En sus cuatro años de gobierno la Coalition Avenir Québec ha reducido un 20% el flujo de inmigrantes, endureciendo la entrada a trabajadores y estudiantes extranjeros.
Por Angelo Nero
El pasado lunes, 3 de octubre se celebraron para elegir a los 125 diputados de la Asamblea Nacional de Québec, una de las trece entidades federales de Canadá, el segundo país más grande del mundo, y la única gran región mayoritariamente francófona de América del Norte, a menudo calificada como “una nación dentro de Canadá”, y reconocida como tal por el mismo parlamento canadiense en 2006. Y es que las pulsiones nacionalistas de los Québécois han hecho que, en más de una ocasión, el mundo fijara su mirada en este territorio, especialmente en su primer referéndum de independencia, realizado en 1980, donde los partidarios de crear un nuevo estado obtuvieron el 40,5%, y del segundo, en 1995, donde alcanzaron el 49,4%, a solo un punto porcentual de conseguir el apoyo necesario para validar su autodeterminación.
La gobernante Coalition Avenir Québec (CAQ o Coalición para el Futuro de Québec), de corte autonomista, fundada en 2011 por el antiguo ministro del François Legault del Parti québécois, ganó las elecciones de 2018, con un 37,4% y 74 diputados, llevando a su líder a proclamarse primer ministro. En las elecciones realizadas este lunes la mayoría absoluta de la CAQ se ha ampliado, hasta alcanzar los 90 escaños, con un porcentaje de casi el 41%. Su mensaje en la campaña ha sido claro, y nos recuerda al utilizado en Suecia y en Italia, donde la extrema derecha ha cosechado sus mejores resultados y está a punto de formar gobierno: la limitación de la inmigración para defender a la nación quebequesa.
Aunque los caquistes, como son denominados sus miembros, se mueven en un espectro de derecha liberal no tan extrema como Fratelli d’Italia o Sverigedemokraterna, cuyos orígenes fascistas son más que evidentes, comparten con ellos el mensaje populista de señalar a la inmigración como uno de los principales problemas a combatir. En sus cuatro años de gobierno han reducido un 20% el flujo de inmigrantes, endureciendo la entrada a trabajadores y estudiantes extranjeros.
Los federalistas Parti libéral du Québec (PLQ), de centro izquierda, el partido más antiguo del territorio francófono, y firmes partidarios de la unión con Canadá, que en sus 150 años de historia han sido varias veces la fuerza hegemónica, a pesar de mantener la segunda posición en el parlamento, siguen en su lento desmoronamiento que comenzó en 2018, cuando pasaron de ocupar el gobierno, a conseguir solo 31 diputados, perdiendo 39. En estas elecciones, liderado por la que fuera vice primer ministra, Dominique Anglade solo han conseguido el 14,3%, lo que se traduce en 21 escaños.
El tercer lugar en las preferencias de los votantes Québécois ha sido una organización independentista de izquierdas, Québec Solidaire (QS) -en la que participan el Parti Communiste du Québec, Gauche Socialiste, Socialisme International, y Tendance Marxiste Internationale-, que bajo el liderazgo de la activista Manon Massé, con un mensaje contrario a la política anti-inmigración del gobierno actual, ha alcanzado los 11 diputados, ganando uno más que en la legislatura anterior, con un 15,4% de apoyo en las urnas, pese a haber perdido 16.000 sufragios.
El histórico Parti Québécois, fundado en 1967, y cuyo objetivo prioritario es la independencia de Québec, impulsor de los dos referéndum y que entre 2012 y 2014 ocupó por última vez el gobierno, con Pauline Marois como primera ministra, ha seguido con su lenta sangría de votos, y solo ha logrado 3 diputados, siete menos que en las anteriores elecciones, bajo el liderazgo de Paul St-Pierre Plamondon. Este partido nacionalista de centro izquierda, que en 1981 llegó a tener la mayoría absoluta con 80 diputados, y que a mediados de los noventa se movía en un arco similar, parece estar condenado a la irrelevancia política al no lograr colocar la cuestión independentista en los primeros lugares del debate político, orientado ahora a la cuestión migratoria y a la situación económica. Pese a todo conserva un 14,6% de apoyo popular y 600.690 votos.
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