Siria, el dolor infligido

La ineficiente estructura médica siria, resultado de años de intensos combates, la presencia previa de brotes de cólera entre la población civil y las bajas temperaturas que acostumbran alcanzarse durante el invierno en la región, hacen que miles de familias se enfrenten en el futuro inmediato a una grave crisis humanitaria

Por Daniel Seixo

«Lo que pasa es que el imperialismo ha llegado a tales extremos de monstruosidad. Y la historia del imperialismo es la historia de una monstruosidad, pero que en los últimos años es terrible, han perdido toda vergüenza, han adquirido un cinismo atroz y se permiten destruir lo que quieran.»

Alfonso Sastre

«Solidaridad no es dar lo que a ti te sobra, sino dar lo que otro pueblo necesita, aún a costa de ti mismo»

Fidel Castro

A los 12 años durante los que la población siria se ha visto obligada a sobrevivir sumergida en un conflicto que arroja el cruento saldo de cientos de miles de fallecidos y más de siete millones de refugiados, se le debe sumar a estas horas las fatídicas consecuencias de un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Ritcher, que ha dejado desde la madrugada de este pasado lunes un balance provisional de más de 1.600 fallecidos y cerca de 3500 personas heridas durante estas primeras horas de desconcierto y profundo dolor en el país árabe.

El noroeste del país, en el que la guerra se ha cronificado por la presencia de grupos armados opositores y en donde todavía hoy viven cerca de 4,5 millones de personas, de las cuales cerca del 4 millones son plenamente dependientes de ayuda humanitaria proveniente del exterior, ha resultado especialmente afectado por las consecuencias de sismo con epicentro en la vecina Turquía y que ha devastado con inusitada fuerza la región fronteriza entre ambos países. La ineficiente estructura médica siria, resultado de años de intensos combates, la presencia previa de brotes de cólera entre la población civil y las bajas temperaturas que acostumbran alcanzarse durante el invierno en la región, hacen que miles de familias se enfrenten en el futuro inmediato a una grave crisis humanitaria, que el gobierno de Damasco debe encarar mientras libra las últimas batallas de una guerra destinada a recuperar la plena soberanía sobre su territorio.

Y es que pese a lo que todavía hoy nos pretendan trasladar los medios occidentales, ahora oportunamente alarmados y cínicamente plagados de empatía ante la tragedia que este intenso terremoto ha provocado entre la población siria, la serie de causalidades que desembocaron en el conflicto iniciado en 2011 y la posterior peste del fundamentalismo religioso que asoló Siria, tiene un claro origen directo en el interés político, las presiones económicas y los tambores de guerra desatados por Washington y sus lacayos europeos.

Resulta insultante y, por tanto, claramente reprochable, llegar a comprobar como los informativos españoles citan durante sus –ahora nuevamente constantes– conexiones las terribles consecuencias para la población de un supuesto conflicto sirio, obviando conscientemente la financiación occidental destinada a esta cruenta guerra, cuyo objetivo principal era lograr entrenar y equipar a ciertos de cortacabezas, que en su momento pretendieron balcanizar Siria y que hoy combaten alegremente junto a milicias neonazis en Kiev, poder escuchar los testimonios de unos Cascos Blancos de nuevo legitimados ante la opinión pública y jaleados en prime time e incluso leer análisis de supuestos expertos, en los que se habla del deficiente suministro energético de Damasco, eludiendo mediante delirantes malabares el elocuente dato que asegura que cerca del 80% de la producción petrolera del país es saqueada por el invasor estadounidense que a día de hoy todavía ocupa ilegalmente su territorio. Cerca de 66 mil barriles diarios, que son sustraídos de la región oriental del país por las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) con el respaldo de las tropas de los Estados Unidos.

¿Acaso Washington va a poner punto y final a su latrocinio sobre los recursos del pueblo sirio? ¿Cesará occidente las medidas coercitivas unilaterales que han provocado la incapacidad de atender con mínimas garantías las necesidades diarias de alimentos, medicinas, electricidad, combustible para calefacción y atención médica de la población siria incluso durante lo peor de la pandemia? ¿Washington y Bruselas plantean poner fin al chantaje y la agresión imperialista contra Damasco que se ha cobrado cientos de miles de víctimas entre la población civil siria?

Si no es así, les rogaría que no interrumpan su más sincera indiferencia ante el dolor y la barbarie a la que durante una década ha tenido que hacer frente el pueblo sirio. Si no logran equiparar la digna y desinteresada solidaridad del «régimen» chino, la «agresiva» Rusia, la «dictadura» cubana, la «tercermundista» Argelia o el «maligno» Irán, simplemente miren para otro lado tal y como los tienen acostumbrados y sigan sin posar sus ojos sobre Damasco. Sin duda alguna, su población agradecerá el cese de las palabras huecas, los sermones «democráticos» en medio de la tragedia y las empresas humanitarias que acostumbran rematar con primaveras de color y más sangre en las calles de los aparentemente rescatados. Si no van a aflojar el peso de sus garras sobre la población siria, al menos ahorren a esta tragedia el cinismo de su falsa solidaridad. El mundo no necesita más imperialistas con ínfulas de mesiánicos salvadores.

«Ante el ataque despiadado del imperio contra el hermano pueblo de Siria, los gobiernos y organismos internacionales del mundo tienen dos caminos: defender la soberanía y condenar los actos genocidas e intervenciones de EE.UU., o callarse como cómplices de la tiranía imperialista»

Evo Morales

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