«Esclavos Unidos» – Helena Villar

Creemos conocer al detalle el devenir interno de los EEUU, pero ciertamente solo conocemos de Washington lo que su inmensa maquinaria propagandística quiere que conozcamos

Por Daniel Seixo

El 20 de enero de 2021 Joe Biden se convertía en el 46º presidente de los Estados Unidos, poniendo de ese modo fin a uno de los períodos más truculentos, bizarros y violentos de un país ya de por sí demasiado acostumbrado a la violencia continua y a altas dosis de sucesos truculentos en su día a día. Aquel día, algunos, probablemente los más crédulos y fieles al sistema social estadounidense, aseguraron que con ese acto y con el paso atrás dado por Donald Trump, tras finalmente reconocer a regañadientes su derrota electoral, la cínicamente denominada cuna de la democracia occidental se preparaba de nuevo para retomar la normalidad perdida durante el mandato del extravagante multimillonario y showman, que con sus actos había logrado arrastrar a cuotas ínfimas la imagen de los Estados Unidos en el mundo. Probablemente la mayoría de nosotros, incluso aquellos poco familiarizados con el Imperio Norteamericano, acogiésemos aquellos optimistas augurios con cierta incredulidad y equidistancia, incluso sin percatarnos de ello. Por pura inercia y experiencia previa.

Todos nosotros conocemos las heroicas imágenes de la policía estadounidense durante el 11 de septiembre, pero pocos podríamos explicar la realidad tras el caso de Abner Louima, a quién la policía introdujo un palo de escoba por el recto en un baño de una comisaria o la crueldad mostrada por Edward Gallagher, jefe de operaciones de los Navy Seal, cuando disparaba y asesinaba a civiles en Irak, para a continuación fotografiarse con sus cadáveres. Sin duda, todos hemos comido en un Burguer King, un Mcdonals o un Pizza Hut y por ello estamos acostumbrados a la imagen de abundancia de comida basura que asociamos con la sociedad estadounidense, pero pocos son los que reparan en que el SNAP, un programa de cupones de alimentos, garantiza a día de hoy las más elementales necesidades alimenticias de unos 40 millones de estadounidenses. Todos conocemos Amazon o Facebook, pero apenas reparamos en que esas multinacionales contribuyen a fortalecer un establishment formado por una clase dominante de multimillonarios que ha duplicado en apenas un par de décadas la brecha que los separa de los más pobres de su propio país. Basándonos en el coeficiente de Gini, hoy la sociedad estadounidense resulta más desigual que la sociedad de la Antigua Roma.

Creemos conocer al detalle el devenir interno de los Estados Unidos, pero ciertamente solo conocemos de Washington lo que su inmensa maquinaria propagandística quiere que conozcamos de ellos, bien sea a través de sus productos editoriales, en formato televisivo, musical o mediante unos medios de comunicación mundiales en su gran mayoría al servicio de los intereses de un imperio claramente en horas bajas. Y este espejismo el que precisamente “Esclavos Unidos” pretende romper.

Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona y con la experiencia de su paso por El País, la agencia EFE y TVE, Helena Villar, actualmente corresponsal en Washington DC del canal ruso de noticias en Español RT, ha logrado condensar en un título realmente recomendable y ágil todas las preguntas que un periodista sin ataduras se tiene que hacer al aterrizar como corresponsal en cualquier país del mundo, incluso aunque este sea a priori el imperio político, mediático y militar más poderoso del planeta. Por ello, es a través de sus páginas que podremos descubrir la realidad tras el sistema sanitario estadounidense, su industria militar, la decadencia de las infraestructuras que atraviesan el país y otros muchos relatos oportunamente olvidados por la prensa occidental, pero que a diario afectan e influyen de manera cruel en la vida de millones de trabajadores estadounidenses. Y es a través de sus voces, pero también de una delicada y oportuna recopilación de datos, que Helena Villar nos muestra la realidad del centro del mundo más allá de los fuegos de artificio, la palabra libertad impresa en souvenir o las luces de neón.

Pero no se equivoquen, este no es un libro antiamericano, ni un ataque destinado a vilipendiar o menospreciar al ciudadano estadounidense. Al contrario, el presente título es un libro en el que los verdaderos estadounidenses tienen voz, porque cualquier nación siempre será representada con mayor fidelidad en el pueblo trabajador que en los más pomposos desfiles militares repletos de falso patriotismo, barras y estrellas. En “Esclavos Unidos”, podemos realmente acercarnos a la voz de los trabajadores de Estados Unidos. A sus problemas, las causas que se esconden tras los mismos y a la reflexión necesaria para conocer a una sociedad norteamericana al fin vista sin el filtro previo de un guion de Hollywood.

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