La crisis democrática y capitalista en Europa tras la 1ª Guerra Mundial

Por Susana Gómez Nuño

La caída de la democracia en Europa tras la 1ª Guerra Mundial vino de la mano de constituciones que daban forma a una democracia más centrada en utopías que en dar solución a los problemas reales de una sociedad europea devastada por la guerra. El fracaso del parlamentarismo unido al fallo del liberalismo y el nihilismo social que imperaba en la población fueron factores que favorecieron el declive de la democracia, que se vio oprimida por dos formas políticas extremas en ascenso: el fascismo y el comunismo.

La consecución de la democracia en Europa en el periodo de entreguerras vino de la mano de la creación de constituciones en las que el poder estaba concentrado en los cuerpos y contenían el clásico liberalismo decimonónico que atendía sin demasiado éxito las necesidades y exigencias de la población, a la que trataban de apartar encarecidamente del bolchevismo surgido a raíz de la Revolución Rusa.

De hecho, el fracaso del liberalismo en Rusia, después de su auge a principios de 1917, favoreció el triunfo del régimen comunista liderado por Lenin frente a un pueblo que no deseaba las libertades constitucionales que proclamaba la democracia, sino que estaba más interesado en una transformación socioeconómica y en el final de la anarquía, cosas que el liberalismo no era capaz de ofrecerles. Por otro lado, para salvar a la clase burguesa de la amenaza bolchevique, los gobiernos demócratas propusieron la reforma agraria, que debilitó aun más al liberalismo, en tanto los gobiernos no llegaron a despojar de sus tierras a los terratenientes, con los que mantenían buenas relaciones.

Más preocupados por contener la expansión del comunismo, los estados democráticos no dieron demasiada importancia al auge de los nuevos regímenes fascistas. El temor al socialismo unido a la debilidad liberal y el descontento popular favoreció a la derecha más radical, que tomó el poder en forma de totalitarismo, como el fascismo liderado por Mussolini en Italia que, aunque partía de algunas premisas liberales, supuso una exaltación de la violencia y una brutal reducción de los derechos individuales y colectivos.

Mussolini y Hitler

Además, la democracia, incapacitada para captar el interés de las masas por su individualismo, su vertiente burguesa y las reverberaciones de la generación anterior, se veía atacada, también, por parte de una población con nulos valores morales, que apostaba por una política de enfrentamiento y violencia. Finalmente, todo ello desembocó en la guerra civil rusa y la instauración del estado nazi. Hay que añadir que la ineficacia de los parlamentos, el aislacionismo de Estados Unidos promovido por el propio presidente Wilson, y el desempleo asociado a la Depresión socavaron aun más a un liberalismo impuesto por los vencedores de la 1ª Guerra Mundial mediante el tratado de Versalles, cuyas raíces superficiales sumadas a la poca tradición de lucha por las libertades en una Europa aun con reminiscencias de los sistemas autocráticos y las monarquías absolutistas de la época anterior, pueden explicar la facilidad con la que se instauraron los regímenes totalitarios.

Sin embargo, hay que diferenciar el fascismo surgido en España, Austria o Italia, donde se defendía el antiguo orden con el beneplácito de la Iglesia y la Monarquía, del Tercer Reich, que era un estado legitimado por sufragio universal que utilizaba la fuerza de la política de masas para remodelar la sociedad y se basaba en la voluntad de Hitler. Aunque Mussolini, Hitler y Stalin subieron al poder con gran respaldo electoral, no tardaron en eliminar cualquier tipo de oposición e imponer sus políticas represivas. El estado nazi fue especialmente cruento, en tanto Hitler abogaba por una comunidad racial sana donde la ideología predominaba sobre la legalidad y la represión policial, la violencia extrema y la política del terror sustituyeron al anterior estado asistencial de Weimar.

La crisis del capitalismo tras la 1ª Guerra Mundial desencadenó un caos económico responsable de la Gran Depresión. Europa se vio empujada a un nacionalismo económico que debilitó la democracia y permitió el auge del comunismo y del fascismo. Frente al fracaso de la economía capitalista se erigió el comunismo liderado por Stalin que constituyó un éxito en la economía y la industrialización. Por otro lado, en estados fascistas como Italia y Alemania se establecieron políticas económicas supeditadas al estado y al interés de la nación.

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La Gran Depresión

Gracias a la gestión de la Sociedad de Naciones –creada por iniciativa de Wilson y que finalmente no ratificó– se inyectó capital privado y se crearon bancos, de modo que el capitalismo de posguerra consiguió reavivarse en los años 20. Sin embargo, volvió a caer debido a las deflaciones que exigía el patrón oro y que se aplicaron entre 1929 y 1931. La Gran Depresión se inició con el crac del 29 en Estados Unidos con la consiguiente caída en la producción y el aumento del desempleo. El librecambio exterior menguó y se puso fin al patrón oro y a los préstamos.

La crisis del capitalismo tuvo implicaciones políticas relevantes, en tanto Europa asumía un nacionalismo económico dirigido por el Estado que era incompatible con el modelo de libre comercio y con los modelos económicos postulados por Gran Bretaña y Francia. No obstante, era afín al comunismo y al capitalismo nacionalista promulgado por el fascismo. De esta forma, la economía escapaba a la plutocracia angloamericana y, aunque se anteponía la nación sobre la economía global, ambos movimientos políticos promovieron la creación de empleo. Aunque no hay que olvidar que tanto el fascismo como el nazismo utilizaban la economía para lograr sus propios fines y, en la práctica, sus políticas favorecieron más a los patronos que a los obreros.

Frente al fracaso del capitalismo se alzaba el comunismo, liderado por Stalin en Rusia, que supuso un éxito económico aun a costa de miles de vidas, violencia y trabajos forzados. La crisis cerealista de 1927-1929 propició el comunismo de guerra y la vuelta a la colectivización. Las necesidades individuales quedaron subordinadas a la colectividad. Así pues, los campesinos fueron obligados a entregar sus cosechas, lo que provocó una hambruna que dejó millones de víctimas. Posteriormente, campesinos y minorías fueron obligados a trabajar favoreciendo un aumento considerable de la producción y la industrialización, aun a costa del gran daño a largo plazo que sufrió la agricultura soviética.

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La crisis cerealista en la URSS (1927-1929)

Parece obvio que la crisis económica, la inestabilidad política reinante, la ineficacia de la Sociedad de Naciones, el descontento de la población y el fallo de la democracia, así como la falta de tradición autóctona de la misma condujeron al auge de las políticas de derecha que se radicalizaron. También el comunismo surgió como una respuesta al fallo de la democracia. Se hace necesario recalcar la diferencia entre el fascismo que deseaba mantener el antiguo régimen y establecía lazos con la Iglesia, y el nazismo, que utilizaba a las masas para legitimar su poder.

Asimismo, la depresión económica que siguió a la 1ª Guerra Mundial desembocó en la crisis democrática y favoreció la aparición y el auge de nuevas formas políticas posicionadas en extremos opuestos, como el fascismo y el comunismo. Las tres ideologías claves en este periodo: democracia, comunismo y fascismo/nazismo, marcaron, sin duda, la primera mitad del siglo XX. No obstante, el comunismo y el fascismo, no se considera obra de unos dirigentes políticos ambiciosos, locos y ebrios de poder, sino unas formas políticas que se esforzaron en dar solución a los problemas de industrialización y de orden social de la población, frente a una democracia que había demostrado ser ineficaz.

En conclusión, todos estos acontecimientos nos permiten realizar una profunda reflexión acerca de un siglo trágico en la historia de Europa, en el que desaparecen los imperios autocráticos y los sistemas parlamentarios de la democracia impuestos después de la Gran Guerra quedan desacreditados. Después de la relativa estabilidad económica alcanzada en los años 20, se produce la Gran Depresión que forjaría las bases para el ascenso de los regímenes totalitarios.

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La crisis democrática y capitalista favorecieron el auge de los regímenes totalitarios

Es especialmente interesante la comparativa entre los logros económicos obtenidos por la Unión Soviética, mediante la represión estalinista, y la crisis económica de los estados democráticos que provocó la flagrante caída del capitalismo. También es de gran transcendencia el hecho de que el Tercer Reich pusiera en jaque la democracia liberal y provocara la 2ª Guerra Mundial. Con este suceso, se ejemplifica y se pone de relieve la enorme importancia de los valores y las ideologías que impregnaban la sociedad de la época, cuya magnitud y terribles repercusiones se hicieron obvias con el transcurrir de la historia y que tampoco nosotros deberíamos subestimar en la actualidad.

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