Debiera de ser esta situación la piedra de toque que nos haga reaccionar y adquirir nuevos hábitos de consumo energético que vayan más allá del mero ahorro económico coyuntural.
Por Pedro Labrado.
Más de 20 días frisando los cuarenta grados de temperatura. Excepcional y sintomático del, por algunas personas anunciado y por otras negado, cambio climático.
A 40 grados de temperatura este verano hemos tenido que soportar un olor a cloacas insoportable, la mierda que circula por ellas es todavía de un olor más nauseabundo, centros de poder políticos, policiales, empresariales y mediáticos desprenden un olor infausto a involucionismo antidemocrático. Escuchar algunas grabaciones te hacen sudar una profunda decepción por el sistema, podrido, corrompido y agusanado por policías corruptos, jueces prevaricadores y periodistas que no lo son al haberse convertido en manipuladores profesionales y colaboradores del poder económico que les da de comer.
A 40 grados de temperatura es más insoportable la chulería de las direcciones de los bancos que amenazan con buscar resquicios para no pagar el nuevo impuesto a la banca que han anunciado desde el gobierno, lo que no han detallado es si serán resquicios legales o ilegales, morales o inmorales, María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, no lo aclaró en sus declaraciones públicas.
A 40 grados en el termómetro cuesta más soportar al gobernador del Banco de España que siempre se posiciona en contra de las decisiones del gobierno de coalición, se opuso y renegó de la subida del Salario Mínimo Interprofesional, atacó con dureza la aprobación de la actualización de las pensiones con el IPC, renegó de la reforma laboral por la que se han recuperado derechos por parte de trabajadores y trabajadoras, combate con dureza la actualización de salarios para recuperar el poder adquisitivo perdido por la extraordinaria inflación de los últimos meses, y los últimos días critica vehementemente el nuevo impuesto a la banca y a las eléctricas anunciado por el gobierno. Oposición a las decisiones gubernamentales anunciando catástrofes económicas que no han llegado a producirse en ningún momento.
Al hilo de lo anterior, con la sofocante temperatura de 40 grados, la publicación de los datos de resultados de bancos y energéticas de estos últimos días, Iberdrola aumenta un 36% sus beneficios en el primer trimestre, Repsol duplica sus beneficios en el primer semestre 2593 millones, Santander gana 4894 millones hasta junio, un 33% más que en 2021, Banco de Sabadell gana 393 millones hasta junio, un 78,6% más que en 2021, le hace a uno hervir la sangre más por la indecencia de las cifras que por la temperatura ambiental. Es urgente un impuesto sobre esos beneficios extraordinarios en el marco de una profunda reforma fiscal que nos acerque al cumplimiento de la Constitución que dice en su artículo 31: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”, y en su artículo 128: “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”.
Sudando a 40 grados, el insulto a la inteligencia y a la conciencia social se desborda al conocer que la Comunidad de Madrid va a becar a estudiantes de familias con rentas altas y que sin solución de continuidad ya le han salido postulantes a imitar ese insulto en Castilla-La Mancha. La desvergüenza y la desfachatez campan libremente, la derecha española ya ni disimula en su defensa de la clase acomodada.
Mirando el termómetro encaramado a la cifra de 40 de forma persistente, la perplejidad alcanza la altura de los aviones que han llevado a ministras de Unidas Podemos del gobierno español a distintos destinos internacionales y ser criticadas por esto por la derecha política, mediática y cloaquera. La única explicación de que se critique que hagan su trabajo ha debido ser por su militancia en Unidas Podemos, tildando los mismos de “viajes turísticos escandalosamente caros”. No encuentro otra explicación, nunca había presenciado una crítica tan furibunda por viajes internacionales de ministros y ministras, más bien todo lo contrario, hasta ahora mostrados como ejemplo del buen hacer de integrantes de los distintos gobiernos. Si viaja un ministro “pepero” es un hombre de estado y si viaja una ministra de Podemos es una turista impresentable. ¡Aterricemos!
A 40 grados los incendios que estamos padeciendo en los cuatro puntos cardinales del país sacan a relucir las costuras mal rematadas de la prevención, que los expertos dicen que hay que realizar durante el invierno, de la limitada dotación en medios materiales y personales por buena parte de las administraciones competentes y responsables en esta materia y también las costuras de la mala o inexistente planificación del territorio a medio y largo plazo. Los motivos de esta proliferación parece que están, además de los tradicionales, en el tan hablado cambio climático que nos ha traído este año esta persistente ola de calor.
Por último y ya deseando darme un baño ya que la temperatura no baja, aplaudir las medidas y recomendaciones aprobadas en el consejo de ministros y ministras para el ahorro energético y al que ya le han salido insumisiones en las filas de la derecha negacionista y a su cabeza la presidenta de la Comunidad de Madrid. Debe ser que los 40 grados persistentes no le dejan pensar bien, otra explicación sólo podría ser la oposición sistemática a las decisiones del gobierno de coalición estatal en su campaña electoral permanente. Este ahorro energético, muy a pesar de la ultraderechista Ayuso debiera ser una constante en el día a día siempre. Nos han llegado estas necesidades de ahorro como una de las consecuencias de la guerra desatada por Putin en Ucrania y la consiguiente escasez y escalada de precios de las fuentes de energía. Debiera de ser esta situación la piedra de toque que nos haga reaccionar y adquirir nuevos hábitos de consumo energético que vayan más allá del mero ahorro económico coyuntural e incorpore hábitos que supongan también ahorro en emisiones de CO2 y un cambio cultural en esta materia demandando más energías limpias y renovables, evitando derroches innecesarios, utilizando en mayor medida el transporte público y un montón de pequeños gestos individuales que como sociedad serían un gran gesto colectivo.
O cambiamos nuestro modelo económico-energético-medioambiental o este será probablemente el verano más fresco de los que nos quede de vida como advierte Fernando Valladares, ecólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas.
Reflexiones a cuarenta grados abanico en mano.
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