Las acciones de la guerra civil se libran principalmente en Jartum, la capital del país, hoy de hecho una ciudad fantasma, tras haberse convertido en el epicentro de los combates, donde han sido saqueados y después arrasados barrios enteros.
Por Guadi Calvo | Línea Internacional
Mientras la guerra civil se sigue librado en Sudán, y fracasan de manera sistemática los acuerdos de alto el fuego, establecidos en las negociaciones en la ciudad saudita de Jeddah, monitoreadas por Riad y Washington, los informes acerca de episodios de limpieza ética, que estaría practicando las Fuerzas de Apoyo Rápido o RSF, por sus siglas del inglés Rapid Support Forces, en la región de Darfur, arrecian.
Estas fuerzas paramilitares lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemetti, un viejo señor de la guerra que la dictadura de Omar al-Bashir había elevado al rango de general. Más allá de los duros enfrentamientos en Jartum con el ejército regular sudanés, ha concentrado mucho de sus esfuerzos por afirmarse en Darfur.
Hemetti, justamente originario de esa región, al igual que una gran cantidad de sus efectivos, no ha olvidado su trabajo pendiente desde 2003, cuando con la excusa de terminar con el grupo separatista Haraka Tahrir Sudan, (Movimiento de liberación de Sudán), que había atacado en abril del 2003 el aeropuerto de El Fasher, en la capital de Shamal Darfur (norte) uno de los cinco estados de la región, emprendió una campaña de exterminio contra las etnias negras o masalist, un conjunto de tribus, nilo-saharianas, (cristianas y animistas) agricultores. La operación terminó con la vida de más de medio millón de masalist, matanza perpetrada por los Janjaweed (jinetes armados), camelleros, ya entonces liderados por Hemetti, junto a los baggaras, una comunidad étnicamente árabe, de fe musulmana, y que terminaría siendo el germen de las actuales fuerzas rápidas.
El genocidio de Darfur, ha seguido impune desde entonces, a pesar de que sus máximos responsables están perfectamente individualizados, habiéndoseles comprobado infinidad de crímenes de guerra como: ejecuciones extrajudiciales, secuestros, torturas, violaciones masivas de mujeres y niñas, el desplazamiento forzado de población civil, que sobrepasó los dos millones de personas e incluyó la utilización de armas químicas, por lo que hoy tan fácilmente vuelve a repetirse de manera exactamente igual, al crimen de veinte años atrás.
Las acciones de la guerra civil se libran principalmente en Jartum, la capital del país, hoy de hecho una ciudad fantasma, tras haberse convertido en el epicentro de los combates, donde han sido saqueados y después arrasados barrios enteros. Destruyendo la mayoría de los hospitales y centros de abastecimiento, por lo que la población, que no han podido escapar de la capital, no tienen manera de abastecerse de los productos básicos, ni agua potable, electricidad, internet, bancos, clases en escuelas y universidades, y toda la administración pública devastada, que podría haber ordenado, aunque sea mínimamente el caos, ha desaparecido.
En la batalla por Jartum, parece que estarían empezando a imponerse las RSF sobre el ejército regular sudanés, comandado por el general Abdel Fattah al-Burhan, que no ha podido sacar mayor ventaja a pesar de contar con la aviación, de las que carecen por completo los paramilitares, que si se imponen ampliamente con sus cuerpos terrestres.
Desde que se inició el actual conflicto, el pasado quince de abril, entre las Fuerzas de apoyo Rápido y las fuerzas armadas sudanesas, comandadas por el general al-Burhan, las operaciones contra la población civil negra de Darfur no se han detenido. Reportándose de manera constante nuevos crímenes contra la población civil, otra vez a manos de los mismos vectores que han cambiado de nombre, pero no de métodos.
El pasado quince de junio fue asesinado el gobernador de Ghard Darfur (Occidental) Khamis Abdullah Abakar, por paramilitares de las RSF, lo que ha precipitado mayor violencia contra la población civil. El gobernador Abakar fue ejecutado, tras haber dado una entrevista televisiva, en la que denunció que las Fuerzas de Apoyo Rápido habían asesinado a cientos de ciudadanos comunes en la región. Abakar había sido secuestrado en El-Geneina, la capital del estado, y posteriormente apareció ya sin vida.
El gobernador asesinado tenía un gran predicamento en la sociedad, que había luchado, en su momento, contra los Janjaweed, salvando la vida de cientos de masalit, lo que le costó cárcel y exilio.
El asesinato de Abakar, provocó mayor inquietud en la población de la capital regional, que se ha lanzado a las rutas, buscado refugio en el vecino Chad, cuya frontera se encuentra a menos de treinta kilómetros de El-Geneina, donde los refugiados ya sobrepasan los 300 mil, y cada día se siguen incorporando nuevos contingentes. Mientras otros tantos, han alcanzado la frontera con Egipto, y también con Sudán del Sur y Etiopia, por la que se cree que ya rondan el millón de refugiados sudaneses en países fronterizos, mientras los desplazados internos alcanzan los tres millones.
Más allá de Jartum y Darfur, otro de los más importantes centros del conflicto se localiza en la región central del Kordofán, entre Darfur y el valle del Nilo. Donde las RSF atacaron la ciudad de El-Obeid, la capital de Kordofán del Norte, se ubica una refinería petrolera clave, además de transitar el oleoducto, que transporta petróleo de Sudán y Sudán del Sur. La fuerza regional del Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte, compuesta fundamentalmente por miembros de la etnia nuba, liderada por Abdulaziz al-Hilu, que está aprovechando el conflicto para posicionarse con su fuerza y expandir la causa Nubia al Kordofán del Sur, capturando posiciones abandonadas por el ejército en el marco de las prioridades que le exige la guerra civil.
Manotazos de ahogado
Al tiempo que fracasan las negociaciones en Jeddah y los países de la Unión Africana (UA), parece no saber cómo intervenir, mientras que la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), el bloque regional del Cuerno de África, tampoco encuentra la forma de mediar; el viernes último se conoció el pedido oficial del Consejo Soberano Sudanés, entiéndase la fuerza del general a-Burhan, que de hecho es presidente del país, intermedio del vicepresidente Malik Agar, la colaboración rusa, para que colabore en la resolución del conflicto.
Angar informó, en una rueda de prensa, durante su visita a Moscú: “Hemos pedido la ayuda de Rusia para poner fin a la guerra en Sudán, e informado al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, sobre una hoja de ruta para la solución de la crisis”.
Más allá de la cooperación del gobierno del presidente Vladimir Putin, hay que entender que en el conflicto sudanés juegan otros factores regionales, como es el caso de Egipto, que apoya desembozadamente a favor del general al-Burhan, mientras que los Emiratos Árabes Unidos (EAU), junto a la fuerza libia, controlada por el general Khalifa Hafther, apoyan a Hemetti, cuya organización la RSF, colaboró con Hafther, en su momento como también lo hizo junta a los EAU y Arabia Saudita a lo largo de la guerra en Yemen
En el actual contexto de la guerra, algunos analistas locales consideran, que podría estar llegando a punto de que ambos bandos, puedan acordar la partición del país. Ya que las diferencias entre el Ejército y las RSF son de tal calibre, que sería imposible un gobierno colegiado y solo se saldarían las diferencias consiguiendo una fuerza imponer absolutamente sobre la otra. Por lo que la mayor parte de los territorios del oeste y el sur podrían quedar bajo el control de las RSF, mientras que el ejército del general al-Burhan, tomaría el norte y el este del país. Además de tener en cuenta, las numerosas fuerzas regionales y tribales, que, a lo largo de estos dos meses y medio de conflicto, han trazado una dirección propia, comprometiéndose, según la ocasión, con alguno de los dos bandos principales.
La decisión de llegar a este acuerdo, urge fundamentalmente al ejército, donde se han detectado hacia el interior de esta fuerza, grietas y discusiones respecto al curso de la guerra, intereses económicos e incluso ideológicas. Más ahora que el ejército históricamente controlado por la élite ribereña o del gran Jartum, como también se la conoce, ha ido perdiendo representatividad a lo largo de estos últimos años y fundamentalmente tras el golpe contra Omar al-Bashir, en 2019.
Será necesario continuar observando, la posibilidad de la partición, porque se corre el riesgo de que las fuerzas del Hemetti, podrían quedar controlando todo el Darfur, lo que podría garantizarle al mundo, la aniquilación del pueblo masalist.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
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