Besteiro pensaba que tanto los ciudadanos modestos como los personajes públicos parecían “videntes misteriosos” de los secretos de un futuro inmediato, pronosticando para 1930 cambios radicales en la política española.
Por Eduardo Montagut | 3/01/2025
En el último número de El Socialista del año 1929 Julián Besteiro se atrevió con un artículo en la primera página titulado “Predicciones”. Hoy queremos glosar aquel texto, en otro inicio de año.
Besteiro pensaba que tanto los ciudadanos modestos como los personajes públicos parecían “videntes misteriosos” de los secretos de un futuro inmediato, pronosticando para 1930 cambios radicales en la política española.
Pero Besteiro quería hacer un ejercicio de realismo sin caer en el escepticismo. La experiencia llevaba a comprobar los peligros que corría en el mundo de la política todo el que se arriesgaba a hacer predicciones. Los más serenos y mejores maestros habían cometido errores cuando se habían empeñado en fijar fechas a momentos culminantes de “un proceso histórico en vías de realización”.
Besteiro insistía mucho en el peligro de las predicciones, basándose en la propia experiencia personal. En ese sentido recordaba los comienzos del año 1901. Los acontecimientos del fin de siglo habían abierto los ojos de los españoles a una realidad dolorosa, aludiendo implícitamente al desastre colonial. En ese momento comenzó a brillar como un signo alentador el concepto de “regeneración”. Pero todo el mundo sabía lo que había ocurrido con el regeneracionismo, la amarga lección de los tristes desengaños derivados del exceso de credulidad. Así pues, los que no se dejaban engañar por promesas falaces y analizaban la experiencia pasada tenían buenos motivos para agudizar la desconfianza y acrecentar la prudencia.
Pero Besteiro no era un pesimista, o no quería serlo en este texto porque al final, confesaba que se entraba en 1930 con una emoción especial. No podía razonar su estado de ánimo, pero habría muchas causas que inducían a pensar y a sentir había algo en la política española más fuerte que todos los engaños y ficciones. Deseaba que eso fuera una tendencia certera y confirmada por por los hechos.
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