Genocidio

Por Jesús Ausín | Ilustración: ElKoko

Anoche, silbaba la muerte

rotundos sonidos, silbaban, silbaban,

venía la muerte, en silbantes paquetes

servidos por aire, servidos por Dios.

 

Ya de mañana, silbaba la muerte,

escuelas, escuelas, mis niños lloraban

lloraban de miedo, tremendo sainete,

la muerte venía servida por Dios.

 

Al llegar la tarde, silbaba la muerte;

en el hospital, los niños temblaban

de miedo, de rabia, del dios del oriente

montado en aviones, servidores de Dios.


Mataban a niños,

pero eran amigos,

nadie se oponía

al designio de Dios.


Nunca respetaban,

mataban testigos

nadie se oponía

al designio de Dios.

 

Derechos humanos,

saltaban al aire

no nos preocupaba

el designio de Dios.

 

Terroristas, terroristas,

a los que mataban,

eran terroristas,

no nos preocupaba

el designio de Dios.


En el campo de Gaza

campo de exterminio,

la muerte venía

servida por Dios.

 

La tregua, la tregua,

venía la tregua,

no la respetaban

los hijos de Dios.

 

El hambre, la muerte,

la vida imposible,

en el Campo de Gaza,

silbaba la muerte,

venida de Dios.

©J.Ausín 2009.

 

Genocidio

El pseudoverso que precede a este artículo, lo escribí allá por el 2009, en una de tantas ocasiones en las que el Estado de Israel, se ha comportado como un estado terrorista. En este caso, bombardeando la escuela de Beit Hanún en la franja de Gaza con el resultado de 49 muertos. Entonces, aparte de los tradicionales rechazos de algunos ciudadanos occidentales que asumimos estas masacres como lo que son, un genocidio premeditado, y de las condenas de algunos países árabes, ninguno de los gobiernos occidentales hizo nada no solo para repudiar estas masacres realizadas contra lo más sagrado de los derecho humanos, los niños, sino que ni siquiera han obligado a Israel a acatar las resoluciones de la ONU, que sistemáticamente han sido incumplidas (veintiséis desde 1947) desde su creación y que fueron dictaminadas para garantizar los derechos humanos y la paz en Oriente Próximo.

Desde 1947, el estado de Israel ha estado desestabilizando la zona. Convirtiendo sus paranoias de seguridad en un genocidio continuo contra el pueblo palestino.

La historia del estado de Israel está llena de sangre. Llena de incumplimientos de resoluciones de los organismos internacionales y llena de presiones y de demostraciones innecesarias de fuerza (como la toma de la península del Sinaí que originó la Guerra de los Seis Días). Una historia llena de crímenes con la excusa de la autodefensa. La historia de un país en la que cualquier aberración contra los derechos humanos es asumida con normalidad. No existen las guerras preventivas ni las guerras por la paz (gracias @menudotiarro). Solo son guerras. Y en este caso ni siquiera porque solo hay un contendiente.

En realidad la historia de Israel como estado es una vieja historia de ricos y pobres. De poder contra subordinación. La historia más terriblemente vieja de la humanidad basada en el abuso, las conspiraciones y la compra de voluntades a base de dinero y del poder que da el mismo.

El ciudadano medio, ese que se cree súper informado porque ve los noticiarios de Antena 3, de Telecinco o de RTVE, ese que considera que en TV3 se manipula sistemáticamente, cree que el estado de Israel fue creado por la ONU con la previa aprobación y mediación de los Estados Unidos de América. Nada más lejos de la realidad. La historia de la creación es una larga conjura en el tiempo en la que la burguesía inglesa tiene mucho que ver.

En los primeros decenios del siglo XX, surgió un movimiento sionista compuesto por adinerados personajes de religión judía, apoyados por la floreciente burguesía del Reino Unido. Este lobby sionista puso sus ojos en un territorio recién arrebatado al extinto imperio Otomano (resultado de la repartición de los vencedores en la primera guerra mundial) situado en lo que había sido el Sanjak de Jerusalén, Hiyaz, Siria y Beirut. Su reclamación, según ellos, tenía su base en los escritos de la Biblia. En realidad solo era una excusa. Imagínense ustedes que los herederos por genética de los Celtas, que actualmente viven en Irlanda, Gales, Escocia, la Isla de Man, Conualles o la Bretaña francesa, formaran una sociedad para reclamar Galicia y sus tierras. Y lo que es peor, que España acudiera a la ONU con la propuesta de crear un estado celta en tierras gallegas, y que su gobierno, tras una masiva emigración de ciudadanos irlandeses a Galicia, emitiera un decreto en el que, por ley, se cambie la propiedad de los terrenos y las casas allí existentes  y que quienes ahora viven allí, fueran expulsados de sus propiedades.

Como es natural, ese movimiento sionista no consiguió su objetivo de la noche a la mañana. Unos pocos años antes (1916) Faysal Husain, líder árabe encabezó en ese territorio, una rebelión contra el imperio Otomano. Tras el reparto de posesiones surgido de la Primera Guerra Mundial, Husain fue expulsado de la zona por Francia, bajo cuya tutela se quedaban los territorios de Siria del Norte (la actual Siria y Líbano). Husain en 1919, para afianzar su poder y reclamar territorios para sí, acabó firmando un pacto con el lobby sionista en el que ambos reclamaban todo el territorio Palestino como territorio judío. A cambio, el lobby sionista reclamaría internacionalmente los derechos de Husain en la zona.

Pero en Palestina ya vivía gente. Mayoritariamente árabes y cristianos. Gentes pobres que mal vivían en un lugar donde la lluvia escasea. Economía de subsistencia. El lobby judío no tenía prisa. Una de las estrategias utilizadas por este grupo fue la de ir poco a poco comprando tierras a esos desdichados habitantes. Muchos fueron fáciles de convencer porque la miseria es lo que tiene, que en cuanto ve tres monedas juntas, las ansias por comer y vivir mejor, nubla el intelecto. Otros se negaron sistemáticamente a irse del lugar que los había visto crecer y en el que se encontraban sus antepasados. Para estos, se empleó el método tradicional: chantaje, extorsión, una vida en un infierno colérico y si todo eso no daba resultado, violencia anónima con resultado de muerte.

Durante los primeros años de la década de los 30, continuó ese asiduo goteo migratorio hacia Palestina. Reino Unido contribuyó a ello con un decreto que obligaba a ceder tierras en propiedad a todo aquel que tuviera una edificación y una valla. A su vez, los judíos de izquierda montaban los famosos Kibutzs, (cooperativas agrícolas cuya propiedad era común y sus reglas de funcionamiento asamblearias). Estos Kibutzs, a su vez, dieron lugar a los primeros campamentos armados que realizaban esa violencia “anónima” con la que “convencer” a los palestinos de que abandonaran sus tierras. Allí empezó la excusa de la autoprotección. La de que es mejor dar primero para que te respeten.

En 1936, los árabes que vivían en el Mandato Británico de Palestina, iniciaron una protesta contra ese goteo incesante de judíos que desembarcaban allí. Una protesta que acabó en revuelta y que duró tres años (1936-1939). Su líder Hajj Amin al-Husayni, Gran Muftí de Jerusalén cometió la torpeza de, una vez derrotado, aliarse con el Tercer Reich.

Palestina somos todos. La historia de Palestina es la historia de los pobres del mundo. Una historia de represión y precariedad. Una lucha en la que estamos embarcados, sin pretenderlo, la mayoría de nosotros.

Los judíos, maltratados continuamente por casi todos los países europeos, desde España a Rusia, negociantes natos, prestamistas de reinas, reyes y nobleza, envidiados por la chusma por su posición de privilegio, siempre fueron usados como chivos espiratorios contra los que dirigir la violencia de la plebe hacia ellos, que de otra forma hubieran dirigido contra nobles y reyes. A su vez, reyes y nobles se quitaban de encima la devolución los préstamos recibidos.

Por eso acabada la contienda (Segunda Guerra Mundial), en 1947, con un mundo sumido en la indignación por lo sucedido en los campos de exterminio nazis, la ONU, bajo el auspicio del Reino Unido, establece la resolución 181/11 de 29 de noviembre de 1947, que divide Palestina en dos estados. Uno Palestino con el 45 % del territorio, otro judío con el 55 % y la internacionalización de Jerusalem que quedaría ubicada dentro del territorio Palestino. Israel no solo no ha respetado nuca esa resolución sino que se ha anexionado casi por completo todo el territorio (22 145 km² de los casi 30 000 que correspondían al total partido por la ONU en 1947), y ha establecido su capital en Jerusalem. A palestina solo le quedan  6520 km² situados en Cisjordania y la Franja de Gaza,.

Israel ha convertido la Franja de Gaza en un campo de concentración de cinco kilómetros de ancho en el que se declara como agresión cualquier acercamiento a la valla de menos de un kilómetro. Estableciendo su capitalidad en Jerusalem, no solo incumple la resolución 181/11 de la ONU, sino que es una nueva imposición de sometimiento del pueblo palestino. Que no se puedan acercar a menos de un kilómetro de la valla de la cárcel en la que viven, solo es una justificación para asesinar impunemente. El gesto del patán Donald Trump de abrir embajada en Jerusalem, es como pinchar con un palo un avispero y esperar a que el campesino provisto de veneno, fumigue cuando las avispas salgan en tropel.

A pesar de lo que la gente común cree, no fue USA quien abogó por la creación del estado de Israel. El departamento de estado de USA era contrario y estaba alineado con las posiciones árabes. Loy Henderson, director de la Oficina del Departamento de Estado de Asuntos de Medio Oriente y África en 1947, escribió: “… [la partición de Palestina en dos] está en contravención definitiva con varios principios establecidos en la Carta [de fundación de las Naciones Unidas] así como con principios en los cuales se basan los conceptos estadounidenses de Gobierno. Esas propuestas, por ejemplo, ignoran principios como la autodeterminación y el gobierno por la mayoría. Reconocen el principio de un Estado teocrático racial e incluso llegan en varios casos a discriminar por motivos de religión y raza …”. La CIA por su parte emitió un informe que aseguraba que los dirigentes sionistas perseguían objetivos que iban a poner en peligro tanto a los judíos como a los intereses estratégicos de las potencias occidentales en la zona.  Pero de nuevo, poderoso caballero es don dinero. Truman, aconsejado por su jefe de campaña que aseguraba que las donaciones del lobby judío así como el voto de esta minoría eran esenciales para la elección presidencial, ignoró todos esos informes y acabó sucumbiendo al poder sionista. Por su parte, su oponente, el republicano Thomas E. Dewey, tenía el mismo punto de vista, por lo que la decisión no hubiera cambiado.

El gesto del patán Donald Trump de abrir embajada en Jerusalem, es como pinchar con un palo un avispero y esperar a que el campesino provisto de veneno, fumigue cuando las avispas salgan en tropel.

Desde 1947, el estado de Israel ha estado desestabilizando la zona. Convirtiendo sus paranoias de seguridad en un genocidio continuo contra el pueblo palestino. Israel no atiende a ninguno de los preceptos morales que rigen en el resto del mundo. Una imagen que nunca olvidaré es la de una joven (una activista americana) que se pone delante de una excavadora para impedir que derribe una casa y esta le pasa por encima, a pesar de las señales de la chica y de los gritos de sus compañeros. El vídeo de la secuencia, que dio la vuelta al mundo por TV, por cierto, ha desparecido de la red. Israel no utiliza munición normal. Utiliza balas explosivas que rompen dentro del cuerpo humano y destrozan tejidos y músculos. Eso dificulta el trabajo de los médicos y crea dependientes (además de odio). Las palabras de la representante de Israel el martes 15, son todo un relato inhumano de lo que pretende ese estado. Esta mujer decía “No podemos meterlos a todos en la cárcel, por eso los disparamos”. Curiosamente es la misma excusa que dieron los nazis para asesinar millones de judíos en las cámaras de gas, que todos no cabían ya en los campos de concentración.

La ONU es también culpable. Muchos han encontrado un respaldo a Palestina en la declaración de los  53 asesinados el lunes 14, como crímenes de guerra. Y no. Señores de la ONU, los crímenes de guerra se producen entre países en guerra. Aquí solo hay un estado que masacra a todo bicho viviente que se le acerque por cualquiera de sus fronteras. Y no pueden ser crímenes de guerra, porque entre los muertos había niños de tres meses. No hay soldados de esa edad en ninguna guerra. Llamen ustedes por su nombre a lo que está sucediendo en Gaza. Su nombre es GENOCIDIO. Porque lo que se pretende es la desaparición total de todo un pueblo.  Netanyahu es un presunto criminal que debería ser detenido y llevado ante la Corte Internacional. Trump es un demente al que solo le importa el negocio de la venta de armas.

Palestina somos todos. La historia de Palestina es la historia de los pobres del mundo. Una historia de represión y precariedad. Una lucha en la que estamos embarcados, sin pretenderlo, la mayoría de nosotros.

Salud, república y más escuelas.

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