Niceto Alcalá-Zamora, corazón republicano

El fracaso del levantamiento militar en Aragón lo envió a prisión como miembro del comité revolucionario

Rápidamente saltó a la fama por sus elocuentes discursos en el Congreso de los Diputados, convirtiéndose en ministro de Obras Públicas en 1917 y ministro de Guerra en 1922

Por Ana GT

Niceto Alcala Zamora y Torres nació el 6 de julio de 1877 y falleció el 18 de febrero de 1949. Fue un abogado y político español que se desempeñó brevemente como primer ministro de la Segunda República Española y luego, de 1931 a 1936, como su presidente. 

Primeros años.

Alcalá Zamora nació el 6 de julio de 1877 en Priego de Córdoba, hijo de Manuel Alcalá Zamora Caracuel y Francisca Torres Castillo. Abogado de profesión, desde muy joven fue miembro activo del Partido Liberal. 

Diputado electo, rápidamente saltó a la fama por sus elocuentes discursos en el Congreso de los Diputados, convirtiéndose en ministro de Obras Públicas en 1917 y ministro de Guerra en 1922, y se desempeñó en gobiernos de concentración bajo la presidencia de García Prieto. 

También fue el representante de España en la Liga de Naciones. 

Decepcionado por la aceptación por parte del rey Alfonso XIII durante el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923. Alcalá Zamora no cooperó con el nuevo régimen. Tras la marcha del dictador en 1930, se declaró republicano en un mitin celebrado el 13 de abril en el Teatro Apolo de Valencia. 

El fracaso del levantamiento militar en Aragón en el mismo año lo envió a prisión como miembro del comité revolucionario, pero salió después de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. 

En las elecciones, aunque los candidatos monárquicos recibieron más votos que los republicanos, estos sí triunfaron en las ciudades de provincia, ya que Alfonso pronto cedió el poder. 

Sin esperar nuevas elecciones, Alcalá Zamora encabezó el gobierno interino revolucionario, convirtiéndose en el 122º primer ministro en ocupar los ministerios en Madrid el 14 de abril y proclamar la Segunda República Española. 

Nueva Constitución.

Miguel Maura, ministro del Interior y él dimitieron el 15 de octubre. Ambos hombres se opusieron a la redacción de los artículos 24 y 26 de la nueva Constitución, que santificaron la separación de la iglesia del estado y permitieron la disolución de las órdenes religiosas que el estado consideraba peligrosas. 

Alcalá Zamora y Maura dijeron que los artículos insultaban sus sentimientos religiosos, así como los sentimientos del electorado católico que representaban. Sin embargo, el 10 de diciembre de 1931, Alcalá Zamora fue elegido presidente por 362 votos de los 410 miembros presentes (la Cámara estaba formada por 446 miembros). 

En 1933, disolvió las Cortes (parlamento), lo que le costó a Alcalá-Zamora el apoyo crítico de la izquierda. Las posteriores elecciones de noviembre de 1933 dieron la victoria a la derecha, con la que Alcalá-Zamora se mostró muy hostil, con constantes enfrentamientos institucionales a lo largo de su mandato. 

Confederación de España de Derechas Autónomas CEDA.

El partido con más votos fue la Confederación de España de Derechas Autónomas CEDA, pero no tenía suficientes escaños para gobernar. Alcalá Zamora se negó a nombrar primer ministro al líder de la CEDA, José Maria Gil-Robles, y en su lugar nombró a Alejandro Lerroux, quien luego colaboró con la CEDA. 

En octubre de 1934, Gil-Robles recibió dos carteras ministeriales para la CEDA. En marzo del año siguiente, adquirió tres más, pero al principio no intentó conseguir el puesto de primer ministro. Al final, decidió probar suerte. 

Alcalá Zamora desestimó las Cortes el 7 de enero de 1936 con el propósito de evitarlo. La disolución provocó nuevas elecciones. El Frente Popular de Izquierda ganó una pequeña mayoría. 

Derrocar a Alcalá Zamora.

La mayoría de izquierda en las nuevas Cortes utilizó entonces una laguna constitucional para derrocar a Alcalá Zamora. La constitución permitió a las Cortes destituir al presidente de su cargo después de dos disoluciones anticipadas, y mientras que la primera disolución (1933) fue parcialmente justificada por el cumplimiento de la misión constitucional de la primera legislatura, la segunda fue un simple intento de inducir elecciones anticipadas. 

Por considerar esta acción «injustificada», el recién elegido el 7 de abril de 1936, destituyó al presidente y eligió a Manuel Azaña para este cargo. La derecha odiaba a Azaña, y el derrocamiento de Zamora fue un momento decisivo ya que muchos españoles abandonaron la política parlamentaria. 

Últimos años y muerte.

El estallido de la Guerra Civil española sorprendió a Alcalá Zamora, que entonces se encontraba de viaje por Escandinavia. Decidió alejarse de España cuando se enteró de que milicias del gobierno del Frente Popular habían entrado ilegalmente en su casa, robado sus pertenencias y asaltado su caja fuerte de su Banco en Madrid, llevándose también el manuscrito de sus memorias. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Alcalá Zamora estaba en Francia. 

La ocupación alemana y la actitud colaboracionista del gobierno de Vichy lo obligaron a dejar Francia y viajar a Argentina en enero de 1942. Allí vivió con el dinero de sus libros, artículos y conferencias. 

Al parecer, se le ofreció que si regresaba permanecería impune, ya que uno de sus hijos estaba casado con la hija del general Gonzalo Queipo de Llano, uno de los líderes del levantamiento. Si alguna vez se hizo la oferta, no sirvió para nada porque no quería volver a España bajo el poder de Franco. 

Alcalá Zamora murió en Buenos Aires en 1949. Su cuerpo fue devuelto a España en 1979 y enterrado en el Cementerio de la Almudena de Madrid. 

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