Por Claudio de Prócer @rojo_y_blasfemo
Cuando el revisionismo marxista es ley, condición y requisito para formar parte de la democracia burguesa, y cuando el IBEX 35 condena a la muerte política al PSOE, a Unidos Podemos se le abren dos caminos. Como dijo Rosa Luxemburgo hace casi un siglo, Reforma o Revolución.
Que el PSOE ha sido, es y será pasto de las llamas electorales es una realidad. Para el artículo de esta semana tenía dos opciones: o bien revolcarme en lo que ha supuesto el inicio de la aniquilación a plazos del PSOE, del principio de su PASOKización, o bien centrarme en el futuro. Gente más lista e inteligente que yo seguro que puede hacer un análisis más certero (y moderado) que el mío sobre lo que está pasando; sólo es necesario tener un par de ojos y una prosa bonita, pues el poder gráfico de lo que se nos presenta es demasiado heavy para fallar a la verdad, a la realidad del panorama del centro izquierda española. Sólo diré aquí al respecto que el PSOE fue un cartucho bonito mientras duró; ahora que la situación lo requería, sus jefes lo han disparado, la careta ha caído y las conexiones poder económico-poder mediático-poder político se han visto al descubierto por todo un expresidente. Un expresidente que no es que sea de izquierdas, un abnegado bolchevique que se lanza a la huelga que sea con todas las ganas del mundo, sino que ha tenido que ejercer de antítesis teórica a la tesis encarnada en Susana Díaz, que era una tesis derechuza, corrupta y servil. Ni que decir tiene que no le ha servido de nada.
Así que vamos a tratar de otra cosa. Por ejemplo, de la bifurcación a la que se enfrenta ahora Podemos. En vez de hastiarnos por el presente, miremos que le depara el futuro a la izquierda española, sea socialdemócrata, anarco-comunista o marxista-leninista. La realidad es que, en la figura de Unidos Podemos, se vislumbra una unidad práctica (que no teórica) de los diferentes colectivos de izquierda en este país. Parece que va cogiendo la forma de bloque monolítico aglutinador, como lo son el PP desde el nacional-catolicismo al fascismo y el PSOE (o era) con miembros que iban desde el centro a la PAH. Sin duda, se está convirtiendo en una fuerza política de mucha envergadura.
Su altura crece con el hundimiento, largamente esperado por la izquierda real, del PSOE. La fagocitación de IU, desde los verdes a los carrillistas, fue un golpe sobre la mesa que hace de Podemos el caballo ganador en la izquierda española. Pero como un gran buque, que ha pasado de ser velero a transatlántico, los movimientos son lentos, pero a la par contundentes. No hay tiempo, ni capacidad, para que sea de otra forma. No puede, ahora que es lo que es, ser gris, pues le pasaría como a Ciudadanos: en los grandes momentos sufriría una hemorragia bestial de votos (25%). El hecho de tomar una decisión es lo que ha hecho que se vislumbre crisis de timoneles, de la cúpula: el posicionamiento ideológico en el mar de la democracia representativa ha de estar claro si alguna vez tienen pensado llegar a puerto gubernamental.
Las dos vías, a mi modesto entender, están muy claras: O bien Podemos aspira a convertirse en el nuevo PSOE, en una izquierda adormecida, monolítica, servil y mínimamente progresista, o bien se convierte en un PCE con diez veces más fuerza. O bien reforma del sistema, manicura que se descubre inútil en las crisis económicas capitalistas, o bien revolución, o bien el inicio de la transformación de la realidad social en algo a que podamos mínimamente colocar la etiqueta de socialista.
Podemos puede ser, a partir de ahora, lo que quiera ser. Puede seguir en el camino de la moderación, como últimamente hemos visto, intentando ejercer de oposición tradicional al PP como antaño hiciera el PSOE, o puede volver a sus orígenes, donde algún tertuliano facistoide los llamó “neocomunistas”. A diferencia de Ciudadanos, que nació, se crió y actuó de muleta el sábado, y a diferencia del PSOE (para qué añadir más), Podemos, a partir del NO a un Gobierno de derechas, tiene la legitimidad para moverse en el margen de la izquierda, tiene la libertad para nadar en ese estanque y posicionarse. ¿Qué quiere ser, cambio, o recambio? ¿Qué quiere, reforma o revolución?
El horizonte que se abrió el sábado es muy interesante para la formación morada. Puede optar por abandonar el marxismo, como hizo el PSOE en el 79; puede repetir la historia y asegurarse un bol de comida electoral durante los próximos cuarenta años. Pero también puede pasar de reediciones como las de OT1 y cambiar para siempre el curso político de este país. Puede hacer su bandera el socialismo real, o puede conformarse con ser socialista de boquilla; a Felipe GALzález le funcionó muy bien. Concluyendo, es una dicotomía que no deja lugar a medias tintas. Rosa Luxemburgo, autora del libro “Reforma o Revolución”, parece haber patrocinado esta situación, parecida a la del SPD en 1919. Amante de los dilemas políticos como ella, sólo me queda decir el título de otro libro suyo: Socialismo o Barbarie.
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