin duda sabemos: pensiones, sanidad y educación públicas, la derogación de la reforma de la reforma laboral, la regulación de inmigrantes y derechos iguales para toda persona que viva en el estado español, el cuidado del planeta, la abolición del capitalismo y la instauración finalmente de un sistema democrático real, que bien pudiera ser una república.

Pero lo cierto es que a la mayoría de la clase obrera hoy por hoy le da lo mismo si el dinero viene del estado o de una entidad privada, como si lo pone Amancio Ortega, quiere cobrar su pensión digna, que le suban el salario, poder pagar su casa, las facturas, y comprarse un coche mejor, le da lo mismo la situación jurídica del inmigrante mientras no le afecte a su situación propia y, desde luego, no está soñando con la revolución comunista.

Toda esta desafección debemos agradecérsela, por cierto, a esa panda de desconcienciados que nos han gobernado en este país hasta hoy, destacando, sobre todo, al PSOE, ya que jamás esperamos de la derecha que impulsara y protegiera la conciencia de clase entre la gente, pero del partido que se hace llamar socialista, sí.

Por supuesto estos análisis políticos de la derrota electoral no hacen ni la más mínima mención a la situación de las mujeres y el feminismo como posible causa del batacazo, ni siquiera por ser la mitad de la clase trabajadora.

Como si citar en sus programas municipales (¡municipales!) los principios de Yogyakarta [1], destacar la T del conglomerado artificial y artificioso LGBTI y eludir al mismo tiempo temas como la prostitución, los “vientres de alquiler” o la pornografía, fuese garantía de voto femenino.

Por otra parte, y desde un punto de vista feminista, me gustaría convenir con los análisis que, desde dentro del movimiento, achacan este fiasco a las políticas del Ministerio de Igualdad, órgano que ha dedicado su esfuerzo y sus recursos a implementar, sin ningún pudor, políticas neoliberales disfrazadas de revolucionarias desde el más absoluto desprecio a la historia y la teoría feministas; políticas que no son capaces de definir lo que es una mujer pero defienden los tacones, el maquillaje y la purpurina como signo de identidad y de libertad.

La soberbia adanista del equipo de Irene Montero no tiene parangón, eso es cierto. Ni siquiera con Bibiana Aido y Leire Pajín se alcanzaron tales cotas de engreimiento y desparpajo. Aquéllas tuvieron detrás la sombra de las históricas del partido para frenar sus desvaríos (aunque ninguna contención pudo impedir la ocurrencia sobre Zapatero y el acontecimiento histórico-planetario de Pajín), pero éstas no han tenido límite hasta que los resultados de las elecciones les han hecho poner los pies en la tierra.

Porque de lo que de verdad estamos hartas las mujeres es de que los hombres compren, violen y maten mujeres, y estamos hartas de que se nieguen a nombrarnos después de tanto esfuerzo por lograr que lo hicieran, hartas de que nos nieguen el poder y nos quiten nuestros espacios, nuestra voz y nuestra lucha en esta suerte de magma de la diversidad en que han querido convertir nuestro movimiento.

Y resulta que a los hombres, compañeros o no, (y a muchas mujeres también) les da igual el feminismo, la mayoría niega la existencia del patriarcado y están satisfechos con el orden mundial que mantiene a las mujeres sumisas y sometidas, mientras “consientan” libremente y sean -o busquen serlo- guapas, jóvenes, empoderadas o motomamis.

De nuevo esta situación debemos agradecérsela a “nuestros” partidos: al bloque morado, pseudocomunista, unido, que ha llegado a las instituciones para aplicar una política “feminista” tan revoltosa, diversa y estereotipada como jamás podríamos esperar ni siquiera las que estuvimos en sus orígenes y conocimos las posturas que mantenían ya entonces y las consignas que imponían respecto a temas como el aborto, la prostitución, el antipunitivismo o el “terrorismo” machista, esa expresión que ahora han corrido a reivindicar, tras el escandaloso aumento de asesinatos machistas, pero que hace algunos años llamaban a silenciar en la manis feministas.

Y debemos agradecérselo también y con más ahínco al PSOE, cuna legendaria de feministas teóricas y profesionales de la política, que ha gobernado 25 años este país y que lleva todo ese tiempo ninguneando a las mujeres. Así que de aquellos polvos estos lodos. No vale ahora que las militantes o defensoras del PSOE apunten solo a Irene Montero, Ángela Rodríguez o Victoria Rosell, porque, al menos en la oportuna confusión que ha traído el género, las socialistas se adelantaron años al delirio de Podemos.

El PSOE denominó en el 2004 a su ley estrella del gobierno “más feminista de la historia” (y van varios): Ley Orgánica “de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género”, porque nombrar en el título a las mujeres debió parecerles demasiado.

Desde ese año hasta la entrada de Podemos en el Ministerio de Igualdad en 2020, el PSOE ha legislado el cambio registral de sexo en la ley del 2007, ha propuesto la eliminación de requisitos para ese trámite y extenderlo a los menores en el 2017, ha dictado la Instrucción de 5 de octubre de 2010, de la Dirección General de los Registros y del Notariado, sobre régimen registral de la filiación de los nacidos mediante gestación por sustitución, que permite de facto la compra de bebés nacidos de mujeres explotadas sin que tenga intención de derogarla; se ha negado a acabar con el sistema prostitucional que tan pingües beneficios aporta a este maravilloso estado puteril y misógino, que ha tenido el honor de ser el país de Europa con mayor demanda de prostitución y el tercero del mundo según la ONU; ha promulgado o apoyado en prácticamente todas las comunidades autónomas leyes que blindan los estereotipos sexistas que nos imponen desde que nacemos en esa construcción social que es el género, confundiéndolo intencionadamente con el sexo; ha permitido la entrada en escuelas de teorías acientíficas y contrarias al pensamiento feminista [2]… Y todo ello despreciando a muchas de sus propias militantes.

Así que y por último, solo quiero expresar un deseo: dejen unos y otros a las feministas hacer su trabajo, dedíquense los revolucionarios a la defensa y la construcción de la lucha obrera y los grupos posmodernos a sus sesudos discursos filosóficos y sus estrategias de sumar, unir o lo que sea, pero déjennos en paz. Quizá así puedan un día acercarse al feminismo y aprender un poco de este histórico movimiento que lleva entre nosotras más de 200 años.

Por favor, partido a tu programa, feminista a tu lucha, zapatero a tus zapatos.


Notas:

[1] Programa marco de Izquierda Unida para las Elecciones Municipales de 2023, página 52:

Utilización de los Principios de Yogyakarta como guía y referencia para el diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas de ámbito municipal dirigidas a proteger los derechos de las personas LGTBIQA+ y a luchar contra la discriminación por razón de orientación sexual e identidad o expresión de género.

[2] Orden de 28 de abril de 2015, por la que se modifica la Orden de 20 de junio de 2011, por la que se adoptan medidas para la promoción de la convivencia en los centros docentes sostenidos con fondos públicos y se regula el derecho de las familias a participar en el proceso educativo de sus hijos e hijas, Anexo VIII.

Cuando el tutor o tutora de un grupo, o cualquier miembro del equipo docente del centro, observe que un alumno o una alumna menor de edad manifieste, de manera reiterada, actitudes de una identidad de género no coincidente con el sexo asignado al nacer, lo comunicará al equipo directivo del centro, el cual propondrá a la familia o representantes legales una entrevista con el profesorado que ejerce la tutoría, a la que podrá asistir quien ejerce la orientación educativa en el centro, en la que se informará de los hechos observados, los recursos existentes en el ámbito educativo y externos al mismo, y la posibilidad de iniciar un proceso para identificar las necesidades educativas y determinar las posibles actuaciones a desarrollar en el centro para facilitar el libre desarrollo de su personalidad, con el consentimiento expreso de su familia o representantes legales.

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