SUMAR será la gran coalición electoral progresista o ganará la derecha

La conquista de los medios de comunicación estará garantizada, desde el primer momento y hasta el día de las urnas, si se atreven a montar la gran coalición progresista

Por Domingo Sanz

Yolanda ha presentado SUMAR para que “la democracia llegue también a la economía” según el titular elegido por algunos digitales. Por lo tanto, resulta imposible no recordar a Clinton contra Bush en 1992 y, desde aquel debate, a cualquiera llamando “estúpido” a cualquiera con cualquier excusa o en broma.

Pero nunca se sabrá si Clinton ganó por “economía” o por “estúpido”, pues las elecciones son el único momento político real para millones de personas a quienes, para que algo de la política les motive una vez, antes han recibido miles de noticias de otras cosas más preocupantes o estimulantes. En muchas ocasiones, simple publicidad.

Por eso, uno de los detalles decisivos para conseguir que la voluntad popular se decante por una candidatura es la confianza política que transmiten sus líderes. Sin necesidad, tampoco, de exprimir la memoria, recordamos que todas las encuestas decían que Rajoy habría ganado en marzo de 2004 a Zapatero, a pesar de que el PP había metido a España en una guerra tan contestada como la de Irak. Pero en solo tres días perdió la confianza de millones por mentir sobre la autoría de un atentado terrorista.

Sobre lo de transmitir confianza política al electorado, me parece relevante tener en cuenta algunas cosas.

  1. En un país como España, con tantas décadas de autoritarismo, las tensiones, reales o fakes, entre los socios del primer gobierno de coalición progresista alimentan con facilidad los argumentos de una derecha que influye sobre un electorado muy sensible a la inestabilidad política, y más en épocas de crisis. Hay que acabar con esta dinámica y el anuncio de una gran coalición electoral entre los espacios de Sánchez y Yolanda, para no nombrar siglas, vaciaría de contenido en un solo instante los mensajes, muchas veces embusteros que, sobre todo el PP de Feijóo, divulga a través de los medios. Incluso Espinosa de los Monteros, de Vox, se ha disculpado por hacerse eco de un video manipulado contra Irene Montero. Y no será por la casi coincidencia de sus apellidos.
  2. Formar parte de una coalición que deberá someterse a las urnas exigirá de los portavoces de los partidos que la componen una disciplina política intachable sobre los acuerdos del programa electoral común, pues es demasiado lo que se estarán jugando todos a la misma carta.
  3. A conseguir de manera natural esa disciplina política en PSOE y UP contribuirá decisivamente el optimismo de una victoria posible frente al fracaso seguro que certifican las encuestas si se acudiera a las urnas por separado. Como, salvo sorpresa, quedan 16 meses para las elecciones generales, o se constituye una gran coalición progresista a la mayor brevedad, o el actual gobierno de coalición se convertirá en un infierno y Yolanda terminará más quemada que una brasa. Todos conocemos grupos humanos, desde dos miembros hasta miles, que superan los conflictos del presente construyendo, por anticipado, trucos para seguir inventando el futuro.
  4. Ante la propuesta de gran coalición, Sánchez solo tiene dos opciones: liderarla, lo que de paso le permitirá capitalizar parte del prestigio intacto de Yolanda, o perder la Moncloa. Respetar a los barones en sus feudos será suficiente para que se callen un poco y no se atrevan a romper el PSOE. Tal como ha dicho uno, “aquí solo manda uno”. Y no se llama Emiliano.
  5. La conquista de los medios de comunicación estará garantizada, desde el primer momento y hasta el día de las urnas, si se atreven a montar la gran coalición progresista. Desde un Felipe González que acaba de declarar que “quizás se ha hecho de derechas”, liberando así de la disciplina hacia un jarrón chino a miles de socialistas, hasta el último de cualquier lista, todo será hablar de la coalición, con sus matices y sus morbos y, ya se sabe: “que hablen de mí, aunque sea mal”. Otra frase/estrategia que, gestionada con inteligencia, renta más victorias que derrotas.
  6. Recuerdo el abrazo desesperado de Iglesias y Sánchez en noviembre de 2019 y, aunque aquel momento ocultaba también algunas ilusiones de las que animan esta coalición progresista, estoy seguro que sobre la alegría que celebrarán Yolanda y Pedro nunca se dirá que fue producto del error de dos líderes dominados por sus egos. Los que entre abril y noviembre de 2019 consiguieron que los franquistas sin disfraz ganaran casi un millón de votos y pasaran de 24 a 52 escaños. Uno está organizando tertulias. Al otro solo Yolanda puede salvarlo.
  7. En cualquier caso, a partir de la coalición con Yolanda, Pedro tendrá que congelar los denominados “asuntos de Estado”. A fin de cuentas, no ceden ni con lo de la renovación del Poder Judicial y siempre sale perdiendo el Sánchez cuando propone reformas legales: como un solo hombre se negaron Núñez Feijóo y Felipe uve palito, tal como informó la ex Carmen Calvo cuando el gobierno intentó arreglar algo tan indecente como la inviolabilidad del artículo 56.3.
  8. No creo que Núñez Feijóo intente contraatacar con una coalición con los franquistas sin disfraz. Podría montar un paripé con los de Arrimadas, pero se trata de unos votos que ya cuenta como suyos. Abascal no estará por la labor, y al gallego tampoco le conviene. Por tanto, la derecha se dedicará a asustar con lo de que regresa un lobo llamado “Frente Popular”. Lo malo es que, de tanto contribuir a la desmemoria durante tanto tiempo, puede que muchas personas ni se acuerden ni se asusten. Y si decidiera montar la coalición con los de Abascal, siempre sería la de los perdedores, a remolque de la progresista.
  9. Por cierto, ¿alguien se cree hoy lo del peligro de un comunismo a la soviética, rodeada como está España por Europa y por la OTAN?

Además de la confianza, otro detalle decisivo ante las urnas es el de la norma política que sirve para convertir la voluntad popular en poder parlamentario. En España se llama LOREG y el hecho de que sea una ley no significa que sea justa. En este caso, porque incumple radicalmente la Constitución, que en su artículo 14 dice que todos somos iguales ante la ley.

Esta vez el recuerdo no es una frase mágica ni una mentira criminal, sino unos números inapelables. Veamos unos pocos de los que siguen vigentes.

En el Congreso actual, los precios en votos que algunos partidos pagaron el 10N de 2019 por cada uno de sus escaños fueron estos: PSOE, 56.602 votos; PP, 56.708; Ciudadanos, 165.032 y Unidas Podemos 89.125 votos. Los hay que aún pagaron más. El de Errejón le costó a Más País 165.173 votos y el de Baldoví 176.287 a Compromís. Completando lo que se decía en el punto 6 sobre Iglesias y Sánchez en uno de sus momentos más tontos, estos dos también consiguieron que cada escaño le costara a Vox sólo 70.327, cuando en abril habían tenido que “pagar” 112.004 votos por lo mismo.

Sobre el mayor riesgo LOREG para las próximas elecciones, me conformaría con que alguien le dijera a Pedro, y otro alguien a Yolanda, que, o forman una gran coalición progresista que convoque con todo el respeto del mundo a los de la España Vaciada, provincia por provincia, para sumar sus demandas y asegurarles algún puesto de salida que les permita mejorar el actual de Teruel Existe, o la merma en escaños que sufrirán el PSOE y SUMAR, si acuden por separado, será del tamaño de un Amazonas que se convertirá en arroyuelo cuando, durante el recuento, los pocos votos que sobrevivan a la muerte súbita de la ley vigente se puedan convertir en algún escaño para las “vaciadas”, si es que no se lo regalan a cualquiera de las derechas.

Y todo en una sola noche, la electoral, en medio de las risas de políticos como Feijóo y Abascal.

(Hay leyes electorales que le hacen más daño a una democracia con defectos que un cambio climático a todo un planeta de millones de años. Quizás me acabo de venir arriba, pero había que meter la cuña ecologista).

Antes de enseñar una nueva propuesta, aún más atrevida y con menos posibilidades de vencer a la derecha que la de una gran coalición progresista, dejaré pasar unos cuantos días.

Ahora hay que conseguir que piensen en esta idea por si, quién sabe, quizás para destruir fantasmas y construir ilusiones inventan algo parecido a lo que aquí se propone.

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