Cuñadohispán

Por Jesús Ausín | Ilustración de LaRataGris

Cuento de navidad

Érase una vez en un país muy, muy lejano en el que los héroes sólo eran hombres pobres, iletrados harapientos y pillos que tenían que abandonar sus pueblos en busca de aventura y tretas para poder comer o alistarse en un ejército lleno de analfabetos en el que prosperar a base de maltrato, engaños e injusticias.

En ese país tan lejano, durante siglos había unos brujos muy, muy malos que convertían a los pobres en mulos de carga y a las mujeres en esclavas.

Una madrugada, el príncipe de ese reino al que llamaban Palito, un joven forjado en las mejores escuelas del imperio, al que el amargor y la desazón de sus fallidos amoríos había convertido en un tipo autoritario,  de vuelta a casa en su veloz cuadriga, tuvo un desafortunado accidente al salirse de la calzada por la que arreaba sus caballos a toda velocidad.

Mal herido, quedó tirado en una de las cunetas mientras sus estilados bayos arrastraban el carro por la calzada. En la primera curva,  el carro siguió recto hacia el precipicio y acabó arrastrando a los animales acantilado abajo.

Despuntaba el sol en medio del horizonte cuando un buhonero, pobre como las ratas y su hija pelirroja vieron al príncipe tirado en la cuneta, sucio, lleno de arañazos y con una brecha en la frente que la sangre ya había coagulado y cerrado. Al príncipe  le latía el corazón a ritmo acompasado y respiraba como si estuviera en un plácido sueño. Intentaron despertarlo pero no lo consiguieron, así que lo subieron al carromato dónde llevaban las pócimas, baratijas y cacharros con los que subsistían, lo lavaron, y le dieron, primero uno de los reconstituyentes que ellos mismos hacían a base de vino rancio, yema de huevo y regaliz y después, una vez hecho el fuego, un caldo cocinado con una de las gallinas que habían cogido prestadas en la última de las villas por la que habían pasado.

En un par de días, el príncipe despertó pero no recordaba quién era. El mercachifle y su hija pelirroja, sospechaban que debía de ser alguien importante a tenor de sus ropajes de seda. Le preguntaron pero el príncipe seguía desmemoriado. Así que decidieron llevarle con ellos hasta ver si en alguno de los villorrios alguien preguntaba por el muchacho.

Pasaron los meses y, cuanto más se alejaban de la capital, menos información tenían sobre un pasajero que comía como una lima, que no recodaba quién era pero que exigía las cosas con unos modales propios de quién está acostumbrado a mandar y a exigir todo aquello que le pasa por la imaginación.

El pobre buhonero y su hija empezaban a estar desesperados. El negocio apenas daba para comer todos los días ellos dos y ahora, el sibilino huésped no sólo no comprendía la coyuntura de sus salvadores, sino que exigía más y más comida. Tampoco ayudaba en el negocio de las baratijas y pócimas y se pasaba el día tumbado a la bartola.

La providencia hizo que en uno de los poblachos por los que pasaron, una de sus gentes que había dejado la capital por problemas con la justicia del rey, reconociera al príncipe. El buhonero y su hija avisaron a las autoridades. El príncipe, una vez supo quién era, mandó prender al baratero y a su hija acusados de retenerle ilegalmente y de no dar parte de su casual encuentro.

El quincallero fue sentenciado a remar en galeras hasta su desfallecimiento y muerte y la joven pelirroja fue vendida como esclava.

Por las noches, bajo las estrellas que velan su sueño, la joven pelirroja sueña con el día en el que el príncipe Palito venga a buscarla para hacerla princesa.

 

 

Cuñadohispán

Dime de que presumes y te diré de qué careces” dice un refrán castellano. Y a tenor por el esfuerzo que hacen los cansinos oligarcas del régimen del 78 (más bien del régimen de toda la vida) en discursos, mensajes de navidad y demás disertaciones que sólo sirven para rellenar espacio en los medios de adoctrinamiento, atontamiento y sustento del régimen en los que insisten una y otra vez en la calidad democrática de España y en su paradigma de libertad,  en este país, cualquier atisbo democrático y cualquier espejismo libertario es la excepción que confirma que vivimos en una oligarquía fascistoide integrada y engrasada por los fundamentos del imperio del mal, el hijoputismo globalizado o la Arcadia distópica de Orwell en su obra 1984.

En ese paraíso terrenal en el que los oligarcas dicen que vivimos, este año que hemos dejado atrás, ha sido el del blanqueo de la pobreza convirtiéndola en lago chic y moderno de la que debemos estar orgullosos. Me fascinó este artículo del periodista gaditano @PabloMM en ctxt.es titulado justamente 2017, el año que nos dijeron que la pobreza es cool y la precariedad es trendy.

En ese paraíso terrenal en el que los oligarcas dicen que vivimos, este año que hemos dejado atrás, ha sido el del blanqueo de la pobreza convirtiéndola en lago chic y moderno de la que debemos estar orgullosos.

Es también el año en el que constatamos que el hijoputismo se ha llevado por delante el principio del respeto y el de humanidad (y hasta el de caridad cristiana si existiera) y ha convertido nuestro mundo en un negocio en el que los mayores no tienen sitio fuera de sostener con sus pensiones a su precarizada prole.  Así, nos encontramos con ancianos que mueren solos en su domicilio sin que nadie les eche en falta y por los que este mundo ruin no tiene piedad, ni clemencia. Como este pobre anciano del Barrio madrileño de San Blas al que descubrieron muerto después de cuatro años porque fueron a desahuciarle de su domicilio. O la anciana que muere en las urgencias del hospital de Úbeda porque estaba sola y, en su enfermedad,  no fue capaz de atender a la llamada del altavoz. O la que  murió en una residencia pública de Arganda del Rey amordazada, al parecer por falta de personal.

El hijoputismo se ha apoderado de todos los procedimientos y regula nuestras vidas. Unos, sufrimos sus embistes y los soportamos como podemos y otros, los de siempre, los pobres, los parias de la tierra, los que tienen que abandonar sus hogares a causa del hambre en busca de un mundo mejor, a veces no pueden soportarlo y acaban muriendo, como ese pobre hombre que ha muerto, ¿ahorcado? en la cárcel de Archidona (no es un CIES, es una cárcel en la que han ingresado a personas sin haber cometido delitos). O como éstos pobres que llegan en una patera y el gobierno les abandona en una parada de autobús según denuncia el Ayuntamiento de Granada, sin saber dónde están y sin ningún tipo de humanidad o remordimiento.

Qué decir de la pobre Laila a la que cortaron la luz por falta de pago y se le acabó quemando la casa porque tuvo que iluminar las tareas de sus hijos con velas. Una madre separada con tres hijos menores a la que el ilustrísimo alcalde de Alcorcón, el hooligan David Pérez, y su corporación, prometió delante de las cámaras una solución y, una vez apagado el foco, se olvida de las pobres criaturas.

El hijoputismo desilustrado en el que lo único importante es el negocio en nombre del crecimiento y la prosperidad (que nunca llega a los que producen y sólo se extiende a especuladores y  explotadores) ha convertido la sanidad pública en un artículo de lujo con cientos de miles de enfermos en listas de espera, en el que se dejan fondos públicos sin gastar para reducirlas con el fin de que las empresas concertadas puedan seguir haciendo el agosto con sus derivaciones. Una sanidad pública con carencias esenciales de personal y medios en los hospitales públicos. Por el mismo motivo, cientos de chavales están hacinados en Institutos de Educación secundaria, en clases de 40 alumnos, o no pueden estudiar FP porque las plazas públicas para “cursos” que no sean de toreo, ama de casa o panadero, son escasas y derivadas a la educación concertada.

Vivimos en un país en el que después de vivir como esclavos, con sueldos de miseria y condiciones infrahumanas, aun esperan que el príncipe de los mangantes les rescate y les convierta en millonarios

No es menos escandaloso que, debido a la cerrazón de la oligarquía fascistoide que maneja los fondos públicos, a la hora de escribir este artículo 52 mujeres hayan sido ASESINADAS por machistas asquerosos durante este 2017. Todo por una política educativa nefasta basada en los conciertos con colegios religiosos y una carencia de medios que protejan a las maltratadas de vergüenza.

Debo recordar también aquí que la cerrazón de la oligarquía que desgobierna este país ha provocado 254 muertos por accidentes de tráfico en la N-1 en el tramo entre Burgos y Miranda de Ebro. Y todo por el negocio. Porque una de las concesiones más antiguas del estado que ya debería haber quedado liberalizada, la AP1, sigue siendo una autopista privada y cara.

Es verdad que en este país también pasan otras cosas. Cosas también nefastas como la lamentable gestión del agua del gobierno y su empeño en trasvasar el escaso elemento desde la cabecera del Tajo a Murcia (una vez más el negocio manda), dejando muerte y desolación en los alrededores de Buendía y Entrepeñas. O el aumento del 80% en el presupuesto militar comprometido con el dueño del imperio. 8.000 millones que podrían dedicarse a sanidad, educación, dependencia o apoyo a las mujeres maltratadas y no a comprar carros de combate, de la que, por cierto, España tiene superávit (más del doble que Francia y casi que Alemania). No podemos olvidar la falta de libertad que ha llevado a la cárcel a raperos y twitteros mientras el cuñado del Rey, condenado a seis años y tres meses de prisión, sigue paseando palmito en Suiza. O los chavales de Altsasu, acusados de terrorismo, que llevan encarcelados 454 días por una pelea de bar.

Así pues, vivimos en el país que nos ha tocado en el que algunos creen que el sol sale por la mañana gracias al gobierno de la nación. Un país tan mísero intelectual e idiológicamente que millones de sus ciudadanos dicen preferir que les roben antes de tener justicia social y derechos. Un país en el que después de vivir como esclavos, con sueldos de miseria y condiciones infrahumanas, aun esperan que el príncipe de los mangantes les rescate y les convierta en millonarios.

La incultura, el conformismo tedioso, el fanatismo nacionalista y la picaresca deberían formar parte del artículo 1 de la Constitución. Al menos, mientras el pueblo arregle las cosas poniendo trapos en las fachadas en lugar de reclamar derechos y libertades.

Igual la pertinaz sequía acaba con los sucesores del Caudillo cobarde, eunuco y saqueador.

Ahora más que nunca, …

Salud, república y más escuelas.

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