Una ventana al genocidio en Tigray

“No hay ninguna otra situación en el mundo en la que se haya mantenido a más de seis millones de personas bajo asedio durante años»

Por Angelo Nero

Hay una ventana muy estrecha para prevenir el genocidio en Tigray”, afirmaba el pasado 19 de octubre el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, también miembro de esta etnia amenazada, tras la ofensiva desatada en noviembre de 2020 por el ejército etíope, a las ordenes, no deja de ser curioso, de un premio Nobel de la paz, Abiy Ahmed.

El pueblo tigriño, formado por cerca de siete millones de personas, representa el 96% de la población del Kilil (Etiopía está dividida en 11 kililoch o regiones administrativas) de Tigray, aunque en el conjunto de este estado del Cuerno de África no alcance el 7%, un porcentaje que puede disminuir con los continuos pogromos en la región amhara y en la capital, Addis Abeba.

No hay ninguna otra situación en el mundo en la que se haya mantenido a más de seis millones de personas bajo asedio durante años. La banca, el combustible, los alimentos, la electricidad y la atención sanitaria se están utilizando como arma de guerra. No hay servicios para la tuberculosis, el VIH, la diabetes, esas enfermedades que se pueden tratar en otros lugares, ahora son una sentencia de muerte en Tigray”, declaró Tedro Ghebreyesus desde Ginebra, donde tiene su sede la OMS.

En el mismo sentido se ha manifestado el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, alertado por la nueva ofensiva del ejército etíope, en un intento de recuperar el control de instalaciones federales tales como aeropuertos, en manos de las fuerzas tigriñas: “La situación en el terreno nunca ha sido tan mala, tanto desde el punto de vista militar, como el humanitario. Tenemos que reconocer que la mediación de la Unión Africana no ha dado sus frutos, tiene que ser más proactiva, y para ello las conversaciones deben empezar y traducirse en acciones concretas.”

A su vez, en un comunicado emitido el 15 de octubre, el TPLF (Tigrayan People’s Liberation Front), los rebeldes tigriños han manifestado estar “preparados para cumplir un cese inmediato de hostilidades”, aunque han asegurado que sus milicias “son todo lo que hay entre la supervivencia del pueblo de Tigray y en genocidio que busca el gobierno de Eritrea en connivencia con el gobierno etíope.” Precisamente el factor de Eritrea, viejo enemigo de los trigriños, que colaboró en la invasión de Tigray desde noviembre de 2020, y cuyo ejército ha sido denunciado, en repetidas ocasiones, por graves violaciones de los derechos humanos, y ha sido un elemento constante de activación del conflicto, además de un obstáculo para que este entre en vías de resolución.

Como gesto de buena voluntad, el TPLF ha anunciado la liberación de 9.400 prisioneros de guerra, muchos de ellos eritreos, que se suman a la liberación de otros 4.200 que las autoridades tigriñas realizaron en mayo, capturados tras la sorpresiva contraofensiva de sus milicias, que llevó a la recuperación de gran parte de la región y de su capital, Mekelle, escenificada con un gran desfile de prisioneros etíopes y eritreos, en julio de 2021, entre los gritos de jubilo de una población que había padecido durante varios meses a las tropas invasoras, acusadas de pillaje, violaciones y ejecuciones sin juicio previo.

Finalmente, hace dos días, el 25 de octubre, comenzaban en Sudáfrica las esperadas conversaciones de paz, entre el gobierno etíope, representado por el asesor de seguridad nacional del primer ministro Abiy, y el ministro de justicia, Gedion Timotheos, y el TPLF, que designó a general Tsadkan Grebetansae, y al portavoz de la formación, Getachew Reda. Los EEUU y Naciones Unidas han enviado sus representantes en calidad de observadores.

Por otra parte, este no es el único conflicto abierto en Etiopía. Las milicias Fano, a menudo aliadas del gobierno etíope, grupos armados de extremistas amharas, con reclamaciones territoriales con Tigray, pero también con los Kilil de Benishangul-Gumuz y Oromia, han atacado cuatro poblaciones de esta última región, matando a 30 personas y destruyendo medio centenar de viviendas, continuando con una larga serie de matanzas que se viene reproduciendo en los últimos años.

El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, ha alertado también sobre la comisión de crímenes de guerra en la última ofensiva etíope, que puede “exacerbar gravemente el impacto de las hostilidades sobre los civiles.” Pero sin duda nadie como el director de la OMS ha alertado de una forma tan contundente sobre el riesgo de genocidio, donde la hambruna se ha convertido también en un arma de guerra: “Sí, soy de Tigray, y sí, esto me afecta personalmente. Aunque mi trabajo es llamar la atención del mundo sobre la crisis que amenaza la salud de las personas donde quiera que estén, esta es una crisis de salud para seis millones de personas, y el mundo no está presentando suficiente atención.”

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.