Los combates por Jartum, han obligado ya a más de tres millones de personas a abandonar la ciudad y sus áreas más cercanas, desde el comienzo de la guerra, según Naciones Unidas (ONU), prácticamente la mitad de la población.
Por Guadi Calvo / Línea Internacional
Frente a la parsimonia internacional, la guerra civil sudanesa, que estalló el pasado quince de abril, entre las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF, por sus siglas en inglés) bajó las órdenes del jefe del ejército, el general Abdel-Fattah Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido de Sudán (RSF, por sus siglas en inglés) lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemetti, un antiguo contrabandista y pastor de camellos, reconvertido en general, tras sus aberrantes servicios al dictador Omar al-Bashir, en el genocidio de Darfur en la primera década de este siglo.
La escalada bélica en Sudán, es cada vez más intensa, mientras que las denuncias de múltiples ONGs y diferentes colectivos sociales del país africano, continúan sin escucharse.
Una vez más, cómo ya ha sucedido cuatro veces desde su independencia en 1956, los 47 millones de sudaneses se encuentran en inmersos en un conflicto, del que no hay perspectivas ciertas de una resolución acordada, entre los dos bandos participantes, que parecen decididos a luchar hasta el último hombre.
Ya han fracasado más de media docenas de alto el fuego, dispuestos en la mesa de Jeddah (Arabia Saudita), donde ambos bandos, monitoreados por Riad y Washington, no logran ponerse de acuerdo, ni siquiera para establecer corredores humanitarios que permitan llevar víveres y medicinas a las poblaciones más devastadas.
En esta oportunidad, el conflicto tiene una característica que no las tuvieron los de 1955, 1972, 1983 y 2005, uno de los epicentros principales, de los combates se localiza en el núcleo urbano de la capital del país, Jartum, al que junto a Jartum Norte y Omdurmán o Umm-Durmān, reúnen una población cercana a los nueve millones de almas, y que, desde el mismísimo inicio de los combates, la ciudad ha sido blanco de los ataques cruzado de ambos bandos. Los que han destruido toda la red sanitaria, por lo que prácticamente no queda un solo hospital que funcione a pleno, si alguno ha sobrevivido, a los bombardeos de las SAF o la artillería pesada de las RSF, lo hace en condiciones extremas de precariedad, con graves faltantes de medicamentos y tanto médicos y enfermeros con turnos de 32 horas, También se ha aniquilado el servicio eléctrico, las comunicaciones, telefonía e internet, y la mayoría de los centros de abastecimiento alimenticios.
La ciudad de Umm-Durmān, es considerado como el distrito pobre de capital, al tiempo que es la ciudad más poblada del país, con cerca de siete millones y medio de habitantes, se ubica frente a Jartum, a orillas del río Nilo, unida por el característico puente de Tuti, sobre la unión del Nilo Azul con el Nilo Blanco, que siguen fluyendo juntos hacia el norte, formado el mítico río Nilo, que, tras atravesar todo Egipto, finalmente, desagua en el Mediterráneo, después de cursar en delta del Bajo Egipto, uno de los más amplios del mundo.
La ubicación de Sudán, tiene una gran importancia geoestratégica, dado que es un importante cruce de caminos desde el Magreb y el Sahel, hacia el Cuerno de África y el Mar Rojo. Lo que sin duda gravita en toda la economía regional, mientras que la local, según economista locales, en lo que va del conflicto las pérdidas, alcanzarían a unos nueve mil millones de dólares, mientras se estima que, por los saqueos a propiedades privadas, empresas, edificios públicos y otras instituciones, serían aproximadamente otros cuarenta mil millones. El conflicto ha afectado fundamentalmente a la industrial y al sector bancario y financiero, por el impactó en las exportaciones, importaciones, las inversiones extranjeras, particularmente en sector petrolero y aurífero.
Los combates por Jartum, han obligado ya a más de tres millones de personas a abandonar la ciudad y sus áreas más cercanas, desde el comienzo de la guerra, según Naciones Unidas (ONU), prácticamente la mitad de la población. Mientras los que permanecen, han quedado varados, fundamentalmente por cuestiones económicas o que habían llegado en búsqueda de protección de las provincias Kordofán o Darfur, donde en las primeras semanas de combates habían sido más intensos que los de la capital.
En estas últimas semanas, dos bombardeos dejaron más de setenta bajas civiles, constituyéndose en uno de los periodos más virulento en Jartum desde que comenzó la guerra, El primero y más grave se produjo contra el zoco.
Al menos treinta personas murieron, tras el bombardeo de las SAF, al zoco de al-Shabbi, en la ciudad de Umm-Durmān, el pasado martes once de julio, según se cree, los disparos provinieron de la base militar de Karri, controlada por el ejército.
El sábado anterior, otras cuarenta personas habían muerto en el barrio Dar-es-Salaam, también en el sector de Unm- Durmān. A consecuencia de ataques aéreos del ejército. Ese barrio, habría sido apuntado con particular interés, ya que en él se han radicado mayoritariamente miembros de la tribu rizagat, a la que pertenecen el general Hemetti, jefe de las RSF, y muchos de sus hombres. Por lo tanto, prácticamente todos los vecinos muertos, estaban vinculados con milicianos de la RSF. Tras los ataques, muchas familias comenzaron a abandonar ese sector.
El ejército también concentró sus acciones, contra posiciones de las fuerzas paramilitares de Hemetti, en Old Unm- Durmān y varios lugares en Saliha, al sur de esa misma ciudad. Se han reportado intensos ataques también en la ciudad de El-Obeid, a 350 kilómetros al sur de Jartum, donde habrían muerto otros veinte civiles.
Las milicias de la RSF atacaron, en la mañana del jueves veinte, con un dron, a un grupo de civiles, presumiblemente familiares, que esperaban a efectivos de las SAF, en las áreas de al-Azuzab y Wad Ajeeb, al sur de Jartum, lo que habrían dejado al menos catorce muertos y quince heridos.
Darfur, las mismas víctimas, los mismos verdugos
La gran mayoría de los 330 mil sudaneses, que han llegado al Chad, desde el inició de los combates, provienen de la región de Darfur, donde tal cual paso desde 2005 al 2009, las fuerzas de Hemetti, concentran todas sus operaciones contra la etnia masalit. Sumándose a los cerca de 400 mil, que llegaron a Chad a lo largo de los últimos veinte años.
Al tiempo que un nuevo genocida se está configurando, con las mismas razones: la posesión de las tierras; las mismas víctimas, la población negra, masalit, cristiana y animistas y los mismos verdugos, camelleros de origen árabe, de la tribu rizagat y musulmanes.
En Darfur, los muertos se siguen multiplicando e ignorando, tal como sucedió a principios de este siglo, matanza que entonces se saldó, con al menos 500 mil asesinatos de los masalit, perseguida por los camelleros árabes conocido como Janjaweed (jinetes armados, el germen de las actuales Fuerzas de Apoyo Rápido, reconvertido por decisión del ex dictador Omar al-Bashir en una fuerza paramilitar.
Se acaba de conocer que en el área de al-Turab al-Ahmar (tierra roja), al oeste de El-Geneina, la capital de Darfur Occidental, y en proximidades de una importante base policial. Según lo denunciado por Naciones Unidas el día trece, casi noventa masalit, fueron enterrados en una fosa común, asesinados por las fuerzas de seguridad.
En previsión de que estas masacres se sigan perpetrando, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, se encuentra ampliando el campamento de refugiado de Ourang, en la provincia chadiana de Ouaddaï., en espera de la inminente llegada de otros 35 mil, que escapan de las acciones de las RSF, dispuesto, esta vez liquidar la cuestión de los masalit y otras etnias similares.
El número de sudaneses que escapan de la guerra, sigue en constante incremento, se estima que ya se acerca al millón de refugiados en países vecinos, principalmente a Chad y Egipto, aunque también Sudán del Sur se encuentra recibiendo constantes contingentes de sus vecinos del norte. Según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Y en menor escala Etiopía con cerca de 26 mil y la República Centroafricana (RCA) en un número que no supera las 17 mil almas.
Según la OIM, la mayoría de los desplazados pertenecen al estado de Jartum, y la ciudad capital del país, a la que le siguen Darfur, con sus cuatro regiones Occidental, Septentrional, Meridional y Central, además de Kordofán del Norte y del Sur.
Mientras la situación humanitaria tanto para los desplazados internos y refugiados fueran del país se agrava de manera alarmante, prácticamente la producción agrícola se ha paralizado mientras que la inminente temporada de lluvias, con las consecuentes inundaciones, que profundizaran la crítica situación, no solo alimentaria, sino que se espera la propalación de enfermedades, que dada la falta de insumos para controlarlas derivará seguramente en epidemias, lo que obligan a un réquiem por todo Sudán.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
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