¿Dónde están los bebés robados? Pedir respuestas en esta España forzadamente desmemoriada puede parecer un esfuerzo inútil, una estúpida e ingenua ilusión, pero es algo obligatorio, necesario, cuestión de salud cívica, ética y mental
Por Iñaki Alrui / LQSomos
Tres mujeres ponen voz al conflicto histórico del robo de bebés en España
El escenario es frío, aséptico, no hay florituras: tres sillas y tres personas que podrían ser público, que son calle, que son común.
Silencien sus móviles, la función va a empezar.
Retrocedemos algo más de una década, una noticia en la radio… Por primera vez se habla a nivel nacional del robo de bebés perpetrado durante décadas. Tres mujeres escuchan, cada una en la soledad de su casa… Un punto por dónde empezar un relato tan duro como real. La sala se llena de preguntas sobre ausencias, vacíos, eslabones perdidos de la vida…
De la sospecha a las averiguaciones. Burocráticas ventanillas de atención, paseos incontables a clínicas, hospitales, registros civiles… Vaya a la primera planta. Vaya a la tercera planta. Vaya a la planta baja. Vuelva mañana… y otra vez a empezar. Buscar, recabar un dato, una pequeña anotación, un hilo entre puertas cerradas. Es el peregrinar de decenas de madres, hermanas, hijas.
Crímenes recientes
Aunque parezca mentira, el robo de bebés en nuestro país se ha seguido perpetrando hasta no hace tanto: el último caso documentado es en 1993, es decir, anteayer. En plena democracia. Mujeres a quienes decían que su bebé había muerto al nacer pero a quienes no enseñaban el cuerpo. Diminutos ataúdes que se están revelando vacíos, gracias a las investigaciones recientes y en curso. Las formas, las prácticas, todo se repetía sistemáticamente de un caso a otro, luego se ha comprobado. Aquello perduró durante las primeras décadas de la democracia porque se trataba de todo un mecanismo criminal instaurado y favorecido por el régimen franquista durante tantos años, que ya formaba parte del propio sistema. El franquismo utilizó este método inhumano desde el minuto cero para arrebatar a las niñas y niños de familias republicanas (ver nota al final sobre Vallejo Nágera y la posguerra), y con los años se fue convirtiendo en un suculento negocio en el que participaban funcionarios públicos, personal médico e Iglesia Católica SA a través de sus monjas y probablemente de su curia. Y una forma de agresión de género contra las mujeres más vulnerables: madres adolescentes y jóvenes, pero también madres de familias numerosas y pobres.”
Volvamos a la escena
La obra recoge, a través de tres ejemplos concretos, las angustias, sufrimientos y esperanzas de las víctimas de estos robos. Pero también encontramos un rayo de luz en medio de todo este desgarro: la creación de las asociaciones ha permitido —y permite— a las víctimas no solo intercambiar experiencias y ayudarse mutuamente en lo práctico y lo emocional, sin también presionar colectivamente y hacer oír sus voces. Igualmente, la búsqueda de la verdad es dura con el trabajo militante de las asociaciones, la constancia de familiares en un conflicto entre el pasado y el presente, repetir procesos, volverlo a intentar, un proceso colectivo en el que cada persona, cada caso, tiene su propia historia cargada de dolor, sufrimiento, ausencia, mucha ausencia.
Pilar Navarro Rico, Irene Meca Mateo y Marisol Bravo Cabrera nos atrapan con sus entusiastas interpretaciones, nos regalan teatro, pero también nos brindan la pedagogía necesaria para conocer este pasaje reciente de nuestra historia silenciada. Hay más, nos llenan de solidaridad, de ese ¿Qué puedo hacer yo?
Lo que podemos hacer todas y todos es reclamar la aprobación urgente e ineludible de la Ley de Bebes Robados, que lleva años ya redactada pero guardada en un cajón. Llegará ya tarde para muchas, pero es la herramienta imprescindible para poder abrir los archivos y que dejen de cerrarse puertas y ventanillas, que las afectadas tengan justicia gratuita, un banco de ADN estatal, que la Fiscalía actúe… para hacer Justicia, para sanar heridas, por salud democrática.
Una obra difícil de crear pero que no cae en el panfleto o las soflamas, que de principio a fin mantiene una estructura coherente de relato, y en la que, además de las mencionadas intérpretes, se nota la buena mano de la directora Ximena Vera, que además es la autora del texto.
Decía Arthur Miller que “El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”. En Revelando ausencias el teatro se enfrenta a verdad negada de la historia.
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Los orígenes: el “Mengele español”
Un criminal y repugnante psiquiatra de ideología nazi y un entusiasta defensor de las teorías eugenésicas del III Reich, Vallejo Nágera, el “Mengele español”, teorizó, por encargo del Régimen del 36, la existencia de un “gen rojo”, un “virus democrático” contagioso que entrañaba la degeneración de la raza y con el que sólo se podía acabar impidiendo la procreación de quien lo portase o arrebatándoles de inmediato a sus criaturas para colocarlas lejos de ellas y ellos. El rapto se convirtió en ‘legal’ mediante la Orden de 30 de marzo de 1940 que daba la patria potestad al Estado. Robadas o secuestradas sin miramientos, el régimen franquista les cambió la identidad a golpe de decreto y registro civil. El 4 de diciembre de 1941, una ley autorizó a cambiarles los apellidos, y que fueran luego entregadas clandestinamente en adopción a familias afines, “profundamente católicas y adeptas al régimen”.
La Audiencia Nacional se pronunció sobre el periodo de 1937 a 1950 calificándolo de “desaparición legalizada” de menores de edad con pérdida de su identidad. “El número es indeterminado, pero se barajan algunas cifras de hijos e hijas de presas tutelados por el Estado o repatriados tras finalizar la Guerra Civil, que no siempre estuvo claro fueran devueltos a sus familias”, afirmaban fuentes de Amnistía Internacional. 30.960 niñas y niños, hijos de presas, tutelados por el Estado entre 1944-1954; y 20.266 menores repatriados tras la Guerra Civil en 1949, según datos del Servicio Exterior de la Falange.
El poder judicial se ha apoyado precisamente en la prescripción de los hechos para archivar la mayoría de las denuncias sin apenas investigación, lo que contraviene los modelos internacionales sobre investigación de posibles desapariciones forzadas… “Como no había cadáver, no había caso”.
Así, el robo de bebés siguió con total impunidad durante todo el franquismo y después, hasta bien entrada la democracia. Según los datos actuales, hasta 1993, es decir, se prolongó durante más de 50 años.
La “ficha”
Revelando ausencias. Dirección y dramaturgia: Ximena Vera.
Reparto: Irene Meca Mateo, Pilar Navarro Rico y Marisol Bravo Carrera.
Producción, escenografía y vestuario: Up-a-tree Theatre
Fotografía: Ernesto Reguera. Año 2023. Duración 75 minutos
¿Dónde? Sala Mirador, Calle Doctor Fourquet, 31, Madrid
¿Cuándo? Días 19, 20, 21, 26,27 y 28 de mayo, a las 20.00 horas
Entradas: https://lamirador.com/funcion?nombre=revelando-ausencias-2023
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