Este martes hemos sabido que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) ha aprobado un rescate por valor de 111 millones de euros para la aerolínea Air Nostrum.
Por Oriol Sabata
Esta empresa privada entra en una larga lista de compañías que han sido saneadas por el Estado a costa de los bolsillos de todos los trabajadores del país.
El organismo público ha tratado de justificar esta decisión mediante una nota de prensa en la que asegura que se ha decidido rescatar a la aerolínea debido a su grave situación económica, que había empeorado con el desarrollo de la pandemia. La SEPI dice que «existen garantías» para que se devuelva el dinero inyectado a Air Nostrum.
Desde el comienzo de la pandemia, el sector hotelero y del transporte aéreo han recibido una lluvia de millones por parte del Estado. Una larga lista de empresas privadas han sido rescatadas con el dinero de todos los contribuyentes.
La SEPI fue creada en 1996 y desde entonces ha operado como un organismo de saneamiento de grandes empresas privadas en apuros económicos. Tras ser intervenidas, y una vez en situación óptima, han seguido operando bajo criterios de mercado sin ningún tipo de regulación o beneficio económico para el Estado.
Si algo está quedando claro es que bajo un régimen liberal, el Estado se encuentra siempre al servicio de los intereses del gran capital. Y en un contexto de crisis esto se acentúa. De ahí la larga lista de compañías privadas del sector a las que se está inyectando millones de euros de dinero público: Air Europa, Ávoris Corporación Empresarial, Plus Ultra Líneas Aéreas, Duro Felguera, Tubos Reunidos, Rugui Steel, Hotusa, Grupo Airtificial, Grupo Serhs y Reinosa Forgings & Castings, Grupo Losán, Grupo Soho Boutique Hoteles, Grupo Abades, Técnicas Reunidas, Grupo Wamos, Eurodivisas S.A, Grupo Ferroatlántica S.A.U, Grupo Inversor Hesperia (GIHSA), Grupo Abba, Grupo Julià y Grupo Mediterránea.
Se repite una vez más la conocida consigna que se popularizó con la crisis de 2008: privatizar beneficios y socializar pérdidas. Todo ello, como no podía ser de otra manera, sobre las espaldas de la clase trabajadora. En aquel momento se aseguró que se tomaban medidas drásticas para salvar un sector clave de la economía y que los bancos iban a devolver los 65.000 millones de euros del rescate. No solo no han devuelto ni un céntimo sino que asistimos a un proceso de concentración y poder bancario sin precedentes. ¿Hasta cuando durará esta tomadura de pelo?
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