Cuba, qué linda es Cuba

Cuando en la isla caribeña hablamos de democracia, obviamente nos referimos a la democracia revolucionaria, no al trágico sainete de las mal llamadas democracias burguesas.

Por Dani Seixo

«En América Latina nos quieren imponer el modelo de democracia diseñado por los Estados Unidos, y al que no acepte entrar por ese carril, lo acusan de populista radical, terrorista y dictador.«

Hugo Chávez

Durante la jornada de ayer, 6.164.876 cubanos ejercieron su derecho al voto. Un 75.92% del padrón electoral, compuesto por 8.120.072 electores. Y es que sí, pese a lo que asegura el imaginario colectivo de las sociedades capitalistas, profundamente lobotomizadas y alienadas por los poderosos efectos de décadas de propaganda anticomunista, en Cuba existen elecciones libres y democráticas. Aunque debemos matizar que cuando en la isla caribeña hablamos de democracia, obviamente nos referimos a la democracia revolucionaria, no al trágico sainete de las mal llamadas democracias burguesas. La cubana es una democracia con su base y razón de ser en el pueblo trabajador.

Los resultados de estas pasadas elecciones nacionales en Cuba, celebradas el pasado domingo 26 de marzo, arrojan una cifra de participación superior a las últimas elecciones generales celebradas en el estado español (69,87%), las elecciones generales del Reino Unido (67.52 % ), las presidenciales en Estados Unidos (66.7 %) y claramente muy superior a las presidenciales de un país del entorno como es Haití (18.1 %).

Pese al ya tradicional llamado a la abstención y el boicot por parte de la oposición cubana, curiosamente siempre amedrentada a la hora de confrontar su visión política en las urnas, el llamado a la participación ciudadana ha resultado todo un éxito. Resulta curioso que aquellos que supuestamente piden libertad y democracia para Cuba, pretendan hacerlo negándose a que los y las cubanas puedan emitir su opinión acerca de su proyecto político. Y es que, efectivamente, además de existir elecciones libres en Cuba, también se pueden presentar a ellas los llamados opositores. Únicamente deben cumplir dos criterios en atención a la Ley Electoral de la isla, contar con el apoyo de su vecindario y posteriormente vencer en la votación. El candidato opositor Yuniel López O’Farrill, pudo comprobarlo de primera mano al ser designado por sus vecinos como candidato a la Asamblea Municipal. Aunque finalmente, no pudo imponerse en las elecciones y fue derrotado de forma contundente por sus rivales electorales favorables a profundizar en el proceso revolucionario cubano.

Bien sea eligiendo a los candidatos a delegados y delegadas a las Asambleas Municipales, cada dos años y medio, o bien emitiendo su voto para elegir a los diputados de la Asamblea Nacional en las elecciones provinciales y generales, cada cinco años, todos los cubanos tienen derecho al voto de forma voluntaria y secreta a partir de los 16 años. Aquí no veremos grandes campañas electorales financiadas por empresarios y banqueros, los partidos políticos no competirán por el favor de los medios de comunicación en manos de diferentes conglomerados empresariales, ni los debates y tertulias previas al proceso electoral girarán en torno a los intereses personales y las carreras políticas de los diferentes candidatos. La democracia revolucionaria cubana se basa en la participación de la ciudadanía en el proyecto revolucionario.

El constante proceso de consulta popular, no solo ejemplificado en las periódicas elecciones, sino también en los métodos de control político popular del rumbo político del país, los referéndums y la capacidad de reforma y adecuación de la Constitución cubana, recientemente reformada en 2019 mediante un largo proceso constituyente de consulta y construcción política de la mano del pueblo, tal y como previamente se había realizado en 1978, 1992, y 2002, demuestran que la democracia cubana va mucho más allá de un simple mecanismo electoral, en el que dirimir la estructura partidista de poder en un sistema cerrado en el que el papel del pueblo se extingue en la delegación de su soberanía en manos de familias políticas ajenas al día a día de la población, para situarse en el marco de una consulta continua del rumbo político a encarar. El proceso electoral en Cuba, supone un complemento a la participación diaria del pueblo en el rumbo de la revolución. El pueblo postula y el pueblo elige a sus candidatos, anteponiendo siempre el interés colectivo a cualquier otro tipo de disputa particular.

Es el vecindario el que elige a los candidatos electorales en Cuba, el PCC no interviene en este proceso, ni propone tampoco candidatos. Cualquier persona puede decidir por motu proprio presentarse y comenzar la carrera electoral en las miles de asambleas que pueblan toda la isla. Su foto y una breve biografía situada en puntos estratégicos de afluencia del vecindario, serán todo lo que necesite a modo de campaña electoral. Las diferencias económicas o la falta de acceso a conglomerados mediáticos, no privan a ningún cubano de poder participar en el proceso electoral en igualdad de condiciones con sus «rivales electorales». Mediante un voto universal y secreto, sus vecinos y compatriotas, deberán valorar sus actitudes y aptitudes para representar de forma adecuada los intereses comunes, sin dejarse de modo alguno influir por modernos aparatos de propaganda política.

Y tras este transparente proceso, 23.000 colegios electorales, custodiados por niños y niñas de la enseñanza primaria y secundaria, han sido los encargados de elegir a 470 diputados al Parlamento, en un proceso que culminará el próximo 19 de abril con la constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular, la elección de su dirección y del Presidente y Vicepresidente de la República.

Estas son las elecciones cubanas, un proceso que muchos exigen a la isla desconociendo su existencia y demostrando la ignorancia de aquellos que pretenden dar lecciones de democracia y libertad a una revolución a la que nunca le ha temblado la mano a la hora de poner en manos de su pueblo el destino mismo de su existencia. Simplemente, deben ustedes comprender que cuando en Cuba se habla de democracia, no se habla del paripé vacuo y sin sentido de las elecciones burguesas originadas por el capitalismo. Cuando en Cuba se habla de democracia, se habla de pueblo, se habla de capacidad de decisión real, se habla de revolución.

“Ahora nosotros hablamos de otra democracia: la democracia del pueblo, la democracia de los trabajadores, la democracia de los campesinos, la democracia de los hombres y las mujeres humildes, la democracia de la mayoría de la nación, la democracia de los que antes eran explotados, la democracia de los que antes no tenían derechos. Y esta es la democracia verdadera, la democracia revolucionaria del pueblo, la democracia de los humildes, por los humildes y para los humildes”.

Fidel Castro

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