Explicar lo que siento ante una exhumación es indescriptible, es una sensación de orgullo por ayudar en la recuperación de una parte de su sangre y de su historia.
Por Sol Gómez Arteaga
Luisa Vicente Martin, Presidenta de la Asociación Salamanca Memoria y Justicia nos cuenta para Nueva Revolución que la Asociación que dirige, formada por 93 socios, se creó en el año 2004. En principio lo formaban un grupo de familiares al que se han ido incorporando otras personas que sienten la causa como suya, algunas con residencia en el extranjero, ya que la emigración de las familias ante lo sucedido en la Guerra Civil fue persistente. Se financia con la cuota de los socios, de 20 euros anuales, necesitando subvenciones para poder llevar a cabo sus proyectos.
El principal objetivo de la misma es la colaboración con las personas que quieren conocer lo que les sucedió a sus familiares, y la búsqueda y exhumación de fosas cuando así lo requieren. Destaca como una de las actuaciones más relevantes de la Asociación la creación del Memorial del Cementerio de Salamanca, que recoge los nombres de las víctimas del franquismo de Salamanca. Actualmente hay 1.195, y en breve harán otra ampliación con cerca de 200 víctimas más. También la creación de la Base de Datos, para que cualquier persona, en cualquier parte del mundo, pueda conocer la historia de sus familiares.
Tienen ya señalados como lugares de Memoria diferentes puntos de nuestra provincia: Ciudad Rodrigo, Béjar, Monleras, Casillas de Flores, La Alberca, Pedraza de Alba y Salamanca. En Salamanca tienen el Memorial en el Cementerio, el Cuartel Julián Sánchez “el Charro”, (llamado actualmente Plaza de la Concordia), y el Centro de Arte Contemporáneo, el Da2.
Creo que tu vinculación con la Asociación que presides tiene que ver con el hecho de tener algún familiar represaliado. Cuéntanos su historia.
Soy nieta y sobrina de represaliados. Por parte de mi padre, Luis Vicente Baldión, los represaliados fueron su padre, Enrique Vicente Iza, y su hermano mayor, Enrique Vicente Baldión, acusados de espías, aunque en ningún momento del Sumario se puede demostrar que lo fueran; otra de las acusaciones a mi abuelo que puede leerse en el Sumario alude a que “es elemento muy peligroso porque lee mucho y sabe mucho de Geografía”. Fueron ejecutados por sentencia judicial en la tapia del Cementerio de Salamanca el 23 de octubre de 1936. Sus cuerpos que, en un principio, estuvieron en una fosa común del cementerio, actualmente forman parte del pavimento de este. Mi abuela, Antonia Baldión Castellano, quedó con 8 hijos y sin ayuda para sacarlos adelante.
Por parte de mi madre, Catalina Martín Hernández, los represaliados son su padre, Félix Martin Montero, llevado al campo de concentración de la Santa Espina de Valladolid tras ser acusado del intercambio del jabón que hacía mi abuela en casa por pan blanco. También su hermano Felipe Martín Hernández, acusado de pintar la hoz y el martillo en un camión, hecho que nunca sucedió, tuvo dos condenas a muerte, aunque le fueron conmutadas por prisión. Las torturas que le infringieron estando preso causaron graves destrozos en su cuerpo.
Ser presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de Salamanca implica un importante compromiso con la Memoria silenciada de este país ¿Qué transcendencia ha tenido en tu vida el cargo que ocupas?
Mi cargo no ha supuesto más compromiso por mi parte, quizás sí la posibilidad de llegar a más personas a las que poder ayudar. Desde el momento en que conocí la historia de mi familia, tuve muy claro que la experiencia que había acumulado en la búsqueda de lo que había sucedido con ellos, me serviría para ayudar a otras personas a encontrar y recuperar su historia. Llevo años desde mi entrada en la Asociación y he pasado por diferentes cargos: socia, vocal de la Junta Directiva, secretaria y, finalmente, presidenta de esta.
Desde el momento en que mis responsabilidades laborales y familiares me lo permitieron, mi implicación ha sido total con la recuperación de la Memoria de todas las víctimas del franquismo, investigando, difundiendo la Memoria y colaborando con las familias siempre que lo solicitan.
¿Cuáles son las demandas o peticiones que más se hacen o llegan a la Asociación?
Información de lo sucedido con sus familiares y exhumaciones.
Hay que pensar que en Salamanca la mayoría de las víctimas que tenemos documentadas son procedentes de sacas de sus casas y sacas de la cárcel. La única noticia que las familias tienen de ellos es que un día los sacaron de sus casas y no volvieron a saber más: o bien que, cuando fueron a la cárcel a llevarles comida o ropa, les dieron que ya no iban a necesitarlas. Son una minoría los que pudieron averiguar el lugar donde les enterraron, e incluso, aunque lo supieron, fueron muy pocos los que se atrevieron a sacarlos de la fosa común donde estaban. El miedo estaba implantado en todas y cada una de estas familias. Miedo y silencio van unidos.
La base de datos de la web de la Asociación devuelve resultados relativos a 12.494 víctimas de la represión franquista, ¿Nos podrías describir el trabajo que ha supuesto para la Asociación la obtención de esos datos?
Cuando inicia su andadura la Asociación en el año 2004, la información que había recogida era la que los familiares habíamos ido transmitiendo, el acceso a los archivos era prácticamente inviable. Gracias también al trabajo de un compañero, Luis Calvo Rengel, pionero y el máximo representante de la Memoria Histórica de Salamanca, y debido a su trabajo como diputado en la Diputación de Salamanca, tuvo la oportunidad de recoger testimonios en diferentes puntos de la provincia. Cuando hacemos el primer Memorial en el Cementerio de Salamanca, teníamos reconocidas 256 asesinados.
De las 12.494 víctimas, una gran parte, corresponde a las personas que pasaron por la cárcel de Salamanca, alrededor de 1400. Actualmente estamos investigando unos Expedientes que han aparecido en el Archivo Histórico Provincial, EXPEDIENTES DE LOS HUERFANOS DE LA REVOLUCIÓN Y DE LA GUERRA, a través de los cuales y ante la solicitud de las viudas de la ayuda para sus hijos están apareciendo más víctimas.
La investigación para obtener estos datos se obtuvo a través de varias fuentes:
Digitalización de los Expedientes Judiciales que se encuentran en el Archivo Militar de El Ferrol, más de 5.000 Expedientes Judiciales y más de un millón de imágenes.
Digitalización de las fichas de la Cárcel de Salamanca, actualmente se encuentran en la Cárcel de Topas. Allí estuvieron encarcelados republicanos de todas las provincias de España y de las Brigadas Internacionales
Investigación en todos los 362 Registros Civiles de la Provincia de Salamanca buscando la inscripción de víctimas.
Investigación en el Archivo Histórico Provincial, donde se encuentran los fondos del Gobierno Civil de la época.
Investigación en las Parroquias donde, alguna vez, el párroco hace inscripción de víctimas (aunque en contadas ocasiones) y da información sobre ellas.
Recogida de testimonios en los diferentes municipios de la provincia, tanto para conocer las historias de represaliados como para la localización de fosas.
Actualmente estamos volcados en conocer el volumen y la historia de los huérfanos, uno de los colectivos de víctimas más numerosos y de los que apenas nos hemos ocupado.
De todos los trabajos que se han llevado a cabo siendo presidenta de la Asociación ¿Cuáles son los que más te han conmovido y por qué?
La recogida de testimonios es un momento muy especial, pues la persona por fin puede contar su historia y la de su familia.
También lo que se vive durante las exhumaciones, donde al fin las familias reciben un poco de esa justicia que siempre les negaron. Es común a todas ellas el profundo silencio que se produce cuando aparecen los primeros restos en los que parece que la naturaleza se alía con los familiares. Explicar lo que siento ante una exhumación es indescriptible, es una sensación de orgullo por ayudar en la recuperación de una parte de su sangre y de su historia, por haber contribuido a realizar el deseo de su padre, de su madre, de su abuelo o abuela, de que al fin tienen un poco de justicia. Entonces sientes que todos los momentos que has tenido que pasar hasta llegar hasta aquí, a veces muy duros por la falta de la colaboración o la incomprensión de la gente, no son nada ante la satisfacción que le das a estos familiares.
Otro momento importante fue cuando colocamos el Memorial: resultó altamente emocional ver a los hijos acariciar el nombre de sus padres y decir que ya podían morir tranquilos, pues al menos sus familiares ya estaban reconocidos como víctimas.
Y altamente emocional fue también un acto en el que leí la carta de mi tío dirigida a su madre cuando estaba en capilla, todo un acto de amor hacia su madre, la mujer que le había dado la vida, y hacia sus hermanitos a los que nunca volvería a ver. La he leído muchas veces en privado, y siempre acabo llorando. Porque en su carta no hay rencor ni odio, solo incomprensión hacia lo que le está pasando, y mucho amor hacia su familia.
¿Desde qué empezaste a trabajar hasta la actualidad has notado alguna evolución o cambios en materia de Memoria Histórica?
Sobre todo, he encontrado más comprensión y colaboración hacia nuestro trabajo. No solo por parte de particulares, también por parte de las Instituciones, antes nos veían como “bichos raros que ya podían dedicarse a otras cosas”. Ahora notamos respeto y valoración hacia lo que hacemos. Instituciones como el Gobierno de España, el Ayuntamiento de Salamanca y la Junta de Castilla y León están colaborando y subvencionando los proyectos que les presentamos.
¿Qué proyectos de futuro tenéis?
Seguir investigando en todos y cada uno de los archivos en los que podamos investigar y, sobre todo, sacar adelante nuestra asignatura pendiente: las exhumaciones. Hemos priorizado la investigación y ahora toca llevar a cabo la recuperación de los cuerpos. Algo complicado. Por una parte por la falta de testimonios, y por otra, por el desconocimiento de la identidad de las personas que pueden estar enterradas en determinadas fosas que hay localizadas. Sin la colaboración de las familias no podremos nunca saber su identidad.
¿Tenéis alguna vinculación con el Centro Documental de la Memoria Histórica que está justo en Salamanca? ¿Y con otras Asociaciones de Memoria Histórica?
Con el Centro Documental de la Memoria Histórica hay una colaboración total. Es el lugar donde celebramos la mayoría de nuestros actos, desde la presentación de un libro, conferencias, hasta la entrega de restos procedentes de una exhumación a los familiares.
Hay un grupo de Asociaciones de Memoria Histórica de Castilla y León, creado para hacer más fuerza en nuestras reivindicaciones. Actualmente está un poco parado, quizás por las distancias, o la pandemia que ha hecho que no haya sido tan fácil la comunicación.
¿Qué objetivos se tendrían que conseguir para que te sintieras reparada en materia de memoria histórica?
Un reconocimiento aún mayor, y a nivel nacional de la tragedia y el dolor que supuso la Guerra Incivil del que se ha hecho hasta ahora. Que fuera una cuestión de Estado, y como tal fuera él, quien asumiera la tarea que ahora mismo estamos haciendo las asociaciones, y no el gobierno de turno. No podemos seguir dependiendo del color del partido que gobierna en cada momento.
Que nuestras víctimas no sean víctimas de segunda clase. Eran españoles, y como tal tienen los mismos derechos que cualquier otra víctima. Ellos y sus familiares.
Que los culpables de los asesinatos sean juzgados como crímenes de lesa humanidad.
¿Qué les dirías a las generaciones más jóvenes en materia de Memoria Histórica? Y a los políticos, ¿qué les dirías?
Entiendo que el problema principal de las generaciones más jóvenes es la falta de información por parte de la familia, pero principalmente porque en los planes de estudio esa parte de nuestra historia apenas se ha contemplado, era algo que había que pasar de puntillas, nunca había tiempo para desarrollarlo. Han sido muy pocos los profesores que han cumplido con este capítulo de la historia.
Hacerles entender que no es tema político ni de ideologías. Hablamos de derechos humanos, independientemente de la forma de pensar de cada uno. Que nadie tiene el derecho de asesinar a otro, porque su forma de ser o de pensar sea diferente a la suya. Que entiendan que la Justicia es para todos, y los asesinatos igual de condenables.
Actualmente, estamos a punto de firmar un convenio con la Universidad de Salamanca para crear grupos de trabajo con los estudiantes, enfocado a la recogida de testimonios y búsqueda, localización y prospección de fosas. Entendemos que es una forma de concienciar a las personas jóvenes de la tragedia que sufrió España por la guerra incivil.
A los políticos es mucho más complicado hacerles entender que olviden las siglas bajo las que están, que entiendan la tragedia de lo sucedido, y las reclamaciones de sus derechos por parte de los familiares. Les pediría que colaboren con nuestro trabajo, para ayudar a recuperar la historia de su pueblo, de su comunidad y como buen político, intentar resolver los problemas de sus convecinos para poder recuperar su historia familiar.
¿Crees que hay una herencia generacional del dolor, de la pérdida y, en suma, del trauma ante una muerte ocurrida por la barbarie de la guerra?
Aunque creo que no es generalizada, si hay una herencia del dolor ante una pérdida. Trauma no.
Muchos hijos hemos heredado el dolor de nuestros padres porque los hemos visto sufrir; hemos visto como determinados días su dolor se hacía insoportable, y comprendimos y caló en nosotros ese dolor cuando tuvimos conocimiento de su origen. Sufrimos la pérdida porque, aunque nunca les conocimos nos privaron de su presencia, de que nos dieran su cariño, y nos transmitieran sus enseñanzas. Sufrimos también la injusticia de saber que eran inocentes, que fueron asesinados por sus ideas o por reclamar sus derechos. EL RECONOCIMIENTO DE ESA INJUSTICIA NOS HA HECHO MÁS FUERTE PARA LUCHAR CONTRA ELLA.
Con la carta de mi tío aprendí lo que es el amor incondicional de una persona que, al borde de la muerte, solo tiene en cuenta a su madre y sus hermanos. Sabe que muere inocente, pero no pierde su tiempo en pedir venganza, solo en recordarles a ellos, y la pena de no poder volver a abrazarles.
Con la de mi abuelo, aprendí a no olvidar y ser valiente, a reconocer lo que su esposa había hecho por ellos para salvarles, sabe que es inocente de los delitos que le acusan, pero en ningún momento pide venganza, lo único que les pide a sus hijos es “Que sean buenos y honrados que Dios les premiará”.
Esto es lo que procuro transmitir. Resulta sumamente injusto escuchar a determinadas personas que solo buscamos venganza, porque lo que ellos me enseñaron a través de sus cartas, lo que mi padre me transmitió a través de su vida, fue justo lo contario.
Por último una pregunta más personal: Creo que tu padre en el lecho de muerte os dio a cada uno de los hijos una consigna. Cual fue la que te encomendó a ti.
La mía fue la del trabajo. Y aunque en un primer momento no le entendí, ya que él sabía perfectamente que nunca me había echado atrás ante ningún trabajo, después entendí que no era el trabajo laboral al que se refería, era al trabajo en la Asociación, por recuperar la Memoria de su padre y de su hermano, y también del resto de las víctimas.
Soy la mayor de cinco hermanos, y a la única que contó lo que les había sucedido a su padre y a su hermano. Él vivió la detención de su padre, y siempre fue el más sensible de los hermanos ante la tragedia que sufrieron. No solo he recuperado la historia de sus muertes, también he hecho su árbol genealógico. Él siempre hablaba de su abuelo músico, de sus familiares vascos, se sabía los apellidos de esta familia, pues ahí los tengo recogidos en su honor.
No me cabe duda de que tu padre, Luis Vicente Baldión, estaría muy orgulloso de ese compromiso y trabajo tuyos con la Memoria Antifascista, un compromiso y trabajo urdidos con y desde el amor.
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