Ante los graves peligros y amenazas del momento, la Federación hacía un llamamiento a los trabajadores para seguir con más tenacidad y fuerza la lucha por la democracia y la realización de las reivindicaciones sociales y económicas.
Por Eduardo Montagut
La Federación Sindical Internacional publicó en abril de 1931 un manifiesto para el primero de mayo que recordamos en este artículo porque, además de animar a a la lucha obrera realizar un análisis pormenorizado de lo que estaba ocurriendo en el mundo en lo económico, social y político.
Para la organización sindical internacional la contradicción económica del capitalismo no había sido tan flagrante y absurda como en ese momento, al convertir el progreso material y el aumento de riquezas y de bienes en sufrimientos y miserias para la clase obrera.
Apenas transcurridos unos años de la Gran Guerra el capitalismo no había conseguido aún reparar la ruina material y moral que aquella causó, sumiendo otra vez a la humanidad en la peor de la crisis, tanto en lo económico como en lo político. La clase obrera estaba sufriendo miseria y las conquistas que los trabajadores habían alcanzado peligraban, sin olvidar que el fanatismo, el odio y las pasiones se habían desatado atacando furiosamente a la democracia.
La clase capitalista estaba optando para solucionar la crisis con la defensa de la reducción de salarios y la supresión de derechos sociales, buscando una bajada general del nivel de vida. Y si esa era la política seguida en lo económico y social, en lo político se estaba defendiendo la solución fascista, un sistema que los sindicalistas consideraban de coerción, terror y de violencia, y empleado para perpetuar el dominio político del capitalismo.
Por eso, ante los graves peligros y amenazas del momento, la Federación hacía un llamamiento a los trabajadores para seguir con más tenacidad y fuerza la lucha por la democracia y la realización de las reivindicaciones sociales y económicas. La lucha era para conseguir una elevación del nivel de la existencia para toda la colectividad, para encaminar a la sociedad hacia un “orden social superior”.
El manifiesto explicaba que se había formado una comisión mixta, compuesta por miembros de la Federación Sindical Internacional y de la Internacional Obrera Socialista para la lucha contra el paro, la gran lacra del momento, estudiando, además, las cuestiones más urgentes de la crisis, sus consecuencias y las soluciones. Por eso, había que trabajar por la reducción de las horas de trabajo, por el mantenimiento de los salarios y por la conquista de las vacaciones pagadas, por la elevación de la edad escolar, por la extensión de la previsión y de los seguros sociales y por el aumento de las obras públicas. Además, había que conseguir la armonización del aparato económico y de las innovaciones de todo tipo en lo económico con los intereses generales de la colectividad. En lo político, ante los asaltos de la reacción fascista había que contestar con contundencia porque peligraban la democracia, la libertad y la dignidad humana.
El sindicalismo internacional no se conformaba con indicar soluciones acomodadas a los intereses de la clase obrera y de la colectividad, sino que quería insistir en que había que perseguir su ejecución y aplicación con ardor, con toda la fuerza y la voluntad posibles porque la hora presente era muy grave y crítica para entretenerse más tiempo en discusiones y divergencias.
Por eso, era necesaria la concentración de las fuerzas que aspiraban a un mayor bienestar y a la justicia. Las organizaciones obreras debían ser el punto de apoyo y de concentración de esa lucha.
El cuidado del mantenimiento de la paz era uno de los mayores y más graves deberes de ese momento, por lo que había que terminar con las tergiversaciones y contradicciones entre los deseos y los hechos, entre los compromisos y las realizaciones. El ejemplo evidente de esto era el hecho del desarme. Los Estados miembros de la Sociedad de Naciones habían aprobado que el mantenimiento de la paz exigía la reducción de los armamentos nacionales, y se llevaba diez años sin hacer nada decisivo en esa cuestión.
La Federación recordaba a los trabajadores que el año 1931 era de movilización en favor de la paz y el desarme. A los trabajadores les correspondía la tarea de despertar conciencias, sin olvidar que el éxito de los esfuerzos tenía como condición indispensable la existencia y auge de las sociedades obreras, la lucha por el mantenimiento de salarios suficientes, la reducción de la jornada de trabajo y la campaña por el triunfo de la democracia y la libertad.
Hemos trabajado con el número del 22 de abril de 1931 de El Socialista, como fuente principal.
Se el primero en comentar