Francia Márquez, candidata a la vicepresidencia de Colombia: “Los de abajo necesitamos ocupar la política”

En Colombia, las elecciones presidenciales que se celebrarán este mes de mayo para elegir al sucesor de Iván Duque, quien no puede presentarse a un segundo mandato, están generando mucha expectación.

Por Amy Goodman | Democracy Now

Para hablar sobre el tema, nos acompaña Francia Márquez Mina, una de las candidatas presidenciales. Márquez Mina es una ambientalista afrocolombiana defensora de la tierra y el agua. Es la primera mujer negra en postularse formalmente para la presidencia de Colombia. En 2018, Márquez Mina recibió el prestigioso Premio Ambiental Goldman para América Central y del Sur por ayudar a organizar a las mujeres de la comunidad de La Toma en su lucha por detener la minería de oro ilegal en sus tierras ancestrales. Francia Márquez Mina nos habla desde Nueva York, donde se encuentra para una breve visita.

Permítame comenzar felicitándola por hacer historia al ser la primera mujer afrocolombiana en postularse para la presidencia de Colombia. ¿Por qué decidió hacerlo?

Bueno, yo creo que más que hacer historia estamos impulsando que en Colombia una nueva gobernanza sea posible, una gobernanza construida desde los pueblos negros, indígenas, campesinos, desde los sectores diversos de la comunidad LGBTIQ+, desde las juventudes, desde las mujeres, desde el campesinado colombiano, desde los nadies que no hemos tenido voz en el Gobierno, que no hemos tenido voz frente a la reivindicación de nuestros derechos como pueblo. Y hoy nos toca ponernos a los nadies, a los que no hemos tenido voz, para ocupar el Estado y escribir nosotros mismos nuestra propia historia. Una historia que permita vivir en dignidad, vivir con justicia, vivir con equidad, con igualdad. Que nos permita a todos y todas pasar la página de la violencia, del conflicto armado. Vivir tranquilos con justicia social.

¿Puede hablar sobre cómo sería esa agenda de justicia social en Colombia?

Lo primero es que este Gobierno hizo trizas las posibilidades de vivir en paz. Y hoy la gente más empobrecida, la gente que no tiene agua potable, que no tiene saneamiento básico, que no tiene educación, que no tiene conectividad a internet, es la gente que nuevamente está sufriendo el rigor de la violencia del conflicto armado. Son los líderes sociales quienes siguen perdiendo la vida. La Corte Constitucional acaba de reconocer el estado de cosas inconstitucionales, del incumplimiento de este Gobierno frente al avance de la paz. Y entonces toda esa situación de conflicto armado y de abandono en términos de inversión social hay que pararla. No se va a parar desde la élite privilegiada de hombres blancos que nos han gobernado históricamente. Creo que es el pueblo el que se tiene que poner de pie para escribir sus propias reivindicaciones.

Es necesario trabajar profundamente en el logro de la paz y eso implica el diálogo con todos los actores armados que hoy siguen colocando la vida en riesgo, incluyendo los actores del mismo Estado colombiano, las fuerzas militares que siguen violentando los derechos humanos. Eso significa asumir el desafío que hoy tenemos como humanidad de frenar la crisis ambiental. Y para eso nosotros proponemos el tránsito del extractivismo, de la matriz energética extractivista hacia una matriz energética sustentable; fomentar un sistema de producción económica que ponga en el centro la vida, y para eso hemos venido proponiendo un programa de iniciativas productivas agroecológicas, donde la soberanía alimentaria sea el primer renglón de nuestra economía en el país, entendiendo que hay más de 21 millones de personas que hoy se acuestan con hambre, sin comer, en nuestro país.

Cuando usted anunció su intención de postularse para la presidencia acababa de pasar varios días consolando a las madres de cinco jóvenes negros que habían sido atacados y asesinados por paramilitares. ¿Quiénes eran esos jóvenes? Usted dijo «quiero ser presidenta de este país, quiero que nuestra gente se sienta libre y digna». Hable acerca de lo que pasó.

Yo soy mamá, tengo dos hijos. Ahora mismo acabé de despedirme de mi hijo que está en Boston. Me tocó sacarlo de mi país para poder hacer este camino político. Y como mamá he sentido el dolor y la tristeza de tener que, en nuestro país, enterrar a sobrinos, enterrar a sobrinas. Yo perdí una sobrina de ocho años que fue asesinada en un barrio popular de Cali. Y esa es una historia que se repite todos los días: las mamás se van a trabajar en casas de familia y, cuando regresan, regresan a enterrar a sus hijos. Esa es la historia de nuestro país y yo creo que alivianar el dolor de estas mamás que todos los días están enterrando a sus hijos en los barrios populares, en las veredas, en las comunidades, es parte del desafío que tenemos. Y eso implica justicia social. Eso implica asumir la desmilitarización de nuestra sociedad, la desmilitarización del país, porque todos los días estamos poniendo muertos en las calles. Pero eso implica pensar en economías que contribuyan a mejorar las condiciones de vida de la gente, eso implica anidar la vida.

Para eso también es necesario entonces hablar de la distribución de la tierra en manos de las mujeres. Colombia es un país mayoritariamente habitado por mujeres, somos el 52% de la población. Y, sin embargo, las mujeres también están viviendo el feminicidio, las mujeres están siendo asesinadas en nuestro país. Las mamás que son lideresas, cuando les asesinan sus hijos, cuando les violentan sus hijos, es como una forma de acallarlas en su voz, como una forma de que no exijan derechos. Por tanto, yo creo que este es un camino de dignidad, abrazando la vida, anidando la vida, porque estamos cansados de tener muertos, estamos cansados de tener que enterrar a nuestros familiares, de ver a las mujeres mamás enterrando a sus hijos. Eso no es justo. Nos merecemos una nación más digna, una nación en paz, una nación con justicia social, una nación antirracista.

Yo ahora estoy acá en los Estados Unidos y sé que la gente negra también aquí es asesinada, sobre todo la juventud, de la misma forma en que asesinan a la juventud negra, empobrecida, racializada, en Colombia. Es momento de que dejen de ver en el color de nuestra piel a un criminal y que vean a seres humanos. Que nuestra dignidad se respete y se reconozca. Y estamos feminizando la política, profundizando la democracia de nuestro país, porque no ha habido. Estamos poniéndole contenido a la democracia.

Cuando yo anuncié que quería ser presidenta de Colombia la gente dijo “Francia está loca”, porque no se imaginan, creen que ese es un lugar que le pertenece a hombres blancos, privilegiados, de élite. Pero hoy, los de abajo, los nadies, los que no hemos tenido voz, a los que nos han silenciado, a los que históricamente nos han violentado, nos ponemos de pie para decir que vamos a ocupar el Estado, que vamos a ir de la resistencia al poder hasta que la dignidad se haga costumbre para nuestro país.

Usted es de Yolombó y creció en La Toma, ambas localidades situadas en el Cauca, al oeste de Colombia. ¿Puede hablarnos del Cauca? ¿Por qué cree que la región está siendo afectada por la violencia? y ¿cuál es el papel de las corporaciones multinacionales en esa violencia? Usted misma es una líder ambientalista que ganó el premio Goldman por su lucha contra una empresa multinacional dedicada a la minería de oro.

El Cauca es un departamento que ha vivido el conflicto armado. Pero también es un departamento diverso, habitado por pueblos negros, indígenas, campesinos. El departamento del Cauca está mayormente habitado también por mujeres, en su diversidad. Y aunque ha sido un departamento donde los actores armados han impuesto la violencia, ahí hemos estado como pueblo resistiendo, resignificando la vida, llevando paz, generando paz desde las prácticas ancestrales y culturales. Y hoy desde ese Cauca parido de hombres y mujeres líderes y lideresas, que en medio de la guerra, en medio del abandono, en medio del racismo, en medio del patriarcado y del machismo que se impone sobre la vida de las gentes, hemos logrado avanzar también en términos de la resistencia, de generar escenarios que nos permitan vivir en paz y sin miedo.

En ese sentido, yo creo que nuestra apuesta desde ese departamento, yo soy hija del territorio caucano, desde ahí vamos a seguir impulsando la paz que no ha llegado a las puertas de nuestra casa. Vamos a seguir impulsando la necesidad de que el Cauca sea un territorio… que el Cauca y Colombia sean un territorio digno, un territorio con justicia. Hay muchas comunidades de nuestro departamento y del país [donde] la gente no tiene agua potable, pero la minería ha hecho lo que ha querido con nuestro territorio. Nosotros no nos oponemos al desarrollo. Nosotros nos oponemos a una visión del desarrollo que se basa en obtener sus ganancias de la muerte, del despojo, de la expropiación de la condición humana de la gente. Así que, bueno, cuando llegue a la presidencia seguiré luchando para que el desarrollo esté basado en la distribución, en la justicia social, en la justicia ecológica, en la justicia de género, en la justicia humana.

Hoy el planeta tiene un desafío enorme. La vida se está agotando todos los días. Y el gran desafío es hacer que muchas de estas empresas que han obtenido sus ganancias de la muerte y de la destrucción se enfoquen hoy a pensar una economía para la vida. Y eso implica replantearse las formas de obtener sus ganancias. Eso implica pensar en justicia distributiva. Eso implica pensar en justicia ecológica para toda la humanidad y, por supuesto, para ayudar a salvaguardar la casa grande, el planeta, el útero mayor.

Usted sobrevivió a un intento de asesinato en 2019 y ha recibido amenazas de muerte en varias ocasiones. ¿Puede hablar sobre lo que pasó y sobre lo que le da la fuerza para postularse a la presidencia con la valentía que esto representa?

Lo que sucedió, como ustedes conocieron, es que como un líder más, una líder más de mi país, fui declarada objetivo militar. Recibí atentados de muerte junto a otros líderes y lideresas del departamento del Cauca. Pero eso no ha sido una razón para silenciarnos. Al contrario, con más fuerzas hoy estamos vivos y estamos aquí, con más fuerzas seguimos levantando la voz, porque queremos que lo que nos ha pasado a nosotros no le siga pasando a ningún otro colombiano ni colombiana. Sin embargo, lo lamentable y lo doloroso es que todos los días seguimos enterrando líderes y lideresas asesinados, y sobre todo líderes ambientales. Colombia es el país que más entierra a sus líderes ambientales en el mundo, que son asesinados. Y esto es un llamado de atención porque preocupa que se haya generado tanta fractura en nuestro país sobre el valor de la vida. Preocupa que no se priorice salvaguardar la vida de las gentes y sobre todo de los líderes sociales.

Este Gobierno no fue capaz de permitirle a las comunidades que habían gritado enormemente, comunidades como Bojayá, que querían vivir en paz. Al contrario, a pesar de que comunidades como Bojayá, en el Chocó, que son un símbolo de paz, un símbolo de resistencia, que vivieron la barbarie de la guerra y del terror, dijeron: “Sí, queremos vivir en paz”, este Gobierno hizo trizas esas posibilidades y hoy no sabemos en muchos territorios de dónde viene la bala. Nuestro compromiso es seguir levantando la voz de manera contundente hasta que la dignidad y la vida sea una costumbre para nosotros y nosotras.

Las elecciones presidenciales son en mayo y llegan tras un gran levantamiento popular en toda Colombia, en el que uno de los epicentros fue el Cauca, de donde usted es originaria. La ONU dijo que las fuerzas de seguridad estuvieron involucradas en graves violaciones a los derechos humanos, detenciones arbitrarias, actos de violencia sexual y de género, y de discriminación. ¿Puede hablar sobre las razones de esas protestas? ¿Fue la población afrocolombiana un objetivo en particular de la represión?

El paro se originó porque inicialmente el Gobierno presentó una reforma tributaria en contra de las gentes pobres, en contra de los más empobrecidos del país, beneficiando a la gente que es más rica, en términos monetarios, del país. El sector financiero [estaba] lucrándose en medio de una pandemia, mientras la gente de a pie [estaba] sin tener qué comer en sus casas. Todo eso: el confinamiento que hubo con la pandemia, la gente sin oportunidades de obtener ingresos, sin empleo, sin tener cómo pagar las viviendas, mejor dicho, en medio del desespero, y la pandemia no es la crisis, la pandemia devela la verdadera crisis de un modelo de muerte que no fue capaz de avanzar en dignificar y crear condiciones de dignidad para la gente; en medio de todo eso, el Gobierno presenta esa reforma tributaria y la gente ya no aguantó más y se volcó a las calles, y sobretodo los jóvenes.

Muchos de esos jóvenes que se pusieron en primera línea son jóvenes de los barrios populares, jóvenes que han vivido la limpieza social. La limpieza social es el asesinato por parte del paramilitarismo en Colombia, que dijo: “Hay que limpiar socialmente los territorios”, y eso significa muerte. El Gobierno, por su parte, en vez de propiciar un espacio de diálogo con las comunidades, con las juventudes del país para buscar soluciones, lo que hizo fue estigmatizar la protesta social, señalarles de ser vándalos, terroristas, criminales, y eso resultó en lo que pasó, que lamentablemente 48 jóvenes fueron asesinados y la mayoría eran jóvenes negros.

Cali fue la ciudad que puso el mayor número de muertos, lamentables. Esos jóvenes que salieron con esperanzas a levantar la voz, porque querían un país en dignidad, tristemente no pudieron regresar a su casa porque el Estado los asesinó con las balas de la patria, balas que se pagan con los impuestos que todos los colombianos y colombianas aportamos. En ese sentido, creo que la no escucha, el no propiciar escenarios de diálogo y simplemente represar a la gente, señalarles de ser vándalos, de ser terroristas, de ser criminales, estigmatizando a las gentes de a pie que no tienen nada que perder porque el Gobierno y el Estado colombiano les han quitado gran parte de sus esperanzas, de sus sueños, de las posibilidades de vivir sabroso, de vivir en paz, esa gente se puso en la calle y dijo: “Aquí estamos la generación del aguante, los que ya no vamos a seguir aguantando que nos pisoteen, que nos expropien nuestra condición humana”. Yo espero que ese estallido social ahora se traduzca en un cambio en las urnas, porque esto no va a parar si no hay un cambio en la política de nuestro país.

Cincuenta billones de pesos se pierden cada año en corrupción en nuestro país, y eso significa niños y niñas que están muriendo de desnutrición, de hambre. Están muriendo en nuestro país sin oportunidades de vivir y es doloroso que eso esté pasando en nuestro país. Es doloroso que los jóvenes no tengan acceso a educación de calidad, a educación gratuita, a educación integral. Es doloroso que las mamás, que las mujeres hoy no tengamos garantías laborales, que los mayores no tengan garantías en términos pensionales. Es doloroso todo eso que ha hecho el modelo neoliberal impuesto por esta élite colombiana que ha obtenido sus ganancias de la muerte, del hambre, del destierro, de la expropiación de nuestra condición humana.

Usted participó en un debate presidencial junto a una docena de candidatos y electrificó al país al decir: “Todos representan lo mismo”. ¿Cómo piensa cambiar un sistema político en el que la violencia y la corrupción están tan arraigados?

Es con la gente, es con el pueblo, es con las mayorías que puede generarse un cambio en nuestro país. El cambio no va a venir desde las 47 familias que nos han gobernado siempre. El cambio viene de las mayorías, es con los jóvenes, es con las mujeres en su diversidad, es con los pueblos indígenas, con los pueblos negros, con los pueblos campesinos, con los trabajadores y trabajadoras, es con los mayores y las mayoras, con la gente, con el pueblo, que vamos a generar el cambio. Porque esta gente, esta élite mezquina que hemos tenido, lo vieron en el debate, se pusieron fue a discutir sobre quién ha robado más y quién ha robado menos y no sobre cómo van a generar cambios reales para nuestro país, una sociedad que no aguanta más y que está dispuesta hoy a generar un cambio.

Por eso nosotros decidimos colocarnos de frente en la política. Y a mí me han dicho que soy una igualada, que de dónde aparecí, que soy una aparecida. Pues sí, porque no están acostumbrados a vernos a los de abajo, los de la raíz, los de la periferia, ocupar el Estado. Siempre nos dijeron que la política no era para nosotros, que la política no tenía nada que ver con nosotros. Pero esa política se ha metido con nuestras vidas, se ha metido con nuestras familias, se ha metido con nuestros territorios, se ha metido en nuestras casas y ha definido la forma en que tenemos que vivir. Ahora nos toca a nosotros meternos con la política para generar los cambios que necesitamos. Y bueno, aquí estoy, lista para decir que es con el pueblo que hay que propiciar un escenario distinto, una gobernanza distinta y una gobernanza que se piensa y que pone en el centro la vida, y no una gobernanza que se piensa para obtener privilegios en contra [sic] de la barbarie de nuestro país.

Tenemos menos de un minuto y usted tiene que tomar un vuelo de regreso a Colombia. Ha venido a hablar con la diáspora colombiana en Nueva York. ¿Qué tan significativo es el voto de la diáspora en las presidenciales y cuál es su mensaje para la gente que vive aquí?

El mensaje para todos los colombianos en el exterior, no solo aquí en los Estados Unidos, sino en todo el mundo, es que, bueno, son más de seis millones de colombianos que salieron de una u otra forma de su territorio, territorio al que muchos no han podido regresar por falta de oportunidades o [porque] aún si regresan sus vidas están en peligro por el conflicto armado. Nosotros hemos venido hablando con claridad de la necesidad de la legalización de las drogas en el país. Si Estados Unidos ha empezado a legalizar las drogas creo que hay que hacer ese paso en nuestro país, porque acá encarcelan a la gente negra joven y allá asesinan también a la gente negra, a los pueblos campesinos e indígenas empobrecidos. Al final del día, quienes terminamos perdiendo es la misma gente, gente empobrecida, gente racializada. Es necesario entonces asumir ese desafío de profundizar la democracia, de feminizar la democracia, de generar, de hacer de Colombia un mejor lugar para todas y para todos. Como mujeres queremos poder tener libertades para decidir sobre nuestros cuerpos, y es parte del camino que tendremos que hacer.

Necesitamos de los colombianos en el exterior para el cambio, así que este 13 de marzo será un día trascendental. Por primera vez un tarjetón va a tener la cara de una mujer negra, la cara de una mujer indígena, la cara de gente que tiene historia, que tiene memoria, de las gentes de a pie, de la gente de las manos callosas. Así que los invitamos a tomar el tarjetón del Pacto Histórico, a solicitarlo y a votar por Francia Márquez a la presidencia de Colombia.

Además necesitamos renovar el Congreso. Necesitamos que voten por la lista del Pacto Histórico, que voten por las listas a la Cámara del Pacto Histórico, solo marcando el logo del Pacto Histórico. Y de manera especial, quiero invitarles a votar por la lista de Circunscripción Especial de Comunidades Negras. Necesitamos que Soy Porque Somos, nuestro movimiento, se convierta en un partido político. Hoy, los de abajo, necesitamos ocupar la política, y eso es con los colombianos en el exterior, eso es con todos los colombianos y colombianas para que un retorno seguro, un retorno con justicia, un retorno en dignidad y sobretodo en paz, con alegría, sea posible para todos los colombianos y colombianas. Y sobre todo los que están en el exterior pasándola mal, muchos migrando, muchos sin dignidad, porque acá también se les expropia su condición humana.

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