La solidaridad es nuestra

Es lamentable que tenga que ver en este contexto la mejor expresión de la diferenciación de las clases sociales. Parece contradictorio que ante un atentado terrorista venga yo a hablar de clases sociales y de la lucha inherente que ella conlleva, pero lo cierto es que este marco nos deja una gran muestra de esta.

Dejo por un tiempo mis comentarios sobre asuntos económicos para dedicarme a unos no menos materialistas, lo siento. Pero hemos visto, como también dentro de la economía —como relación obligada entre las clases sociales— una, y solo una, ha dejado de lado su posición frente a un estado de crisis —que, por otro lado, no deja de constatar un estado en el cual vivimos constantemente—.

Este atentado, el cual, no tiene nada de justificable —sobra decirlo— nos ha permitido ver como la clase oprimida —cabe recordarlo siempre— deja de lado sus enfrentamientos, los cuales no dejan de ser trascendentales para su vida, frente a un bien social. Puedo ilustrarlo con dos luchas que están teniendo, mediáticamente, mucha atención. Estas dos luchas —las cuales apoyo y siempre me verán de su lado— han parado sus micro-defensas —entendamos que digo micro en relación del sector frente al país— en apoyo o, mejor dicho, en ayuda de un fin mayor ¿Cuáles son? Creo que, una vez llegado aquí, no hace falta que lo diga —suponiendo que quienes hayan estado al tanto de la prensa, podrán ir suponiendo a cuáles me refiero— pero lo diré:

Primero podemos ver como los trabajadores de Eulen, quienes hasta hoy han sido perseguidos por los medios y, como no, por la derecha-centro política. Pues bien, ellos han decidido suspender su huelga convocada, la cual no tenían ninguna obligación —más allá de la moral— de anular. Ellos, han puesto el fin de una ciudad, y no solo de una ciudad, por encima de sus derechos particulares, y no solo particulares.

No seré yo quien diga que la nación —entendiendo que ahora si hablo en términos más abstractos— está por encima de la clase. Evidentemente, ese nunca será el caso. Pero tampoco seré yo quien diga, que ante una crisis interna, donde las víctimas son, no solo inocentes, sino doblemente castigadas, no se las apoye incondicionalmente ¿Por qué doblemente castigadas? Creo que esta pregunta se contestará líneas abajo —Al menos lo espero—.

El otro sector, al cual hago referencia de manera heroica, es al de los taxistas. En medio de una batalla contra las empresas Cabify y Uber —entre otras— bajan sus armas, sean cuales sean estas, para realizar sus carreras gratuitamente a quien lo necesite en la ciudad condal. Pero, no solo trabajan por solidaridad —cosa que es extremadamente elogiable— sino que además lo hacen de manera conjunta con, al menos, una de estas empresas mencionadas. Es decir, no solo frenan su lucha, sino que se alían con su “enemigo”, porque el momento así lo exige.

Parece no venir a cuento nada de lo que he escrito —aun sabiendo que he dejado fuera otros grupos de trabajadores que han ayudado de manera altruista, como es normal, en este suceso— pero todo tiene relación, o eso creo. Y antes de continuar con la línea argumental me gustaría hacer una pausa y elogiar a las fuerzas del Estado que en un día como hoy han trabajado de manera espectacular —pese a la rancia derechización que sufren—.

Volviendo al tema principal de mi artículo de hoy, si bien este atentado nos ha mostrado la solidaridad del pueblo español, también nos ha mostrado la cara más lamentable de la derecha —cuando hablo de derecha o izquierda, no lo hago refiriéndome a la estructura de los partidos políticos mediáticos—. Cabe recordar, que en días como hoy, con más víctimas incluso, héroes del emprendimiento y la “autoayuda” como Ajram ganaron más que dinero. Sintiéndose, además, orgulloso hace, relativamente, poco en una entrevista de televisión de deber su fortuna al infierno de otros. Aquí ya podemos ver, el espíritu empático de unos frente a otros —pero aún se me puede contestar con el hecho de que es un caso aislado—, pues no lo es. No lo es, en tanto empresas como mediaset se han permitido el lujo de trasmitir en directo todo el operativo de los mossos mientras uno de los sospechosos sigue huido ¿No es eso el beneficio de la empresa, por encima de la necesidad de la sociedad? ¿No es, justamente, lo contrario a lo expuesto antes? —pero aún puede ser otro caso aislado— Podemos añadir, a esta empresa de la información, otra hilera de medios que han ganado visitas web gracias a su falta de ética —a la cual ya nos tienen acostumbrados, pero que aún sigue sorprendiéndonos— emitiendo videos y fotos de las víctimas ¿Es también algo marginal cuando, prácticamente, todo el sector —siempre a gran escala— lo hace?

Pero aún podemos añadir más leña a la hoguera, el Club de los Viernes —un grupo pseudoliberal o, mejor dicho, liberal en lo económico y, como no, fascista en lo político— se permite el lujo de ironizar con la, mal llamada, turismofobia y el atentado, literalmente su tweet —borrado posteriormente— decía: “Se empieza pinchando las bicis de los turistas y se acaba atropellándolos en furgoneta por La Rambla”. Lástima, no sean capaces de comprender que ese grupo que defiende poder vivir en ciudades con subidas de precios inducidas por la mala “hostelería” —criticada incluso por organizaciones de empresarios— sean pertenecientes a la clase que ha mostrado su apoyo incondicional a las víctimas. Es decir, sean quienes han dejado la política de lado, sabiendo que hay un fin mayor. Aunque nuevamente, se trata de otro caso aislado.

Otro ejemplo de grupos marginales pertenecientes, al menos, ideológicamente a la clase dominante y que han utilizado el atentado como herramienta discursiva, es el bloque nacionalista español. A un tweet —da vergüenza que toda la vida ocurra en Twitter—de los mossos que decía, en varios idiomas: “Se acaba de producir atropellamiento masivo en las Ramblas de Barcelona por parte de una persona con una furgoneta. Varios heridos” le ha llovido todo tipo de contestaciones que lejos de mostrar el apoyo, mostraba el odio y la distancia en la que nos encontramos ambas clases.

Es curioso ver como en momentos de crisis al final el pueblo siempre es quien se levanta e intenta, con los medios que tiene, salvar lo que sea necesario. Ver cómo, son los oprimidos, los que dejan de lado sus necesidades para defender algo que está por encima de ellos. La lucha de clases, claramente, existe. Y aunque, no se ejerza en ambas direcciones —cabe señalar la despolitización y la alienación de la clase oprimida— la solidaridad es nuestra. Nuevamente, es la solidaridad la que da un paso al frente y se impone, pero mañana los taxistas volverán a ser violentos y los trabajadores de Eulen a jodernos las vacaciones. Pero mañana Ajram venderá un libro más y Telecinco líder de audiencia. Ojalá, en momentos como este, la clase obrera sea consciente de lo que es, porque lo es todo

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