El impasse y los socios peligrosos

luego de los últimos indicadores de crecimiento económico y de la pobreza derivados de la pandemia, todo indica que se presentarán cotas inaceptables de desigualdad y merma en la calidad del desarrollo humano de la sociedad española

Por Alberto Vila

“Gracias a ellos, durante dos mil años la humanidad ha practicado el mal, pero ha honrado el bien”.

Julien Benda “La traición de los intelectuales”

Mientras el país entero está en un “impasse” hasta el próximo confinamiento. Es decir, en tanto las CCAA demuestran su incompetencia en el control de las conductas de riesgo por el COVID, transitamos una suspensión de la gestión efectiva de los grandes temas pendientes porque nos hallamos bajo el fuego mediático y judicial del statu quo. Pareciera que el gobierno de coalición se encuentra en un impasse. Al menos, según dicen, hasta la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Con su aprobación quedaría asegurado sin sobresaltos, el agotamiento del total de la legislatura.

Cuando se habla de impasse, se denomina a:

“La situación en la que se encuentra un asunto o problema que no progresa, o al que no se le encuentra solución”.

Esto no deja de sorprender, porque pese a la gravedad de muchas “situaciones” particulares de los ciudadanos españoles, estos aún no han recibido la satisfacción debida a consecuencia de las medidas pactadas en el acuerdo de gobierno. Al contrario, parece que están quedando en el camino las soluciones. Se crea impaciencia. La situación es dinámica.

Esto, insisto, para favorecer la comprensión, lleva a revisar el término “situación”. Por tal, suele entenderse al “conjunto de circunstancias que rodean a alguien o algo y determinan su estado”. En este punto, y luego de los últimos indicadores de crecimiento económico y de la pobreza derivados de la pandemia, todo indica que se presentarán cotas inaceptables de desigualdad y merma en la calidad del desarrollo humano de la sociedad española. Por tanto, podríamos afirmar que al menos hay tres “situaciones”, según quién las describa.

Una, la del gobierno de coalición. Todo está mejor, según su diagnóstico de la situación. Otra, la de una parte significativa del parlamento recién constituido, que no tiene ese diagnóstico, sólo busca la destrucción del gobierno. La tercera, es que, pese a este “impasse”, algunos aspectos del compromiso de coalición para ajustar las condiciones de vida, estas no se han alterado como se esperaba. Los corruptos, corrompidos y corruptores, siguen campando a sus anchas. Los excluidos siguen incrementándose. La Justicia sin medios y sin interés especial en combatir la corrupción. La Fiscalía General del Estado ni se la nota en su defensa del interés general. La UE se deshumaniza cada vez más, a pesar del fondo de reconstrucción. Es decir, el desconcierto cunde.

Además, tenemos la presunta candidez, es broma, demostrada por el presidente para contactar con “el centro liberal” de Ciudadanos. Deberíamos recordar que Alberto Rivera lo bautizó así antes de ser recolocado al frente de un despacho de abogados. En febrero de 2017, Rivera redefinió que el suyo era un partido ideológicamente que apostaba por pasar página a su origen «socialdemócrata» y resituarlo en el «centro liberal progresista». En el tiempo transcurrido hasta hoy, Ciudadanos permitió que Vox entrase junto al PP en los gobiernos de Andalucía, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid. Reitero, por apropiada, la cita del encabezado:

“Gracias a ellos (los intelectuales), durante dos mil años la humanidad ha practicado el mal, pero ha honrado el bien”.

Me pregunto si Pedro Sánchez ha cedido al ala neoliberal del PSOE, la misma que lo derrocó, acercándose a Ciudadanos, que su militancia la noche electoral le gritó “que no, que no, con Rivera no”, para garantizarse la aprobación de los Presupuestos sin depender de ERC. En ese sentido, también deberíamos atender a cuáles serán las concesiones.

También se observa la probable presión de una parte de la Justicia que no se siente en “impasse”. Tal vez debe de haber incurrido en el error de creer que este término significa “un compás de espera”, lo que induce a que se entienda que es una “detención temporal de un asunto”. España no puede admitir una “situación” de este tipo. La indolencia debe dejar paso a la gestión de los difíciles problemas por los que atravesamos. En concreto, a la renovación del Consejo General del Poder Judicial que no representa a la voluntad de la ciudadanía expresada en las urnas.

En cualquier caso, no habrá más un absolutismo parlamentario fruto de una mayoría. En definitiva, mejor que no la haya. Entonces, parece oportuna una frase de José Luis Rodríguez Jiménez, que resume de manera precisa la situación por la que atravesamos siempre que sí hubo mayoría:

“Cuando no hay adversarios no existe la competencia, pero aumenta la ineptitud y la indolencia.”

De eso, el PSOE sabe mucho. Creo que debería retomarse el rumbo del “Pacto del Abrazo”.

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