Segunda parte de la entrevista con José Vieira, profesor, investigador y Capitán de Abril. Un relato personal del 25 de Abril, de uno de los capitanes del movimiento revolucionario que liberó pacíficamente Portugal.
Aquele que na hora da vitória
respeitou o vencido
Aquele que deu tudo e não pediu a paga
Aquele que na hora da ganância
Perdeu o apetite
Aquele que amou os outros e por isso
Não colaborou com a sua ignorância ou vício
Aquele que foi «Fiel à palavra dada à ideia tida»
como antes dele mas também por ele
Pessoa disse
Sophia de Mello
Por Luis Chapela
Segunda parte da entrevista con Jose Vieira, profesor, investigador y capitán de Abril. Un relato personal del 25 de Abril, uno de los últimos capitanes del movimiento revolucionario que liberó pacíficamente Portugal. Una entrevista con su amigo Luis Chapela Bermúdez, adentrándonos una vez más en aquella noche del 24 de Abril, antesala de la Revolución. Esta entrevista tuvo lugar en el salón de plenos del Concello de Moaña, gracias a la iniciativa de Xosé Daniel Costas Currás, concejal de Mocidade e Igualdade.
Cuando aquella noche sonó el “Grândola, vila morena”, tu, concretamente, ¿dónde estabas?
Es curioso,pero es una pregunta que a mi siempre me gusta contestar, en muchas de las charlas que hicimos sobre esto. Era evidente que yo ya no estaba en el servicio, pero teníamos información al minuto, de como estaba a realizarse el movimiento. Voy un poco hacia atrás para decir que nosotros, en el día 16 de marzo, hicimos una prueba de ensayo, aunque mucha gente no lo consideró, hicimos salir un grupo de instrucción de infanteria del Batallón n.º 5 de Caldas da Rainha hacia Lisboa. Sabíamos que podía ser arrestado, sabíamos que iba a ser abortado este proceso, pero nosotros lo hicimos para que el gobierno fascista de Marcelo Caetano dijera: “ya está dominada la posible revolución”, y entonces fueron arrestados nuestros compañeros.
Pero este era un movimiento de distracción, mientras se preparaba todo el proceso, intentando el máximo sigilo, empleando la estrategia, y es preciso que se diga esto, que fue diseñada por el Partido Comunista Portugués, a través de las células en las que se conocía al siguiente, pero no se conocían a los otros. Nosotros teníamos un proceso en que yo conocía quién era mi inmediato, pero no conocía a quién estaba por detrás, ni quién estaba al lado. Esto permitió que la PIDE estuviese totalmente confundida.
Entonces, cuando fue programado el día para hacer la Revolución, yo sabía que sería aquel día, el 24 de abril, y en ese día sabía que había dos señales, la señal inicial de preparación, que sería una canción retransmitida por la Radio Renascença, que era “E despois do adeus”, del cantante Paulo de Carvalho. Cuando escuchamos esta canción, yo y los que teníamos que salir, abandonamos los sitios donde estábamos, aquellos que estaban fuera de servicio vestimos el uniforme, como en mi caso, y nos dirigimos a los sitios que nos habían destinado en el esquema de la Revolución. Teníamos que esperar que hubiese la contraseñal, que era “Grândola, vila morena”, pero la canción del Zeca Afonso debia salir a las 24 horas, o sea, a media noche, y estábamos todos esperando, quietos, con angustia, porque sabíamos lo que se jugaba, porque sabíamos que si fallábamos nos iban a cortar la cabeza.
Por algunas razones que, ahora, tal vez serían difíciles de explicar, el movimiento se atrasó veinte y pico de minutos, son veinticuatro o veinticinco minutos de una angustia absolutamente diabólica. Imagina que estás dentro de un coche, con la pistola en las rodillas, y no sabes si vas a morir o si vas a matar, porque no teníamos otra alternativa: o mueres, o matas. Pues la organización estaba tan bien hecha que no fue preciso ni morir ni matar, y esa es una de las grandes figuras que podemos alzar de la Revolución del 25 de abril, para mostrar al mundo. Tuvimos una Revolución en la que no hubo muertos, ni hubo heridos, ni hubo necesidad de dar tiros. Porque hicimos lo que el pueblo quería.
Entonces, yo salí, esperé por la contraseñal del “Grândola, vila morena”, y mi misión era la de arrestar al comandante de la mayor unidad militar de la ciudad de Oporto, que también era mi base, la unidad de infantería nº1, que, en aquel momento, tenía un mes de instrucción, y tenía, más o menos, unos dos mil hombres dentro. No hubo problema para entrar, bastaba con presentarse con los galones de oficial, aunque el individuo que estaba en la puerta no me quería dejar entrar, pero los galones obligaban, así que entre y me dirigí a la casa del Coronel, que vivía dentro del cuartel. Llamé a la puerta, me abrió su mujer, a pesar de que ya debían estar acostados, y le dije que quería hablar con su marido, pero ella no quería, pero apareció, y le dije: “mi Coronel, tenga paciencia, pero está preso, está arrestado”, y le mostré la pistola. El hombre no puso resistencia, no dio dificultades, porque nosotros sabíamos que este era un hombre que estaba entre dos aguas.
¿Porque sucede esto? Porque también había un cansancio de los militares de cuadro, que eran los menos en la ciudad, basta decir que en Portugal, que en aquel momento debía tener nueve millones de habitantes, tenía una fuerza militar de 140.000 hombres en activo, y no había capacidad de mantener los cuadros. Y cada dos años eran enviados a Ultramar, y esto también los cansó. Y esto los volvió proclives para favorecer la Revolución.
A partir de este momento, yo tengo que encontrar sesenta soldados para mi objetivo, que era tomar la Radiotelevisión portuguesa, el centro de producción nº2, en el Monte da Virgem, en Santo Ovidio, Vila Nova de Gaia. Aquí también sale una anécdota simpática, llevé sesenta hombres, en dos camiones, y distribuí a cada hombre una G3, un fusil de asalto automático, que entonces era el que utilizábamos en el ejército, y que ellos manejaban en la instrucción, pero solo dejé llevar en cada cargador una bala, porque los hombres tenían menos de dos meses de instrucción y no sabían disparar, y si había cualquier cosa alguno de ellos se podía matar.
Entre, finalmente en la Radiotelevisión portuguesa, y me encontré con el individuo que era de seguridad, que era un teniente de la Guardia Nacional Republicana, y le dije: “dame el arma porque estás preso, esto es una Revolución”, y el individuo aún quiso hacerse el héroe, así que le dije “tengo aquí a mis hombres, detrás de los camiones”, y ante la duda entregó el arma y tomamos la televisión. La RTP dejó de emitir, porque yo obligué pararla, y me puse en comunicación con Lisboa, que dispuso que la televisión de Oporto fuera el organismo que emitiese los comunicados de las Fuerzas Armadas. Pero esto tenía un problema, que era el de encontrar un comunicador, un locutor, para hacer la tarea, y entonces, yo conocía, porque fuera mi compañera, e incluso tuviera una relación con esa chica, a Manuela de Melo, que acabó al poco tiempo como diputada, y era, naturalmente, una presentadora, y también una gran poeta, que fuera también presa cuando publicó un poema extraordinario, “Negro morre”, sobre el racismo portugués en África. Entonces mandé buscar a Manuela de Melo, y trabajó 36 horas seguidas, para preparar los comunicados de las Fuerzas Armadas.
En la actualidad yo tengo escuchado de todo, que si esto ya no es lo que era, que la juventud ya no quiere saber nada. Y tu, ¿cómo ves la situación, ahora mismo, alrededor del 25 de abril, en Portugal, e incluso aquí, en Galiza?
Yo soy un optimista por naturaleza, pero, como tu bien sabes, me dedico bastante al análisis social, socio-político, y sobretodo como economista, y quiero acreditar que la juventud, en este momento, es capaz de tomar en sus manos la bandera para seguir adelante. Los jóvenes son por naturaleza mejores que nosotros, son más generosos, no obstante, ellos pasan de esta situación, porque consideran que mi generación, y lo que hicimos en aquel momento son batallitas, son cuentos de hadas, y por eso es difícil llegar a una comunicación en la que ellos se sientan identificados. Por un lado, hay una información masiva manipulada, en Portugal y en Galiza, en el sentido de bloquear la capacidad intelectual de los jóvenes, de poder hacer análisis reales y factibles de aquello que ellos viven en este momento, y de aquello que ellos tienen que perspectivar en el futuro. Parece que falta, en este momento, un nivel de formación estudiantil, en la concienciación del mundo en el que viven. Esta es una lacra que deberíamos combatir. Yo tengo hecho algo, yendo a hablar a los institutos, porque considero que es hay donde está la mejor materia prima y donde nosotros debemos actuar. Yo tengo mucha pena de esto que voy a decir: si no nos empeñamos, los que ahora aún estamos, con los jóvenes, el futuro que nos espera es cada vez peor, basta con mirar las características de los nuevos empleos, y de las oportunidades que traen.
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