Sankara rechazó las estructuras de poder heredadas del colonialismo francés y renombró al país como Burkina Faso, que significa ‘Tierra de Hombres Íntegros’.
Por Redacción NR
Thomas Sankara, conocido como el «Che Guevara africano», sigue siendo una figura inspiradora cuya vida y legado resuenan más allá de las fronteras de Burkina Faso, el país que lideró entre 1983 y 1987. Nacido el 21 de diciembre de 1949 en Yako, en lo que entonces era el Alto Volta colonial, Sankara se convirtió en un símbolo de resistencia, autodeterminación y esperanza para los pueblos oprimidos. Su breve pero intenso mandato como presidente marcó un hito en la historia africana, demostrando que un liderazgo basado en la justicia social, la soberanía y el empoderamiento popular podía transformar una nación.
Contra el colonialismo y la explotación
Sankara asumió el poder el 4 de agosto de 1983 tras un golpe de Estado liderado por él y sus compañeros revolucionarios. A sus 33 años, rechazó las estructuras de poder heredadas del colonialismo francés y renombró al país como Burkina Faso, que significa «Tierra de Hombres Íntegros». Este gesto no fue solo simbólico: reflejaba su compromiso con la dignidad y la integridad de su pueblo. Desde el inicio, Sankara desafió el statu quo, combatiendo la corrupción, el neocolonialismo y la dependencia de las potencias extranjeras.
Uno de sus mayores logros fue su lucha por la autosuficiencia económica. En un continente donde las economías postcoloniales a menudo permanecían atadas a los intereses de Occidente, Sankara promovió la producción local y redujo la dependencia de las importaciones. Bajo su liderazgo, Burkina Faso impulsó campañas agrícolas masivas, como la construcción de pozos y la distribución de tierras a los campesinos, para garantizar la seguridad alimentaria. «El que te alimenta te controla», solía decir, subrayando la importancia de la independencia económica como base de la libertad.
Un líder del pueblo, para el pueblo
Lo que distingue a Sankara es su cercanía con las masas. No era un gobernante lejano ni opulento; vivía con austeridad, rechazando los lujos que muchos líderes africanos de su tiempo abrazaban. Vendió la flota de vehículos de lujo del gobierno y usó un modesto Renault 5 como transporte oficial. Redujo su salario y el de los funcionarios públicos, destinando esos recursos a programas sociales. Esta humildad no era solo una pose: era una declaración de principios sobre cómo debía comportarse un líder revolucionario.
Sankara también fue un pionero en la justicia social. Implementó reformas radicales para mejorar la vida de los más vulnerables. En apenas cuatro años, su gobierno construyó escuelas, centros de salud y viviendas populares. La campaña de vacunación que lideró inmunizó a más de 2.5 millones de niños contra enfermedades como el sarampión y la fiebre amarilla, un logro monumental en un país con recursos limitados. Además, promovió la alfabetización masiva, entendiendo que la educación era la clave para liberar a su pueblo de la ignorancia impuesta por siglos de dominación.
La emancipación de las mujeres
Quizá uno de los aspectos más revolucionarios de Sankara fue su defensa de los derechos de las mujeres, una causa que pocos líderes de su época priorizaron. Él veía la opresión de las mujeres como una extensión del sistema patriarcal y colonial que había subyugado a África. «No hay verdadera revolución social sin la liberación de la mujer», afirmó en un discurso en 1987. Prohibió prácticas como la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados, al tiempo que fomentó la participación de las mujeres en la política y la economía. Bajo su mandato, muchas ocuparon cargos públicos por primera vez, rompiendo barreras históricas.
Un mártir de la soberanía africana
El 15 de octubre de 1987, Thomas Sankara fue asesinado en un golpe de Estado orquestado por Blaise Compaoré, su antiguo compañero de armas, con el respaldo de Francia, que como ex potencia colonial veía en él una amenaza a sus intereses. A los 37 años, su vida fue truncada, pero su visión perduró. Su muerte no apagó su mensaje; al contrario, lo inmortalizó como un mártir de la lucha por la dignidad africana.
Sankara dejó un legado que trasciende el tiempo: demostró que un liderazgo íntegro y comprometido podía desafiar al capitalismo y construir una sociedad más justa. Hoy, su ejemplo sigue siendo un faro para quienes sueñan con un futuro de igualdad y autodeterminación. Thomas Sankara no solo fue un presidente; fue un revolucionario, un hombre que vivió y murió por sus ideales socialistas, dejando tras de sí una «Tierra de Hombres Íntegros» que aún inspira al mundo.
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