Ralentizar para vivir mejor

Los recursos del planeta son finitos y a eso hay que añadir el problema de la contaminación, el calentamiento global y el cambio climático, factores que juntos constituyen una bomba de relojería para el futuro de la humanidad si no se toman medidas serias al respecto.

Por Remedios Copa

La crisis energética que estamos padeciendo no nace de la guerra de Ucrania ni de la invasión de Putin como tantas veces se repite; pese a que la guerra haya contribuido a empeorar la situación el agotamiento de las energías fósiles y el de determinados elementos, cuyas reservas ya van quedando esquilmadas, no es ninguna novedad. Y que este agotamiento de las reservas en la naturaleza junto con la contaminación medioambiental aconseja ralentizar su consumo y racionalizar las reservas, tampoco.

Desde finales de los 70 las advertencias sobre la necesidad de moderar el crecimiento de la producción fueron múltiples. Se preveía el cenit del petróleo para 2005 y que a partir de ahí su extracción sería económicamente más costosa y el petróleo obtenido de peor calidad. El cenit de otros recursos fósiles preveía para el carbón el 2014, para el uranio el 2016, para el gas el 2025 y, el cenit del conjunto de todas las energías no renovables se venía estimando que se materializaría entre 2018 y 2020. Es decir que la crisis energética no es ninguna novedad, independientemente de que haya circunstancias sobrevenidas que la puedan agudizar. Antonio Turiel lleva mucho tiempo tratando de crear conciencia al respecto.

Los recursos del planeta son finitos y a eso hay que añadir el problema de la contaminación, el calentamiento global y el cambio climático, factores que juntos constituyen una bomba de relojería para el futuro de la humanidad si no se toman medidas serias al respecto. Pero esas medidas no se están tomando y el colapso está cada día más cercano. Para Carlos Taibo el colapso solo se puede retrasar un poco y mitigar algunas de sus consecuencias y pese a que dicha amenaza, cuya negación como mecanismo de defensa, pudo ejercer un rechazo a la implementación del decrecimiento, la realidad es la que es.

Si la anterior Cumbre por el clima fue pacata en sus propuestas, ahora la U E ha reclasificado las energías fósiles, levanta la moratoria al carbón y prima que todo siga igual. La Ley de Cambio Climático y Transición energética es, a juicio de expertos, tibia y tiene puntos oscuros por la gran cantidad de materiales críticos que requiere el enorme despliegue de sistemas energéticos renovables. Otra cuestión es el hecho de que las energías renovables ni lo son tanto, ni son tan verdes.

Como afirmaba Antonio Turiel en el II Congreso de la Rede para o Decrecemento Eo-Navia, Galiza, O Bierzo celebrado el 29 de octubre, podremos seguir disponiendo de energía pero no tanta como hasta ahora, porque las renovables no cubrirán más allá del 30 ó 40% de nuestras actuales necesidades energéticas. En la necesidad de racionalizar el uso de la energía, ralentizar el crecimiento y moderar el consumo insistieron también Carlos Taibo en su ponencia y Serge Latouche en el Documento aportado al Congreso. Los tres incidieron en la insostenibilidad del modelo crecentista y en que estamos avocados forzosamente a decrecer y que si no se hace de manera justa el reparto de la riqueza, nos veremos inmersos en revueltas sociales, hambrunas, violencia y actitudes dictatoriales para mantener los privilegios de unos pocos.

Latouche señalaba como en 2010 tan solo 368 personas acumulaban una riqueza equivalente a la renta de la mitad de la humanidad, en 2011 estaba en manos de 166 personas; en 2018, el 50% de la renta de la humanidad se acumulaba en tan solo 8 personas y en 2021 el 0,1% más rico acumulaba el 38% de la riqueza del mundo.

Como la avaricia no tiene límites, la industria de los combustibles fósiles está batiendo récords de beneficios mientras la inflación sigue asfixiando a la ciudadanía. La industria energética y la financiera incluso han duplicado sus beneficios. Las compañías Shell, Total Energies, Eni y Repsol acumularon 77.900 millones de euros en los tres trimestres de 2022, de los que 24.600 corresponden al último trimestre. Los lobbies tienen gran parte del éxito, no en vano Ursula von der Leyen mantuvo más de 500 reuniones con la industria de los combustibles fósiles o sus grupos de presión entre diciembre de 2019 y mayo de 2022, (según Jóvenes Amigos de la Tierra Europa que trabajan de forma colectiva por la justicia social y ambiental a nivel local, nacional y europeo).

Actualmente la Comisión Europea está a punto de renovar los estándares de la calidad del aire, cuya insalubridad provoca enfermedades graves y un considerable número de muertes, pero según filtraciones del borrador que propondrá al Parlamento esos estándares están por debajo de los propuestos por la OMS y se atribuye a la presión de los lobbies.

El totalitarismo y el eco-fascismo es un riesgo real en ese contexto. Por ello, deberíamos estar construyendo los trazos necesarios para establecer la sociedad del futuro, apostando ya por construir formas de redistribución colectiva y olvidarnos del individualismo trasnochado. Habrá que garantizar el acceso de todos a los bienes escasos y limitar el despilfarro por parte de quienes puedan comprarlos al precio que sea.

Aunque el decrecimiento no tiene por qué hacer que seamos menos felices, y bien planteado es una defensa contra el eco-fascismo y la tiranía, como dice Latouche existe resistencia a elegir una sociedad alternativa; y se llegará a ese cambio “por la amenaza o experiencia de una catástrofe, o que el gran relato para regenerar la sociedad suscite una afiliación intelectual y sentimental”.

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