Zona gris: la ignorada y terrible realidad de vivir en el conflicto ucraniano (1)

Un civil cruza andando la línea de frente que separa las posiciones del ejército ucraniano y de la República Popular de Donetsk. Foto: Juan Teixeira.

Miles de personas sobreviven durante años a los combates, la escasez y el abandono por parte de las autoridades en el este de Ucrania. Es la tierra de nadie, la denominada zona gris que separa a las partes del conflicto armado.

Por Pablo González & Juan Teixeira / Eulixe

Morir por fuego de artillería mientras estás durmiendo en tu casa o morir por un disparo mientras esperas en un control, pasar frío y hambre de manera sistemática, no tener la oportunidad de trabajar o estudiar, todo ello les pasa a los habitantes de la zona gris de la guerra del Donbass. Ignoradas por todos, miles de personas sobreviven en una zona de guerra que ya no sale en las primeras planas de los noticiarios.

Los conflictos armados se componen de muchos elementos, unos son más mediáticos que otros. Los noticiarios suelen dedicar espacio a los combates, a las declaraciones de los políticos o al asesinato de civiles. En cierto momento todo ello deja de ser noticia, bien por que surgen nuevos puntos de interés a lo largo del globo, bien por que el conflicto se alarga en el tiempo y se vuelve rutina. Es en ese momento cuando el sufrimiento cotidiano de la población local cae en el olvido, especialmente el de aquellos que no pueden huir de los combates y tienen que vivir bajo los proyectiles que unos y otros se lanzan. La tierra de nadie, la zona gris del Donbass es uno de esos puntos olvidados.

Visitamos la en otros tiempos próspera región del Donbass durante el invierno de 2016-2017 para conocer como es la vida de los miles de personas en esa franja de terreno que ocupa el frente militar. A pesar de los combates con armas pesadas como tanques y artillería la mayoría de personas que permanecen simplemente no tiene a donde ir, ni ayudas por parte del estado, ni familiares que los puedan acoger en Ucrania o Rusia. Los habitantes locales no son los únicos civiles que tienen que sufrir la zona gris, muchos miles más deben cruzarla para poder trabajar o visitar a sus parientes.

Los combates activos empezaron en el Donbass en el verano de 2014. Los habitantes locales apoyados por Rusia empezaron una rebelión en contra del estado ucraniano surgido tras el golpe de estado ocurrido en Kiev en febrero del 2014. El nuevo gobierno, declarado pro-occidental, ante las protestas en su contra en la región del Donbass mandó allí fuerzas militares y paramilitares. Ello provocó que buena parte de la población se radicalizara aun más. El conflicto empezó a tener todas las características de una guerra moderna por el uso de artillería, tanques, drones y otros equipos. Ya para septiembre de ese año el frente se estabilizó en gran medida, siendo ligeramente alterado solo por algunos combates del invierno 2014-2015.

Desde entonces miles de personas viven secuestradas por las circunstancias. La mayoría de los que podían abandonar la región lo hicieron ya en los primeros meses de la guerra. Bien hacia Rusia, bien hacia otras partes de Ucrania, pero mucha población local simplemente no tenía a donde ir, especialmente los ancianos, ni quien les ayudase, como a las familias más pobres. Por eso optaron por permanecer en sus casas y esperar que la guerra parase pronto. La fase más activa paró, pero no los combates a lo largo de la línea del frente, donde los intercambios de fuego artillero siguen siendo habituales.

Todo ello no ocurre tan lejos como le pueda parecer a la mayoría de gente que vive en la Unión Europea. La guerra está al lado. Desde el estado español se tardan unas diez horas de viaje en llegar al frente de Ucrania. Cuatro horas de vuelo hasta Kiev, cinco horas de tren hasta el Donbass y una hora más de coche y ya estamos en zona de guerra. Allí los militares controlan todo y los habitantes civiles pasan a segundo o tercer plan, todo esta supeditado a la seguridad y a la victoria sobre el enemigo.

El primer punto al que le prestamos atención en la zona gris en el pueblo de Zaitsevo. En este municipio situado a unos 50 kilómetros al norte de Donetsk vivían antes de la guerra más de 800 personas. En la actualidad quedan 160 habitantes, de los cuales 100 son jubilados y unos 20 son niños. Este pueblo es la primera línea del ejército ucraniano en su mayor parte, pero la zona más sur está en poder de las fuerzas rebeldes de Donetsk. En el municipio no hay luz eléctrica. No hay tampoco gas para las cocinas o la calefacción. El agua la abastecen los pozos privados, los cuales en invierno se congelan, dejando también sin agua a los habitantes en los meses fríos.

Si esto no fuera suficiente los habitantes tienen más problemas en su día a día. Las ambulancias no van a este lugar. En los casos más graves solo se puede esperar que el ejército ponga un blindado para evacuar a la persona enferma. En el mejor de los casos no será antes de tres horas que el paciente llegará a un hospital. Aunque se esté levemente enfermo, tampoco se podrá comprar medicamentos o incluso alimentos básicos, ya que no funciona ninguna farmacia o tienda en el municipio. Las autoridades tampoco emprenden ninguna iniciativa para suministrar bienes de consumo esenciales a la población.

Otro problema que deriva del transporte es la problemática de salir del municipio por cualquier motivo. Primero se tiene que caminar varios kilómetros hacia la retaguardia sin ser alcanzado por el fuego cruzado y sin pisar ninguna trampa explosiva. Una vez allí esperar en la cola para coger un autobús que cuesta 70 grivnas (un poco más de dos euros) hasta la ciudad más cercana, Artemovsk-Bajmut. El viaje de ida y vuelta sale por lo tanto en 140 grivnas. La mayoría de los jubilados tienen una pensión de unas 1.300 grivnas (unos 45 euros), con lo cual no pueden viajar de manera sistemática, y mucho menos abastecerse de manera eficaz con lo necesario.

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