Gana no entendía cómo se defendía la abstención de la política frente a la prioridad de la revolución económica, precisamente en ese momento cuando en su opinión se veía que toda la actuación de los gobernantes se inclinaba hacia la protección de la plutocracia.
Por Eduardo Montagut | 30/06/2024
Andrés Gana (1881-1931) fue un litógrafo, destacado sindicalista en este ámbito laboral, y en el sindicalismo municipal madrileño, ya que trabajó en la Imprenta Municipal. Sería, además, durante muchos años secretario de la Agrupación Socialista Madrileña y miembro de la Comisión Ejecutiva de la UGT, responsabilidad que tenía cuando falleció.
Pues bien, a primeros de noviembre de 1920, publicó un artículo en El Socialista para combatir la indiferencia en la política, para denunciar a quienes estaban llevando a los trabajadores hacia el apoliticismo intentando demostrar que no se podía esperar nada de la lucha política, de la actividad parlamentaria.
Gana no entendía cómo se defendía la abstención de la política frente a la prioridad de la revolución económica, precisamente en ese momento cuando en su opinión se veía que toda la actuación de los gobernantes se inclinaba hacia la protección de la plutocracia, tanto en la guerra en Marruecos como en los centros industriales, cuando se habían disuelto las Cortes para fabricar una mayoría que pudiera votar favorablemente el aumento de las tarifas ferroviarias, cuando la huelga de Riotinto estaba derivando hacia lo trágico sin que el poder público tomase resoluciones enérgicas por no indisponerse con los propietarios, cuando se estaban cerrando Centros Obreros, cuando se estaba a merced de las autoridades policiales por la “inadecuada suspensión de las garantías constitucionales”, y cuando parecía evidente que la lucha política, como la planteaba el poder público, adquiría un claro carácter de “lucha de clases”.
Pero Gana no sólo consideraba que era un grave error no actuar políticamente, sino que también defendía a los socialistas porque no era cierto que el pensamiento de los mismos se basara en “procedimientos reformistas, socialpatriotas”. La posición socialista era la de siempre, y que no se había modificado con la Revolución Rusa.
Claro que había que luchar en el terreno económico. No podía ser de otra manera viniendo de un sindicalista, porque había que conseguir mejoras inmediatas, pero eso no era incompatible con la lucha política, es más, se complementaban mutuamente, en la más pura teoría socialista. Al respecto, recordaba un trabajo de Jaurès sobre la táctica de la lucha de las huelgas. A Gana le interesaba resaltar algunos párrafos del escrito para defender su tesis.
En ese sentido, subrayaba como el malogrado socialista francés hablaba de que había sindicatos que defendían como táctica especial apartarse de la política, rehusando el arbitraje y convirtiendo las huelgas parciales en generales y violentas, en una clara interpretación socialista del anarcosindicalismo. Esa forma de proceder demostraba, siguiendo a Jaurès, un concepto infantil de la Revolución social, que no podía dejar de tener un componente político, porque era imposible eliminar la política. Si, además, se renunciaba a ejercer influencia en los poderes públicos se abandonaba la fuerza conquistada tras mucha lucha, por lo que el esfuerzo realizado terminaba siendo infecundo.
Los conflictos obreros, y seguimos al político galo, cuanto mayor carácter tenían de lucha de clases más entraban en el ámbito político porque tendiendo a transformar el orden de relaciones jurídicas existentes entre patronos y obreros, creaban otras relaciones que necesariamente había de ser determinadas por las leyes. La lucha entre los partidos políticos y la de las clases sociales estaba íntimamente ligada, por lo que la política penetraba en la última, y si los obreros, con el pretexto de barrer a los políticos, renunciaban a su representación, abrían la puerta a otros políticos, que no tardarían en hacerse dueños del movimiento obrero en beneficio de la reacción.
Hemos consultado el número del 2 de noviembre de 1920 de El Socialista.
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