Berlín: Con su ola de protesta, la “última generación” aumenta la presión sobre el gobierno en la capital

La “última generación” ya no quiere depender de las palabras. Para ellos, solo las acciones cuentan cuando se trata de la protección del clima.

Por Eva Kienholz / Viento Sur

Un hombre corre hacia su SUV negro, se sube al asiento del conductor y se aleja haciendo chirriar sus llantas. Momentos después, una treintena de manifestantes de la “última generación”[1] pasa frente al estacionamiento ahora vacío de la Strasse des 17. Juni [en Berlín, empieza en la Puerta de Brandenburgo]. Acompañados por un coro de bocinas de automóviles, avanzan lentamente hacia la Columna de la Victoria [ubicada en el centro del Grosser Tiergarten]. “¿Os hacéis cargo de mi sanción?”, grita un camionero por la ventana abierta. Es el primero afectado por el bloqueo. No tan maniobrable como el SUV negro, no tiene escapatoria. “¡Tengo que hacer un recorrido por las obras de construcción, tengo permiso para el recorrido!” En varias ocasiones, avanza un poco, toca la bocina, los y las militantes dan un paso atrás. Otros vehículos simplemente eluden el atasco de tráfico, a través de la acera o la franja central. Código de circulación o no.

Durante más de un año, la “última generación” ha estado bloqueando carreteras muy transitadas en Alemania, especialmente en Berlín. Si a principios de 2022 solo había 30 militantes para sumarse a los bloqueos de calles, ahora son más de 800, según sus propias palabras, los que se han registrado para participar en la mayor ola de protesta jamás vista en Berlín. Tampoco se desaniman por las sentencias de prisión de varios meses a las que han sido condenados recientemente dos militantes climáticos. Los dos hombres se quedaron en medio de una carretera en Heilbronn [ciudad de Baden-Württemberg] en febrero pasado. Debido a delitos anteriores, las penas no fueron suspendidas. Mucha gente se pregunta: ¿Hasta dónde llegará la “última generación”? ¿Y cuál es el objetivo de estas acciones?

Esta no es la única marcha de protesta que los militantes climáticos lanzan este jueves 20 de abril por la mañana en Berlín. “Bloqueamos la ciudad para animar al Gobierno a ponerse en marcha”, anuncian con anterioridad. Al hacerlo, pretenden continuar con sus bloqueos y acciones hasta que el gobierno federal reaccione a su reivindicación: el establecimiento de un consejo de la sociedad civil con miembros seleccionados al azar, que desarrolle planes socialmente justos para el fin de los combustibles fósiles para 2030, y un gobierno que también los presente al Parlamento.

Volker Wissing miente

Para ello, la “última generación” se remite al Acuerdo de coalición vigente. Los “semáforos” [SPD, Verdes, FDP] prometen establecer y organizar el asesoramiento de los ciudadanos sobre cuestiones concretas a través del Bundestag. ”Se garantizará una remisión al Bundestag con conclusiones precisas”, continúa el texto bajo la consigna clave “Democracia viva”.

“Hemos visto en las últimas semanas que la coalición de gobierno -o Coalición Progreso, como ella se llama- no da un paso hacia el futuro”, declara Carla Rochel. Tiene 21 años, viene de cerca de Dresde y abandonó la escuela hace un año y medio para convertirse en militante climática a tiempo completo. Un día antes, ella y los demás miembros de la “última generación” han invitado a un brunch en la iglesia de Santo Tomás en Kreuzberg [distrito de Berlín]. Habrá discursos y pan de centeno. Entrenamiento de protesta y crumble de tofu.

“Y luego el gobierno simplemente borra los objetivos que no logra, liberando así a Volker Wissing [ministro FDP de Transporte y Digitalización] de sus responsabilidades”, estima Carla Rochel, en alusión a las modificaciones previstas a la ley de protección del clima que tienen como objetivo abolir los objetivos sectoriales fijos de reducción de CO2. Últimamente, el Ministerio de Transporte liderado por el Partido Liberal Democrático (FDP) no ha alcanzado los objetivos de manera notable.

Poco antes de la ola de protestas anunciada, Volker Wissing culpó a la “última generación” por no estar dispuesta a discutir. ”Este grupo nunca ha buscado dialogar conmigo”, lamenta el político del FDP en un portal informativo. Cuando se le pregunta al respecto, Carla Rochel niega con la cabeza, riendo. “También acabo de leer esto en el viaje en autobús hasta aquí. Hemos invitado a Wissing decenas de veces al diálogo”. Otro militante publica extractos de tres correos electrónicos a Wissing en Twitter, con temas tales como “disposición a discutir” u “oferta de discusión”. Mientras tanto, el Ministro de Transporte ha cambiado de posición: el 2 de mayo quiere reunirse con las y los militantes.

“Kölle para el Futuro”

Vuelta a la Strasse des 17. Juni. Coches tocando la bocina, gente protestando, pancartas: “Última generación antes del punto de inflexión”. O: “Más democracia: ¡un consejo ciudadano ya!” Algunos manifestantes mayores también se unieron a ellos. Un poco separado, un hombre camina con ellos. Se presenta como Gerhard, tiene 68 años, viene de Colonia y no lleva una bandera roja como la “última generación”, sino verde. Dice “Kölle para el futuro”. Cuando se le pregunta por qué no forma parte de la tropa, responde: “Apoyo las reivindicaciones de sus protestas. Pero no necesariamente su forma de actuar.

Un ciclista pasa por delante del bloqueo silbando. Y luego, apenas diez minutos después del inicio de la protesta, llega la policía. “¡No se muevan!”, grita un policía. “¡Evacúen la calle!”, grita otro. Como los manifestantes no quieren detenerse ni abandonar la calzada, la policía amenaza con usar la fuerza. Una militante sigue intentando el diálogo con un oficial de policía, dice: “Ya no podemos darnos el lujo de posponer esta manifestación”. Luego se llevan a todos de la calzada a la acera.

La marcha de protesta podría terminar ahí, pero no es así. De repente, un militante se pone de pie de un salto, sube a la velocidad del rayo al techo de un autobús de la policía y grita: “El gobierno finalmente debe actuar con decisión contra el cambio climático”. Cuando dos policías lo agarran, grita: “¡Hace tiempo que se necesitaba un consejo de ciudadanos donde todos puedan participar en las decisiones!”. Entonces solo se escucha: “Aaaah”. Y: “¡Me estás haciendo daño!”

Los golpes de la policía, los agarrones y los insultos de los automovilistas, incluso las amenazas de muerte en las cuentas personales de las redes sociales, se asocian con bloqueos de carreteras por el clima. Esa misma mañana, la policía de Berlín compartió un tuit en el que subrayaba: “El derecho de reunión es una parte elemental de nuestro orden liberal y democrático”. Sin embargo, los delitos y las infracciones cometidos en el contexto de las protestas climáticas serían perseguidos sistemáticamente.

Diálogo con un policía

La “última generación” ya no quiere depender de las palabras. Para ellos, solo las acciones cuentan cuando se trata de la protección del clima. Sin embargo, los militantes siguen buscando el diálogo con la policía. Esa mañana también. Tiene lugar entre un policía que lleva su gorra negra de policía al revés y una militante con el pelo teñido de rubio claro. El policía ya está visiblemente molesto de antemano.

  • La militante: “Puedo entender que esté molesto con nosotros”.
  • El policía: “He acumulado tantas horas extras por vuestra culpa. Y siempre decís: sí, le entendemos. Pero no, no entendéis nada”.
  • M: “Sí, le entiendo, y no, tampoco estamos aquí para divertirnos”.
  • P: “Siempre decís que tenemos que iniciar el diálogo, pero hablas con las personas equivocadas, todavía no lo entendéis. Molestáis a los ciudadanos de esta ciudad que tienen que ir a trabajar”.
  • M: “Ya hemos probado todo lo demás. Peticiones, manifestaciones. Acudimos al gobierno, hicimos una huelga de hambre. Después de 27 días, Olaf Scholz [primer ministro] dijo una vez, está bien, podemos hablar. ¿Y qué ha dado eso? Nada de nada. Estamos tratando de hablar con el gobierno…”
  • P: “Y por eso seguís aquí para justificar vuestros delitos”.
  • M: “¿Alguna vez ha oído hablar de la eficacia de la resistencia civil pacífica?”
  • P: “No entendéis. Ya no quiero entablar un diálogo contigo. Ya he dialogado muchas veces con vosotros. No personalmente contigo, sino con otros de vosotros. Y todavía están allí. Y tengo que hacer la misma ‘mierda’ cada vez”.
  • M: “Pero no estamos dirigiendo nuestra protesta contra usted, sino contra el gobierno federal…”.
  • P: “Pero tampoco habéis aportado solución con eso. Solo molestáis. ¿No comprendes? Solo traéis más odio sobre vosotros. Y eso es lo que no quieres entender. Entiendo tu preocupación. También creo que es bueno manifestarse. Pero luego también declaro algo así y lo hago de manera legal y no ilegal. ¿Qué habéis logrado ya con vuestras acciones? ¿Ha cambiado algo?”
  • M: “¿Sabe qué cambió? Discutimos juntos.”
  • P: “Vives en tu propio mundo”.
  • M: “Todos vivimos en este mundo”.
  • P: “Tienes suerte de que nuestro sistema judicial castigue tan débilmente. De lo contrario, no estarían todos aquí”.
  • M: “¿Entonces cuál es la alternativa? ¡Así que deme una solución!”
  • P: “Que os castiguen con dos años de prisión por vuestras acciones”.
  • M: “El gobierno está violando su Constitución. Viola nuestros derechos fundamentales. La protección de nuestras condiciones básicas de existencia. ¿Puede decirme cuál es la alternativa?”
  • P: “Bueno, todavía estoy vivo”.
  • M: “¿Pero no tiene miedo del futuro dentro de veinte años?”
  • P: “Primero, tengo miedo del futuro actual. Porque yo también vivo en el presente. Y eso es lo que más me asusta en este momento. Que solo encontramos formas así. Vosotros legitimáis la violencia…”
  • M: “Pero somos estrictamente no violentos. Siempre somos pacíficos”.
  • P: “Atarse es otra forma de violencia. Pero tampoco entiendes eso…”.
  • M: “Lo entiendo muy bien”.
  • P: “No, no lo entiendes. De lo contrario, no estarías aquí”.
  • M: “Sabe, el verano pasado cortamos más de treinta oleoductos. ¿Y a quién le importaba? A nadie. Y luego fuimos a donde realmente molesta. Y aparentemente, mucha gente ya está interesada en eso”.
  • P: “Sí, porque cometéis delitos”.
  • M: “El tema que todo el mundo rechaza, lo ponemos sobre la mesa. Es lo más importante.”
  • P: “Está bien que Alemania todavía imponga una política climática, pero no sirve de nada si el mundo entero no sigue el juego. Todos podéis encadenaros aquí cien veces”. Es un problema mundial, no solo nacional”.
  • M: “Sé que vamos en círculo. Pero también lamento que le preocupe. Y también estoy súper agradecida de que haga el trabajo que hace”.
  • P: “Lamentablemente no tengo ese sentimiento en absoluto. Pero sí, te creo.

Más tarde, la militante recibe una nota de sanción. Mañana, su madre se reunirá con ella desde Nuremberg, dice la joven de 20 años, que bloquea la calle por tercera vez ese día. “Ella está muy asustada por mí debido a las protestas. Y yo temo por ella por el futuro. A otros y otras militantes también se les prohíbe el acceso. Dejan poco a poco la Strasse des 17. Juni. Pero por ahora, quieren quedarse en Berlín. Por un periodo indefinido.

El artículo original ha sido publicado en el sitio web de Der Freitag, el 21 de abril de 2023.

Eva Kienholz

http://alencontre.org/ecologie/berlin-avec-sa-vague-de-protestation-la-derniere-generation-augmente-la-pression-sur-le-gouvernement-dans-la-capitale.html

Traducción: viento sur

[1] Se autodenominan Generación Letzte, como “la última generación” capaz de evitar el colapso climático y el hundimiento de la biodiversidad del planeta. (Red. A l’Encontre)

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