La OTAN y sus ‘juegos de guerra’ en el Golfo de Cádiz

Las maniobras en el Golfo de Cádiz son una exhibición de poder que refuerza los intereses de la élite militar-industrial.

Por Javier Guijarro | 24/03/2025

Desde este 24 de marzo, el Golfo de Cádiz se ha convertido en el epicentro de unas maniobras militares sin precedentes: más de 4.000 militares y 30 buques de guerra de nueve países de la OTAN —Alemania, Croacia, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Portugal y Turquía— participan en los ejercicios navales Dynamic Mariner/Flotex-25, considerados los más importantes de la Alianza Atlántica este año. Estas maniobras, que se prolongarán hasta el 4 de abril, no son un simple entrenamiento: son una señal inequívoca de que la OTAN podría estar preparándose para un conflicto bélico de gran escala en un futuro no muy lejano. De esta manera, España, una vez más, se pliega a los intereses militaristas de Bruselas y Washington, exponiendo su territorio y a su pueblo a convertirse en un objetivo prioritario en caso de guerra.

España, un peón en el tablero de la OTAN

La participación de España en estas maniobras no es un acto aislado, sino la culminación de décadas de sumisión a los designios de la OTAN. Las bases militares estadounidenses en territorio español, como las de Rota y Morón, han transformado al país en un enclave estratégico del atlantismo, un punto de apoyo para las operaciones militares de la Alianza en Europa y más allá. Este despliegue de tropas extranjeras y armamento pesado en suelo español no responde a los intereses de la población, sino a una agenda impuesta desde el exterior que pone en riesgo la seguridad nacional. En un hipotético conflicto global, España, por su posición geográfica y su rol subordinado, sería un blanco inevitable para cualquier potencia adversaria.

La soberanía española, ya mermada por la presencia permanente de estas bases, se diluye aún más con ejercicios como el Dynamic Mariner/Flotex-25. El gobierno español, lejos de cuestionar esta deriva belicista, actúa como un fiel servidor de los intereses de la OTAN, permitiendo que el país sea utilizado como campo de pruebas y plataforma logística para una guerra que no es suya. Esta política de defensa servil al atlantismo ignora por completo las necesidades reales de la clase trabajadora española, que ve cómo los recursos públicos se destinan a financiar la maquinaria bélica.

Bruselas y la industria armamentística: los verdaderos beneficiarios

Detrás de esta vorágine militarista se encuentra la mano de Bruselas, que impulsa una narrativa alarmista para justificar un gasto militar desorbitado. La OTAN y la Unión Europea han situado a Rusia como una ‘amenaza existencial’, un relato conveniente que sirve para engordar los bolsillos de las grandes empresas de armamento y de la burguesía que las controla. Este discurso del miedo, amplificado por los gobiernos europeos, pretende llevar a un endeudamiento masivo de los países miembros de la UE, cuyos fondos van a desviarse hacia la compra de armamento y la preparación de conflictos futuros.

España, atrapada en esta dinámica, ha renunciado a cualquier atisbo de independencia estratégica. El gobierno, en lugar de defender una política exterior autónoma, se ha plegado a las órdenes de la OTAN y de Washington, aceptando sin crítica el papel de peón en un juego geopolítico que beneficia al gran capital transnacional. Las maniobras en el Golfo de Cádiz no son una defensa del pueblo español, sino una exhibición de poder que refuerza los intereses de la élite militar-industrial.

Abandonar la OTAN y recuperar la soberanía

Es hora de decir basta. España no puede seguir siendo un instrumento de los intereses bélicos de la OTAN y de Estados Unidos. Las maniobras Dynamic Mariner/Flotex-25 son un recordatorio alarmante de cómo el país ha perdido el control sobre su propio destino, convertido en un mero escenario para las ambiciones imperiales de otros. La presencia de bases extranjeras y el despliegue de tropas de la OTAN en suelo español son una afrenta a la soberanía nacional que debe terminar.

El pueblo español debería exigir el abandono inmediato de esta deriva militarista. España debe salir de la OTAN y desmantelar las bases extranjeras en su territorio, apostando por una política de defensa propia que priorice la protección de sus fronteras y su pueblo, no los intereses del gran capital ni las aventuras bélicas de Bruselas.

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