Qué podemos aprender de la corona crisis: cinco lecciones económicas básicas

"La corona crisis se debería de aprovechar para iniciar el cambio de modelo productivo hacia un modelo sostenible e inclusivo frente al modelo extractivo como el que tenemos en la actualidad".

Por Joan Ramón Sanchis Palacio

La crisis derivada de la pandemia del coronavirus está produciendo cambios desde todas las perspectivas: social, cultural, económica, … Sin duda alguna, los cambios económicos van a ser significativos, cambios que van a afectar al empleo, a los modelos de negocio y al sistema productivo y económico del país. La crisis son también oportunidades para el cambio, y en este caso de se debería de aprovechar para iniciar el cambio de modelo productivo hacia un modelo sostenible e inclusivo frente al modelo extractivo como el que tenemos en la actualidad. Para ello, se hace necesario aprender de las crisis, sobre todo de esta última que estamos sufriendo, y también de la crisis financiera del 2008. A continuación se analizan una serie de aspectos que considero que deberíamos aprender de este crisis con el fin de consolidar un modelo económico más sólido y no tan sensible a los escenarios de recesión económica.

La primera lección económica que deberíamos aprender es que la economía ha de estar siempre al servicio de las personas. El objetivo de la economía no ha de ser el crecimiento ni la acumulación de riqueza y de dinero, si no la mejora de la calidad de vida y el bienestar de las personas. Economía al servicio de las personas y no las personas al servicio de la economía priorizando el bien común y el interés común sobre los intereses particulares de unos pocos. La decisión de la cuarentena y el confinamiento ha sido una decisión dura que ha producido un efecto negativo, posiblemente devastador, sobre una gran parte de la actividad económica. Para proteger la salud de la ciudadanía, se ha tenido que cerrar una gran parte del sistema productivo, con los consiguientes costes económicos que esto ha producido, tanto sobre la macro como sobre la microeconomía. Y esto va a suponer un gasto público elevadísimo que condicionará decisiones futuras que van a estar supeditadas a la deuda y el déficit públicos. Pero había que hacerlo, y seguramente si se hubiera hecho antes, los efectos sanitarios hubieran sido menores. Las consecuencias están siendo graves para la parte de la población más vulnerable, personas sin techo, personas con bajos niveles de renta, personas sin empleo o que han sufrido un ERE y en un segundo plano autónomos y personas con negocios de pequeña dimensión. Lo que requiere medidas sociales como una renta básica universal o la condonación de determinadas cuotas, tasas e impuestos.

La segunda lección tiene que ver con el consumo y los hábitos de consumo. La corona crisis nos ha enseñado que podemos vivir con mucho menos de lo que tenemos, que una gran parte de nuestro consumo no es realmente imprescindible y que las compras convulsivas y masivas producen efectos negativos que podrían evitarse. Hemos aprendido a no ir a los centros comerciales, a comprar lo imprescindible cada día o cada semana y de alguna manera esto nos ha ayudado a entender con la  práctica que és eso de la economía verde y circular. Los niveles de polución y de ruido en las ciudades se han reducido significativamente y la naturaleza ha recuperado parte del espacio que había perdido con las aglomeraciones y el consumo humano. Lo que demuestra que adoptar medidas contra el cambio climático es posible y que dichas medidas son efectivas.

La tercera lección tiene que ver con los modelos de negocio. Los mayores efectos del confinamiento se han producido en aquellos sectores que están basados en una oferta masiva y un empleo más precarizado, sobre todo en el sector turístico y de la hostelería. Este modelo de turismo de masas es insostenible y así lo ha demostrado la corona crisis. Además, la economía española muestra una dependencia destacada de este sector, por lo que los efectos sobre el conjunto de la economía se magnifican. Por tanto, se hace necesario reducir el peso de estos sectores frente a otros sectores como la industria y también se hace necesario cambiar el modelo de negocio buscando un turismo más selectivo y de calidad. No es tan importante el número de visitantes como los ingresos que estos visitantes generan en la economía local.

La cuarta lección, relacionada con la anterior, es que los procesos de deslocalización productiva llevados a cabo en otras épocas (dos últimas décadas del Siglo XX) ha supuesto un desmantelamiento de una parte de la industria que ha generado una gran dependencia del exterior, sobre todo de los países del sudeste asiático, y en especial de China. Por tanto, se hace necesario una relocalización de la industria productiva, potenciando sectores industriales tradicionales como el textil, el juguete, el calzado, … Sectores que además tradicionalmente han sido sectores intensivos en mano de obra, pero también sectores donde predomina la economía sumergida y las malas prácticas empresariales. Actualmente, están surgiendo nuevas oportunidades con la fabricación de material sanitario, lo que abre las expectativas a nuevos clusters locales, potenciando la industria local. Será importante recuperar parte de esta industria pero con criterios de sostenibilidad, garantizando alto valor añadido de su producción y a la vez también creando valor social y ambiental.

La quinta y última lección se refiere a la forma de vender y de entender las relaciones entre las empresas y sus clientes. El pequeño comercio ha sido otro de los sectores que más se ha visto afectado por la corona crisis. Sin embargo, una parte de este, el de la alimentación y productos básicos, ha sabido adaptarse a las circunstancias, ofreciendo a sus clientes unas mejores condiciones basadas en la comodidad y la seguridad. Muchos de estos pequeños comercios, no solo han aguantado la crisis si no que incluso se han visto reforzados. La clave estaría en mantener esto una vez superada la crisis sanitaria y una vez salgamos del confinamiento. Favorecer la venta directa eliminando intermediarios innecesarios y que no aportan valor añadido si no mayores costes, y potenciar la venta online a través del comercio electrónico y otros dispositivos basados en las TIC, abren expectativas positivas para el pequeño comercio.

Podríamos incluir muchos más aspectos, como el teletrabajo, la economía digital o los servicios a domicilio, pero por razones de espacio, los trataremos en otros artículos. Creo que el mensaje ha quedado claro con los cinco aspectos analizados. Vamos hacia otras formas de relacionarnos económicamente, que van a requerir el esfuerzo de todos los agentes económicos y sociales. Entender los cambios y adaptarse, o incluso, anticiparse a ellos, es crucial.

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