Por Eduardo Montagut
En la China convulsa que intentaba zafarse del apetito del imperialismo occidental y japonés, comenzaron a penetrar las ideas socialistas. En este trabajo nos acercaremos a la utopía socialista de Kang Yu-Wei (1858-1927), un personaje inquieto, complejo y fascinante. Abordaremos las ideas contenidas en su principal obra, Da Tong shu, que puede ser traducida como El Libro de la Gran Concordia, o Libro de la Gran Unidad.
Kang Yu-wei tuvo un evidente protagonismo en los intentos de reforma social y política en China, desde sus profundos conocimientos filosóficos. Estuvo muy involucrado en las disputas en el seno de la familia imperial, que le obligaron a estar un tiempo en el exilio. A pesar de las ideas contenidas en su obra y sus intentos fallidos de reforma a finales del siglo XIX, Kang Yu-wei fue un político monárquico y no parece que la llegada de la República en 1911 le entusiasmara especialmente.
Pero lo que más nos importa de nuestro protagonista es su obra. Tardó un tiempo en completarla. Al parecer, las primeras ideas aparecieron en sus apuntes de clase de 1884 y 1885. Sus alumnos le animaron a escribir un libro. El proceso no se completó hasta 1900, cuando aparecieron publicados en Japón los primeros capítulos. El libro no fue publicado en su totalidad hasta 1935, cuando ya había fallecido su autor.
Kang Yu-wei describe una sociedad ideal donde el Estado ha desaparecido, pero también la familia. Es una sociedad donde reina la igualdad y donde se establece un sistema nuevo para el matrimonio, ya que se firmarían contratos anuales entre el hombre y la mujer, porque el matrimonio tradicional era una institución que oprimía a la mujer. Los niños debían ser educados en instituciones públicas. Los ancianos también serían atendidos en instituciones específicas, en casas de retiro. Kang Yu-wei critica el capitalismo y aboga por una especie de comunismo porque la colectividad sería quien dirigiría la producción agrícola e industrial. En la utopía hay también una clara fe en la tecnología, algo que parece común en algunas utopías, pero lo novedoso es que proceda de un hombre en el ámbito cultural de Confucio. La tecnología no debía servir para defenderse de Occidente sino a favor de la humanidad, especialmente para reducir el trabajo humano.
La utopía de Kang Yu-wei tiene dos fuentes de inspiración. Por un lado, es innegable la aportación de las tradiciones de Confucio, pero también pueden detectarse influencias occidentales del socialismo utópico de Owen y de Fourier. Aunque al autor no dominaba las lenguas occidentales sí conocía escritos de misioneros anglosajones que habían difundido algunas de las nuevas ideas que procedían de Europa. Quizás también su estancia en el exilio le permitió acceder a estas ideas.
La obra de nuestro protagonista no dejó indiferente a nadie. Dado su apoyo al emperador Guangxu frente a la emperatriz viuda Cixi, que terminó con el reinado efectivo del primero y con los Cien Días de Reforma de 1898, donde tanto se involucró Kang Yu-wei, los intelectuales progresistas consideraban que era la obra de un reaccionario. Pero otros comenzaron a pensar que se trataba de un autor defensor del socialismo o el comunismo de corte occidental, o de un nuevo socialismo, el chino. Mao admiraría la obra de Kang Yu-wei.
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