Historia | La crítica nobiliaria al absolutismo en Francia

Por Eduardo Montagut

En la Francia de finales de la transición entre los siglos XVII y XVIII surgió un grupo de críticos del absolutismo encarnado por el rey Luis XIV desde una perspectiva no tanto liberal como profundamente aristocrática y, quizás por su contenido un tanto arcaizante, menos conocida. Efectivamente, en la década de los años noventa vemos a un grupo de grandes señores agrupados en torno al duque de Borgoña, y compuesto por Beauvillier, Crevreuse, Saint-Simon y Fénelon (preceptor del propio duque), que estaban cansados del auge de la burguesía, especialmente Saint-Simon y por lo que consideraban el despotismo de un rey ya anciano. Estaban pensando en un modelo monárquico harto distinto del que se había establecido desde Versalles. En esta monarquía se recuperarían los antiguos privilegios y prerrogativas de la nobleza. El absolutismo real se frenaría a través del reforzamiento institucional de los Estados Generales y de los provinciales. Estos Estados estarían dominados por la nobleza y controlarían la materia fiscal y otros asuntos de vital importancia. Además, el rey debería estar rodeado de consejos que le asesoraría en el gobierno. Habría que abolir la venalidad de los cargos y la vital figura del absolutismo territorial francés y que no era otra que la del intendente.

Estas ideas comenzaron a perfilarse en las Aventuras de Telémaco de Fénelon, publicadas en 1699. Fénelon se había significado, por su parte, con una carta enviada al rey en 1694 donde había una profunda crítica de la política de lujo que había empobrecido a  Francia, pero también donde criticaba con dureza la política de guerras emprendida por “motivo de gloria y de venganza”.

Pero, sobre todo, las críticas al absolutismo se exponen en las Tablas de Craulnes, un plan de reformas que es redactado en 1711 por Chevreuse y Fénelon para presentarlo al duque de Borgoña, el nuevo delfín. Las ideas de estos personajes inspirarán parte de las políticas de la época de la Regencia, especialmente la polisinodia, es decir, el establecimiento de los consejos dominados por esa nobleza que había sido apartada por el rey Sol para reducirla a la ociosidad. El propio Saint-Simon se convirtió en miembro del Consejo de Regencia y en figura clave de la política.

Pero lo que es más importante, este sustrato ideológico estará en la base de las reticencias y resistencias de la nobleza ante las pretensiones posteriores de los gobiernos de la Monarquía. Las propias ideas de Montesquieu, a través de la separación de poderes, que luego serían reinterpretadas por el liberalismo se nutren, en parte, de las reticencias nobiliarias al absolutismo, considerado como tiranía.

Por fin, es importante destacar que las pretensiones de la nobleza frente al despotismo real llegarían hasta el final del Antiguo Régimen, como se comprueba en el estallido de la crisis financiera del Estado francés en tiempos de Luis XVI y se canaliza a través de la conocida como revuelta de los privilegiados, preludio de la Revolución francesa, aunque no deseada por dichos nobles.

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