Reactivar a Marx

Por Pablo M. Arenas López

¿Qué quedó de aquel sueño revolucionario?, ¿qué pasó con la idea de transformar la sociedad a una más justa, más libre y más humana? En la era posmoderna, tal y como diría el filósofo esloveno Žižek, es más fácil imaginar el fin de la humanidad que una pequeña trasformación en el modelo de producción económica.

A día de hoy, los partidos de izquierdas han olvidado el sentido de ser una izquierda. Para seccionarse de ello solamente hay que revisar la política española de los últimos días, sus pactos, y sus riñas internas. A decir verdad, no he hecho justicia al mencionar la etiqueta “izquierda”. Por izquierda, me refiero a todos aquellos partidos que realizan una defensa de la clase trabajadora. Los hay quienes la defienden desde posiciones revisionistas, y desde posiciones más cercanas al marxismo. Asimismo, no todos ellos lo hacen de la misma manera, pues existen aquellos que, en la teoría, no han abandonado los postulados marxistas que promueven la abolición del capitalismo y sus clases sociales por una sociedad sin clases ni explotación del hombre por el hombre; mientras que, en la praxis, olvidan sus principios revolucionarios.

En efecto, el primero de todos ellos es el denominado Partido (Socialista Obrero) Español no se encuentra dentro de esta categoría. Y esto no nos debe causar sorpresa alguna, ya que todo el mundo sabe que, desde que abandonaron a los postulados marxistas se aliaron con la socialdemocracia europea, los valores que antaño defendieron se vieron traicionados. Sin embargo, en el panorama político español existen grandes partidos de izquierdas que, en la teoría, aún no han abandonado los postulados marxistas. Me estoy refiriendo a Izquierda Unida y Podemos, quienes han tenido un especial protagonismo estos últimos días. Para estos partidos, el objetivo principal de la movilización y organización política pasa por la transformación del sistema capitalista al sistema socialista. Sin embargo, últimamente la praxis política pasa exclusivamente por conseguir pequeñas conquistas electoralistas, u obtención de poder dentro del gobierno español.

No voy a entrar en debate sobre la investidura de Pedro Sánchez, y la posible coalición que hubiese salido entre PSOE y Unidas Podemos, básicamente porque considero que la investidura es el problema.

Al principio hablaba de aquel sueño revolucionario, de la emancipación humana, de la abolición de las clases sociales, de los cambios en los modelos de producción ¿dónde quedó todo eso? Hoy en día, es muy difícil encontrar un partido que hable de estas cosas, y quienes lo hacen deben hacerlo con mucho cuidado de no ser etiquetados como sectas, grupos terroristas y demás paranoias sociales generadas por un neoliberalismo enfermizo.

El problema que traigo de fondo es que la izquierda marxista revolucionaria se encuentra en un estado de coma profundo (por no llegar a decir que casi a la muerte cerebral). El conformismo por unas políticas públicas que “garanticen” el bienestar de la clase obrera se han visto como prioritarios frente a la idea de la abolición del capitalismo, la clase social, y la emancipación de la clase obrera mundial. La izquierda ha optado por la vía del parlamentarismo burgués, por la democracia burguesa que únicamente desea pescar pequeños peces en el mar.

En la época de la posmodernidad, se hace necesario reactivar a Marx. No como idea, no como sueño humano, justo, al contrario, como actitud revolucionaria. Reactivar a Marx no solamente implica volver a hablar de la abolición del capitalismo, de la explotación, de una sociedad sin clases sociales, reactivar a Marx implica volver a la raíz de los problemas, al análisis científico de las condiciones materiales de existencia humana. Pues, justamente esto último, es lo que se ha perdido. Cuando la izquierda revolucionaria se contentó con formar parte de gobiernos, de hacer una serie de pequeñas modificaciones en el tejido social, o de mejorar las condiciones de vida de algunas personas, olvidó por completo el volver al análisis científico de la realidad social.

Junto con la huida hacia atrás en la cuestión teórica, se aproximó, como he venido defendiendo, una huida en la praxis política. ¿Cómo? En efecto, en las formas del parlamentarismo y el municipalismo, en el rechazo implícito a la movilización social, a la protesta colectiva, a la organización partidista. Junto a ello, ha nacido un nuevo militante liquido (por expresarlo en palabras de Bauman). Dicho militante, carece de organización, de objetivos a largo plazo – solo le interesa los más inmediatos – de intereses colectivos. Su inserción en la organización dependerá de la capacidad de esta para resolver sus problemas, luego se marchará. Este nuevo militante líquido, que es tan visible entre las filas de los partidos de izquierdas, ha olvidado todo lo que implica ser de izquierdas, lo que es ser crítico y autocritico con la organización. No tiene teoría, y por supuesto, no tiene práctica política más que la de conformarse con acuerdos parlamentaristas y decir que va a solucionar los problemas de la gente corriente. Un término que, por cierto, es desagradecido con la realidad, pues vuelve a olvidar la realidad social ocultando las condiciones de explotación y violencia.

En esta época, reactivar a Marx se vuelve una condición imprescindible si optamos por la transformación de la realidad social, si deseamos la abolición del capitalismo como sistema social que promueve la violencia, la explotación, la enajenación y la alienación humana. Los partidos de izquierdas deben ser conscientes de esta problémica y comenzar a realizar una profunda autocritica de la situación en la que se encuentran inmersos, partiendo de la base de que el parlamentarismo burgués ha sido la trampa propuesta por el neoliberalismo para apaciguar y dormir el espíritu revolucionario.

La historia se vuelve a repetir. Si el moderno Estado del Bienestar surgió como una forma de frenar las revoluciones socialistas que emergían durante mediados del siglo XX, el parlamentarismo, el municipalismo de pactos y gobiernos de coalición son los hijos del Estado del Bienestar. Conocer, y analizar la realidad social es el primer, e inevitable paso, para reactivar a Marx en esta época de confusión social.

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