La Revolución Cantada (II): Los nacionalistas llegan al poder

Ciudadanos lituanos se cogen de las manos formando una cadena humana que iba desde Vilna hasta Tallín pasando por Riga. La Cadena Báltica supuso una movilización masiva de ciudadanos estonios, letones y lituanos y se convirtió en un auténtico símbolo de la Revolución Cantada

Siguiendo el ejemplo de las repúblicas bálticas, otras repúblicas de la URSS (y una de las primeras fue precisamente la RSFS de Rusia, después de las repúblicas bálticas, Azerbaiyán y Georgia) seguirán el ejemplo báltico y también declararán su soberanía, debilitando el conjunto de la unión y suponiendo un paso más en la desintegración de esta.

Por Alex Erofeev / Descifrando la Guerra

Nacimiento de los frentes populares y declaraciones de soberanía. El proceso nacionalista coge impulso (1988-1989)

A pesar del deseo de Gorbachov de llevar a cabo plenamente las políticas de glasnost y perestroika, muchos miembros del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) veían estas políticas con reticencia. Es por ello que en los años 1987-1988 se formarán en las distintas repúblicas los llamados Frentes Populares, que eran organizaciones a caballo entre lo que vendría ser una organización de la sociedad civil y un partido político, y eran, esencialmente, movimientos de apoyo a la perestroika.

Estas organizaciones en parte se «formarán desde abajo» y en parte se «fomentarán desde arriba» por parte del propio gobierno de Gorbachov. Generalmente, los frentes populares agruparán en su seno tanto a los miembros del PCUS más aperturistas como a los nacionalistas y liberales más moderados.

Los países bálticos no serán una excepción a esta tendencia. En abril de 1988 se forma el Frente Popular de Estonia. En junio de 1988 se formará el Frente Popular de Letonia. En Lituania también se creará un movimiento similar en junio de 1988, y recibirá el nombre de «Sajudis» (“movimiento” en lituano).

En principio estos movimientos cumplirán con el papel que se esperaba que cumpliesen: serán movimientos de apoyo a la Perestroika, con un programa democrático, y aunque tendrán ciertas reivindicaciones nacionalistas, estas serán moderadas. No obstante, conforme pase el tiempo estas organizaciones se radicalizarán y acabarán rompiendo con Gorbachov y la perestroika, pues ya no defendían simplemente reformar la URSS, sino directamente la independencia y un claro programa nacionalista (en ocasiones incluso un tanto radical), además de abiertamente liberal en lo económico.

Sin embargo, no nos podemos olvidar de los partidos comunistas de las repúblicas, pues aún seguían siendo los únicos partidos con el monopolio del poder, y que a su vez formaban parte del PCUS. Los dirigentes más conservadores de estos partidos serán cesados y Gorbachov se encargará de promover a dirigentes más reformistas, que siguiesen la línea de la perestroika. Bajo la dirección de estos nuevos líderes, los partidos comunistas bálticos se sumarán a la marea reformista y nacionalista y acabarán adoptando parte de este programa y discurso (si bien en parte para controlarlo y poder mantenerse en el poder llevando a cabo algunas exigencias), aunque nunca llegarán a defender tesis abiertamente nacionalistas y radicales. Los partidos comunistas estonio y lituano acabarán rompiendo con el propio PCUS en 1990. No obstante, este no será el caso del PC letón, que siempre se mantendrá fiel al PCUS y nunca llegará a romper con él.

Con los Frentes Populares cada vez más fuertes, pero aun estando las repúblicas gobernadas por sus respectivos partidos comunistas, en noviembre de 1988 Estonia se convierte en la primera república soviética en declarar su soberanía.

¿Qué significaba esta «declaración de soberanía»? Aun sin cuestionarse la pertenencia a la URSS, cuando Estonia declaraba su soberanía declaraba la primacía de sus leyes sobre las leyes de la URSS en su conjunto. Posteriormente le seguirán Lituania en mayo de 1989 y Letonia en julio de 1989.

Los países bálticos se habían convertido de esta manera en las repúblicas a la vanguardia en el debate de la cuestión nacional y en las que más desafiaban al poder central. Habían iniciado el llamado “desfile de soberanías”.

Siguiendo el ejemplo de las repúblicas bálticas, otras repúblicas de la URSS (y una de las primeras fue precisamente la RSFS de Rusia, después de las repúblicas bálticas, Azerbaiyán y Georgia) seguirán el ejemplo báltico y también declararán su soberanía, debilitando el conjunto de la unión y suponiendo un paso más en la desintegración de esta.

Pero aquí cabría aclarar que, al contrario de lo que muchos creen, la URSS no cae por la «periferia» debido a una supuesta proliferación de separatismos, sino por el «centro», pues después del fracaso del golpe de agosto de 1991 Yeltsin, presidente de Rusia, se impone frente a Gorbachov y al poder central de la URSS, y precisamente por eso empieza su desintegración. Y si bien el debate en torno a la cuestión nacional estaba a la orden del día en casi todas las repúblicas, ninguna república llegará a exigir abiertamente y a declarar su independencia (hasta el fracaso del golpe de Estado de la extrema izquierda en agosto de 1991). Ninguna, salvo los países bálticos (y Georgia).

¿Por qué los países bálticos fueron más allá en sus reivindicaciones nacionales? Se pueden citar las siguientes razones:

  • Las repúblicas bálticas se encontraban entre las repúblicas económicamente más pudientes de la URSS, y consideraban que daban a la URSS más de lo que recibían, por lo que pensaban que separándose de la URSS les iría mejor en el plano económico.
  • Al haberse llevado a cabo el proceso de incorporación a la URSS de manera “reciente” (en comparación con las repúblicas que conformaron la propia URSS en 1922), todavía seguían vivas personas pertenecientes a las generaciones que vivieron este proceso y se opusieron a él. Estas personas, que no vieron con buenos ojos el establecimiento del poder soviético, a veces seguían profesando una ideología nacionalista en secreto, y en muchos casos sufrieron una dura represión por parte del Estado soviético. Estas personas harán uso de su voz, y serán ampliamente escuchados por las masas de ciudadanos (a pesar de que muchos de los que los escuchasen pudieran ser descendientes de aquellos que sí vieron con buenos ojos el establecimiento del poder soviético).
  • Por último, tenemos el plano internacional. Mientras en el caso del resto de repúblicas los EEUU y otras potencias occidentales no cuestionaban la integridad territorial de la URSS, en el caso de los países bálticos, al menos Estados Unidos (así como otros países) nunca reconoció su incorporación a la URSS, y seguían actuando misiones diplomáticas de los antiguos gobiernos en territorio de EEUU y de otros países. Esto motivó a los nacionalistas locales a actuar más enérgicamente para alcanzar su independencia, pues sabían que el reconocimiento internacional, lejos de ser una quimera, era algo completamente factible.

No obstante, no todos los ciudadanos bálticos compartían la euforia patriótica promovida por los frentes populares. No nos podemos olvidar de que en las tres repúblicas existían importantes minorías eslavas (en su mayoría rusoparlantes) que si bien en un primer momento permanecieron pasivas e incluso pudieron coincidir y apoyar algunos postulados democratizadores que propugnaban los frentes populares, acabarán viendo con desconfianza la aplicación de políticas nacionalistas en lo relativo a lengua, cultura e incluso derechos civiles, y ante las cuales estas minorías podrían acabar siendo discriminadas y pasar a ser ciudadanos de segundo orden.

Según el censo de 1989, de la población de Estonia, un 61,5% eran estonios étnicos y un 30,3% rusos étnicos (a los que podríamos sumar un 3,08% de ucranianos y un 1,77% de bielorrusos, ambos mayoritariamente rusoparlantes, sumando un total de 35,15% de eslavos). Esto contrasta bastante con el último censo realizado en la Estonia independiente de entreguerras en 1934, en el que los estonios étnicos eran el 88,11% de Estonia, mientras los rusos suponían únicamente el 8,23%, lo cual demuestra el gran cambio en la composición étnica que supuso la inmigración de decenas de miles de trabajadores eslavos de otras regiones.

En Letonia, el porcentaje de la población eslava era aún mayor (según el censo de 1989): un 52,05% de letones frente a un 33,96% de rusos, a los que podemos sumar un 4,5% de bielorrusos y un 3,4% de ucranianos, sumando un total de 41,86% de eslavos. Al igual que en el caso de Estonia, esto suponía una gran diferencia respecto al último censo realizado por la Letonia independiente de entreguerras de 1935, en el que los letones suponían un 76,97% de la población frente a un 8,83% de rusos y un 1,4% de bielorrusos.

En cambio, la composición étnica de Lituania será bien distinta, y mucho más uniforme. Una vez más, según el censo de 1989, en Lituania había un 79,58% de lituanos frente a un 9,37% de rusos, a los que podríamos sumar un 1,72% de bielorrusos y un 1,22% de ucranianos, dando un 12,31% de eslavos mayoritariamente rusoparlantes. Cierto peso y relevancia tendrá también la minoría polaca, que había habitado históricamente la región de Vilna y que suponía un 7,02% de la población local. Curiosamente, en Lituania se daba la situación inversa a Estonia y Letonia: en el censo de 1923 (con cálculos que incluían las poblaciones de Klaipedia, entonces bajo administración francesa, y Vilna, entonces en manos polacas) los lituanos étnicos conformaban un 70,3% frente al 79,58% de 1989. Es decir, que al contrario que Estonia y Letonia, Lituania se había vuelto más homogénea étnicamente con el paso del tiempo y tras pasar a formar parte de la URSS. Esto se debe a varios factores. En primer lugar, según el censo de 1923 en Lituania había un 8,5% de judíos, que serán exterminados casi por completo durante el holocausto. En segundo lugar, las inversiones económicas en Lituania serán algo menores y se centrarán en sectores muy concretos, por lo que la inmigración de población eslava también será bastante menor. Por último, no nos podemos olvidar de que (a pesar de que la URSS era un Estado ateo, las tradiciones religiosas estaban presentes en cierta manera) la religión mayoritaria en Lituania era el catolicismo (frente al protestantismo en Estonia y Letonia), y dado que entonces los católicos eran más tradicionales que los ortodoxos, la tasa de natalidad también será mayor en los lituanos que en la población eslava. En cambio, a su vez, la tasa de natalidad de los ortodoxos era mayor que la de los protestantes, lo que también ayuda a explicar el mayor crecimiento de la población eslava en Estonia y Letonia. Y curiosamente, en Lituania no será tanto la minoría rusa la que más reaccione contra el proceso nacionalista lituano, pues en Lituania los rusos étnicos vivían más dispersos que en Estonia y en Letonia y estaban plenamente integrados en la sociedad lituana (un 37,5% de rusoparlantes lituanos dominaba el lituano frente a un 22,2% de rusoparlantes letones que dominaban el letón y un 14,9% de rusoparlantes estonios que dominaban el estonio), sino, sorprendentemente, será la minoría polaca aquella que más se oponga al proceso separatista.

Es común oír en diferentes medios que la URSS llevó a cabo un proceso de rusificación forzoso con el fin de que, ejerciendo la población rusa (y de otras minorías) de contrapeso frente a la población local, las repúblicas bálticas fuesen más sencillas de controlar y así frenar sus “aspiraciones nacionales y democráticas”. La realidad es que no existe absolutamente ningún documento oficial en el que se ordene llevar a cabo un proceso planificado de rusificación de los países bálticos. Si la composición étnica de las repúblicas bálticas cambió, fue porque, junto con las grandes inversiones que realizó la URSS en los países bálticos, decenas de miles de trabajadores vinieron de Rusia y de otras repúblicas a trabajar en las nuevas fábricas que se venían construyendo, y precisamente fue el sudor de los obreros e ingenieros eslavos el que hizo que las repúblicas bálticas se desarrollasen económicamente y llegasen a ser lo que fueron y lo que son hoy en día. Además, si la URSS hubiese decidido llevar a cabo un proceso de rusificación forzoso, lo habría realizado también en Lituania, y no solo en Letonia y Estonia. Como hemos visto antes, Lituania, lejos de rusificarse, se volvió más “lituana”.

Más adelante, cuando los frentes populares lleguen al poder y cuando finalmente los países bálticos adquieran la independencia, Estonia y Letonia establecerán que solamente aquellos que tenían antepasados que habían vivido en estas repúblicas antes de su anexión en 1940 tenían derecho a ser considerados ciudadanos, pues consideraban que la incorporación había sido ilegal y la presencia de todas las personas que habían emigrado allí durante la época soviética también era ilegal (a pesar de que muchas familias pudiesen haber estado viviendo ahí durante décadas). Con estas políticas discriminatorias y xenófobas, la mayor parte de la población eslava eran considerados poco menos que colonos, dejaban de ser considerados ciudadanos y pasaban a ser ciudadanos de segundo orden o incluso directamente apátridas. Esto supondrá un problema importante una vez las repúblicas bálticas hayan adquirido su independencia, en especial para esta población eslava, cuyos derechos serán ampliamente vulnerados. En cambio, Lituania se desmarcará de esta política discriminatoria, y se aprobarán leyes que de manera específica garantizarán la ciudadanía y los mismos derechos (incluidos aquellos que hacían referencia a cuestiones lingüísticas y culturales) a todos los ciudadanos, independientemente de su origen étnico y cultural e independientemente de si ya vivían en Lituania antes de 1940 o sí emigraron después a la república. Si bien el proceso que se llevó a cabo en Lituania tampoco dejaba de ser un proceso nacionalista, hay que reconocer que Lituania apostó por un modelo de nacionalismo cívico que no excluía a las minorías en su proyecto, frente al nacionalismo étnico y excluyente que predicaban los nacionalistas estonios y letones.

Manifestación de la organización prosoviética y unionista “Unidad” en Vilna. En los carteles se puede leer lemas como “¡Hoy manifestaciones, mañana huelgas!”, “No a la confrontación con la URSS” o “Sí a la democracia, no a la dictadura de Sajudis”

Como reacción a los frentes populares y al avance de la agenda nacionalista, en 1988-1989 se crearán los llamados “Frentes Internacionales” o «Interfronts». Estas organizaciones tenían una estructura similar a los frentes populares: eran movimientos que pretendían representar a la sociedad civil y que tenían su apoyó principal en los trabajadores de fábricas y en la minoría eslava (si bien también habrá algunos estonios, letones y lituanos étnicos que militen en los frentes internacionales), que veían con inquietud las nuevas políticas que pretendían llevar a cabo los frentes populares. Frente al nacionalismo de los frentes populares, los frentes internacionales defendían la pertenencia innegociable de las repúblicas bálticas a la URSS y la “hermandad entre pueblos”. En lo económico, si bien no eran completamente cerrados, se declaraban contrarios a la restauración del capitalismo (al menos en su versión más liberal) y eran partidarios de “defender los intereses sociales de los habitantes” de sus respectivas repúblicas. No obstante, aunque a priori puede parecer que su programa coincidiese con el de los miembros de la línea dura del PCUS, en el plano estrictamente político su programa era bien distinto (e incluso en parte coincidía más con los frentes populares que con los comunistas más acérrimos): defendían una mayor democratización y transparencia, incluían puntos ecologistas (no olvidemos que las protestas ecologistas fueron precisamente el germen de la Revolución Cantada) y al mismo tiempo que se declaraban contrarios al nacionalismo y al chovinismo, también se declaraban contrarios al “estalinismo”. A pesar de que su militancia y popularidad serán mucho menores que las de los frentes populares, en cierta medida sí conseguirán su objetivo de consagrarse como organizaciones de masas que representaban a la sociedad civil (en los frentes internacionales habrá obreros, ingenieros, profesores de universidad, etc.). Y, con la excepción de Estonia, actuarán más como una organización de este tipo que como un partido político. En junio de 1988 se forma el “Movimiento Internacional de Trabajadores de Estonia”, más bien conocido como “Intermovimiento”. En enero de 1989 se forma el “Frente Internacional de Trabajadores de Letonia”, conocido como “Interfront”. En Lituania, se creará la organización “Unidad”, de carácter similar.

El 23 de agosto de 1989 se llevará a cabo el acto más famoso de toda la Revolución Cantada: la Cadena Báltica. Más de un millón y medio de manifestantes estonios, letones y lituanos formaron una cadena humana de 670 km desde Vilna hasta Tallín, pasando por Riga.

Esta cadena humana fue una demostración de fuerza excepcional y se convirtió en un auténtico símbolo de la Revolución Cantada. Durante mucho tiempo, la cadena báltica fue la cadena humana más larga registrada en el Libro Guinness de los récords. No es casualidad que los manifestantes eligiesen el día 23 de agosto para manifestarse, pues era el aniversario de la firma del Pacto Ribbentrop-Molotov y además de hacer una demostración de fuerza de los nacionalismos bálticos lo que buscaban los manifestantes era «concienciar acerca del destino que habían sufrido las repúblicas como consecuencia de ese pacto”. La cadena báltica acabaría sirviendo como fuente de inspiración a muchas otras cadenas humanas que se llevarían a cabo posteriormente, como la de Taiwán en 2004 o la de Cataluña en 2013.

Elecciones de 1990. Lituania declara su independencia

Siguiendo la tendencia que se estaba produciendo en la URSS tanto a nivel de la unión en sí como de las distintas repúblicas, los partidos comunistas de las repúblicas bálticas renunciarán al monopolio del poder y se convocarán elecciones libres en febrero-marzo de 1990. La postura de los partidos comunistas de las distintas repúblicas diferirá. Frente a la postura de los frentes populares, que acabaron adoptando un programa abiertamente nacionalista que exigía avanzar hacia la independencia de manera unilateral y buscando el apoyo de occidente (además de un programa económico abiertamente liberal) los partidos comunistas de Estonia y Lituania también defenderán la independencia, pero de una manera menos ferviente, y apostando por la autodeterminación y por el diálogo con Moscú antes que por la vía unilateral y por la búsqueda del apoyo occidental (además de defender un programa económico más bien socialdemócrata y no tan liberal). En cambio, el Partido Comunista de Letonia permanecerá firme en sus posturas y defenderá la unidad de Letonia con el resto de la Unión Soviética. Quizás la postura del PC letón se pueda explicar, además de por el gran peso de la población eslava en la república, por la prevalencia de los rusos sobre los letones étnicos en las filas del partido (43% de rusos frente a un 40% de letones étnicos), mientras que en los PC estonio y lituano prevalecían los lituanos y los estonios frente a otras minorías (50% de estonios frente a 39% de rusos, y 71% de lituanos frente a un 17% de rusos).

En Estonia, las elecciones se celebrarán el 18 de marzo de 1990. Se presentarán tres fuerzas políticas: el Frente Popular, el Partido Comunista de Estonia, y el “Intermovimiento”, que debido a la postura “ambigua” del PC estonio, decidirá presentarse directamente a las elecciones bajo un programa en el que defendían abiertamente la permanencia de Estonia en la URSS. En total, habrá 105 escaños en juego. El Frente Popular vencerá en estas elecciones con un 40,95% de los votos y 43 escaños. El segundo puesto será para el PC de Estonia, que recibirá el 25,71% de los votos y 27 escaños. El “Intermovimiento” obtendrá el 23,81% de los votos y 25 escaños. Los 10 escaños restantes serán para candidatos independientes, pero que tendían a ser más cercanos a los postulados nacionalistas y liberales que a postulados izquierdistas y unionistas.

En Letonia, las elecciones también se celebrarán el 18 de marzo de 1990. Aquí se presentarán únicamente dos fuerzas: el Frente Popular y el Partido Comunista de Letonia (que al contrario que sus “camaradas” estonios y lituanos defendía firmemente la unidad de Letonia con el resto de la URSS). Habrá un total de 201 escaños en juego. El Frente Popular obtendrá una mayoría aplastante con un 68,2% de los votos y 131 escaños, mientras el PC letón se conformará con el 21,5% de los votos y 55 diputados. Los 15 escaños restantes serán para diputados independientes.

Las elecciones en Lituania se celebrarán el 24 de febrero de 1990 (antes que las de Estonia y Letonia) y seguirán un formato distinto al de las elecciones estonias y letonas: se presentarán listas abiertas y se votará al candidato, y no al partido. En total, habrá 135 escaños en juego. Se presentarán candidatos de numerosos partidos, y entre estos habrá muchos apoyados por y vinculados a Sajudis (incluidos algunos miembros del partido comunista). Los candidatos apoyados por Sajudis obtendrán 91 escaños de los 135. El Partido Comunista de Lituania (excluyendo aquellos candidatos vinculados a Sajudis) obtendrá 29 escaños (y posteriormente será renombrado a Partido Democrático del Trabajo de Lituania). 7 escaños recibirá el PCL-PCUS, escisión del PCL que mantuvo los vínculos con el PCUS y que defendía la unidad de Lituania con el resto de la URSS y una línea comunista férrea.

Se podría decir que las fuerzas nacional-liberales habían triunfado en las tres repúblicas.

En marzo de 1990, el nuevo parlamento lituano aprueba el “Acta de restauración de la independencia de Lituania”, que no era otra cosa que una declaración de independencia unilateral. Lituania se convertía así en la primera república soviética en declarar su independencia (además, con bastante antelación frente a las demás repúblicas que lo harán posteriormente).

Esto no gustará a Gorbachov, entonces la máxima autoridad de la URSS, ni al gobierno central, y se exigirán explicaciones. Se llevará a cabo un diálogo entre distintas personalidades del mundo de la cultura para encontrar una solución negociada. Y es aquí donde el debate en torno a la cuestión nacional en la URSS alcanzará su punto álgido, pues en teoría el Artículo 72 del Capítulo 8 de la Sección 3 de la Constitución de 1977 contemplaba el derecho de las repúblicas socialistas soviéticas que conformaban la URSS a separarse (derecho que también estuvo incluido en las constituciones previas de 1936 y de 1924). ¿Hasta qué punto el derecho de las repúblicas socialistas soviéticas era un derecho real y no papel mojado? Si bien formalmente este derecho estaba recogido en la constitución soviética, no existía ninguna ley que en base a este artículo desarrollase el procedimiento que debía seguir una república socialista soviética para separarse de la URSS. Además, las distintas repúblicas estaban gobernadas por sus respectivos partidos comunistas, que tenían el monopolio del poder y se subordinaban al PCUS, por lo que esta cuestión jamás estaba a la orden del día.

Sin embargo, ahora la cosa cambiaba: los partidos comunistas habían renunciado al monopolio del poder y en unas elecciones libres han vencido fuerzas que ansían la independencia de sus repúblicas y se plantean ejercer este derecho. Ante este problema, el 3 de abril de 1990 el Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS aprobará la ley “Acerca de la solución de cuestiones relacionadas con la salida de las repúblicas socialistas soviéticas de la URSS” [2], en la que se indicará, uno a uno, los pasos que debe seguir una república para separarse de la URSS. El requisito principal para poder independizarse de la Unión Soviética era celebrar un referéndum en el que 2/3 (un 66,67%) de todos aquellos ciudadanos con derecho a voto (y hay que remarcar que debían ser 2/3 de absolutamente todos aquellos ciudadanos con derecho a voto, independientemente de cual fuese la participación) votasen a favor de esta independencia.

No obstante, a pesar de que se habían establecido unos mecanismos que permitían a una república independizarse (por muy complicado que esto resultase), Lituania ignorará por completo el proceso a seguir establecido por esa ley y decidirá continuar con la vía unilateral.

Bloqueo económico de Lituania (abril-julio de 1990)

Ante tal situación, y a pesar de que inicialmente, el gobierno de Gorbachov, aun estando disgustado, mantuvo una postura dialogante, el gobierno central decidirá tomar una solución drástica: el 18 de abril ordena aplicar un bloqueo económico a Lituania.

La URSS dejará de abastecer e impedirá el abastecimiento de todos los productos que anteriormente se proporcionaban a Lituania, en especial petróleo y gas, de los cuales Lituania era fuertemente dependiente. Mediante esta medida, se buscaba presionar a Lituania para que desistiese en su afán por la independencia.

El bloqueo surgirá efecto y Lituania se verá duramente golpeada, teniendo que tomar medidas complicadas para poder salir adelante de la manera que fuese. Entre otras cosas, se «reestablecerá» la Entente Báltica formada en 1934 y se estrecharán las relaciones comerciales con Estonia y Letonia con el fin de romper el bloqueo. También se intentará aprovechar el puerto de Klaipedia para para importar todos los productos que fuese necesarios desde Occidente. Sin embargo, ninguna de estas medidas acabará de funcionar y las organizaciones izquierdistas y unionistas, entre las que destacaba el PCL-PCUS (así como la organización “Unidad”), que ciertamente había demostrado ser una fuerza con escaso apoyo en las elecciones de febrero de 1990, cogerá cierta fuerza. Se producirán huelgas contra el gobierno lituano en Vilna, Kaunas y Shaulay. No obstante, aquellos que apoyaban la independencia de Lituania también reforzarán su actitud negativa hacia la URSS. Célebre es el caso de Stanislova Zemaitis, un ciudadano lituano de 52 años que protestó contra el bloqueo quemándose a lo bonzo frente al Teatro Bolshoi de Moscú. Al mismo tiempo, el bloqueo económico también había tenido efectos colaterales que afectaban negativamente a la propia URSS, pues entre otras cosas, la región de Kaliningrado tuvo bastantes problemas de abastecimiento de electricidad debido a que dependía en buena parte de la electricidad de Lituania.

Ante tal situación, el 28 de junio, 3 meses después del inicio del bloqueo, el parlamento lituano decidirá suspender la declaración de independencia durante 100 días y aceptará negociar con la URSS a cambio de que esta levantase el bloqueo. La URSS accedió y finalmente el 2 de julio el bloqueo era levantado [3].

Mientras Estonia y Letonia también habían seguido un camino similar a Lituania, pero en vez de aprobar «Actas de independencia» aprobarán «Actas de inicio de la restauración de la independencia» en unos términos bastante más suaves y afirmando mantener la constitución de la URSS, aunque fuese de manera temporal, mientras redactaban sus propias constituciones. Letonia declarará su «Inicio de restauración de la independencia» el 4 de mayo de 1990 y Estonia hará lo mismo el 8 de mayo.

Sin embargo, a pesar de que durante un tiempo pareció que las repúblicas y el poder central serían capaces de llegar a un compromiso, no se llevó a cabo ninguna negociación seria, y el pulso entre el poder central y las repúblicas se mantuvo hasta finales del año 1990.

Referencias

[1] Bandera tricolor estonia izada sobre el Pikk Hermann

[2] Ley “Acerca de la solución de cuestiones relacionadas con la salida de las repúblicas socialistas soviéticas de la URSS” https://ru.wikisource.org/wiki/%D0%97%D0%B0%D0%BA%D0%BE%D0%BD_%D0%A1%D0%A1%D0%A1%D0%A0_%D0%BE%D1%82_03.04.1990_%E2%84%96_1409-I

[3] Bloqueo económico sobre Lituania https://zen.yandex.ru/media/russian7/kak-gorbachev-v-1990-godu-vvel-ekonomicheskuiu-blokadu-protiv-litvy-5cf7e071e24ab100bce1beea

Bibliografía

Historia de Letonia. Del Imperio Ruso a la URSS. LyubovMijalovnaVorobeva

6 años que conmovieron al mundo. Helene Carrère

Los Nuestros. Reportaje del periodista Alexander Nevzorov sobre los sucesos de Riga y Vilna

La independencia de los países bálticos y la cuestión rusa. Paper del doctor en historia por la Universidad de San Petersburgo VadimMusayev

Historia del OMON de Riga https://imhoclub.lv/ru/material/rizhskij_omon_mezhdu_molotom_i_nakovalnej

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