Desde el inicio de la guerra hasta la fecha, los invasores han asesinado a cerca de 400 mil yemeníes y puesto en estado de inseguridad alimentaria y sanitaria a sus casi 29 millones de habitantes.
Por Guadi Calvo / Línea Internacional
Las consecuencias de la contraofensiva que Rusia debió iniciar contra la OTAN, en territorio ucraniano, de manera directa o indirecta han producido efectos negativos en prácticamente todo el mundo y quizás cuanto más extremas sean las condiciones de los países, tarde o temprano, más severas serán esas consecuencias, ya que los Estados Unidos, se abroquela en su ínsula, rodeada de ignorancia e intereses, dejando fuera a sus socios europeos, cada vez más empequeñecidos, por las mismas políticas que Washington les ha obligado a seguir, ya no solo respecto a Rusia, sino en todas las guerras, diseñadas por el Departamento de Estado, prácticamente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Pero hay que decir una cosa, los europeos han tenido la posibilidad de elegir ese destino de furgón de cola, del que hoy aparentan enorgullecerse personajes tan pequeños como Macron, Johnson o el microscópico Pedro Sánchez, empeñado en degradar en todo lo que pueda a España. Aunque si hay otras naciones que no han tenido la opción de elegir nada y solo les quedó la posibilidad de resignarse a su destino de invadido, saqueado y masacrado, o intentar resistir a eso, a cualquier costo, como lo viene haciendo en Yemen, el grupo Ansar Allah (Partidarios de Dios) también conocidos como Houthies, que no solo han evitado que su país caiga en manos de Arabia Saudita, en su rol de killer de Washington en Medio Oriente, sino que han pasado a lo ofensiva produciendo ataques cercanos a Riad o a las refinerías de la Aramco, y también en el emirato.
Desde 2015, cuando Riad inició la guerra de exterminio contra sus vecinos del sur, utilizando como excusa la defensa del gobierno del presidente Mansour Hadi que, tras ser derrocado por los Houthies, renunció desde su exilio en Riad, para enseguida, por presión de los sauditas, reasumió el cargo, sin ningún sustento legal, más que la necesidad práctica de los Estados Unidos y sus socios en Medio Oriente para poder cercar a Irán.
Desde el inicio de la guerra hasta la fecha, los invasores han asesinado a cerca de 400 mil yemeníes y puesto en estado de inseguridad alimentaria y sanitaria a sus casi 29 millones de habitantes. Los constantes bombardeos sauditas y emiratíes no solo han tenido como objetivo infraestructuras y centros de producción, sino que se ha atacado de manera premeditada: casamientos, funerales, ómnibus escolares y en uno de estos últimos ataques, sobre un centro de detención de Sana’a, los saudíes asesinaron a sesenta inmigrantes africanos retenidos en ese lugar.
En procura de disimular el genocidio, a la luz de los crímenes que la prensa atlantista pretende achacarle a Rusia en Ucrania y apelando a la ignorancia, la mala intención o el absoluto desprecio que la mayoría de los occidentales sienten por esos pueblos tan remotos como “salvajes”, se ha establecido, urgido por Naciones Unidas (ONU), después de poco más de siete años, un alto el fuego entre los sauditas, sus aliados principalmente los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y la resistencia yemení, con la excusa de que se extenderá al menos dos meses habiendo comenzado el pasado tres de abril. Aunque dicho acuerdo fue roto pocas horas después de iniciado en la provincia central de Marib, donde desde hace casi un año se desarrolla la batalla más importante de esta guerra. Habiendo la coalición saudita violando el acuerdo 34 veces, solo en el primer día de la tregua.
Tras haber destruido la economía del país la guerra ha generado millones de hambrientos, a lo que ahora se le suma la faltante traducida en carestía del trigo que Yemen importaba, en más de un 35 por ciento de Rusia y Ucrania.
Lo que agrava de manera, la situación del pueblo yemení, que para nada tiene el apoyo que se les está brindando a los desplazados ucranianos, lo que afectará el acceso de alimentos y combustible.
Con la intención de ocultar los rostros y los nombres de la tragedia yemení, Riad y Washington coincidieron en correr de su “cargo” a Mansour Hadi, y colocar la dirección del gobierno en el exilio a un consejo de ocho miembros, dirigido por Rashad al-Alimi, un hombre del establishment que ocupó diversos cargos en su país y con estrechos vínculos con Riad y fuerte influencia en el partido de la Congregación Yemení para la Reforma, (al-Islah) un importante partido wahabita yemení.
Entre los otros siete miembros se destacan a Aidrous al-Zubaidi, jefe del Consejo de Transición del Sur (STC) apoyado por los EAU, que pretenden crear un Yemen del Sur independiente; Tareq Saleh, comandante militar y sobrino del expresidente Ali Abdullah Saleh; y Sheikh Sultan al-Arada, gobernador de la provincia de Marib, central en la producción de petróleo, donde se sigue librando una batalla decisiva del conflicto.
Durante la tregua deberían poder entrar al puerto de al-Hodeidah ya en poder de los Houthies; además se deberá permitir operar dos vuelos comerciales por semana dentro y fuera de Sanaa, la capital también controlada por la resistencia y la apertura de las rutas a la ciudad de Ta’iz, sitiada por los Houthies desde 2015.
El terror a cualquier precio
Arabia Saudita, ha intentado aplacar las críticas a la guerra en Yemen, estableciendo el terror a cualquier costo, no solo en el campo de batalla sino entre sus propios ciudadanos. Se conoció que el pasado doce de marzo, fueron ejecutados ochenta y una personas, entre los que no solo había siete yemeníes, sino muchos nacionales críticos de la guerra, crímenes por los que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman (MbS) no será juzgado por ningún tribunal internacional, mientras su país siga siendo el principal comprador de armas y otros productos fabricados en Estados Unidos y Europa.
Riad ha comprado artículos militares por valor de 14 mil millones de libras esterlinas dólares desde 2010 al Reino Unidos, poniéndose por delante de los Estados Unidos, con 6,3 mil millones de esa misma moneda y Francia en tercer lugar con 4,6 mil millones de libras en moneda británica.
Por ejemplo, Francia ha faltado a las prohibiciones de ventas de armamento al reino saudita y a los EAU, mientras la guerra en Yemen, estaba en plena escalada. Las ventas francesas a Abu-Dhabi, convirtieron a ese minúsculo estrado en el quinto mayor comprador de equipo militar francés en el mundo a las que hay que sumar las compras hechas a Estados Unidos y Reino Unido. Todo este material bélico, se ha utilizado centralmente en Yemen, convierte a las tres naciones, que hoy motorizan las demandas contra Moscú, por su contraofensiva en Ucrania, en socios fundamentales para el genocidio yemení. Demasiado, para que ahora intenten esconderlo detrás del conflicto ucraniano.
Ha sido patente la implicación, junto al régimen saudita, de sus socios occidentales en el holocausto yemení, mientras que de esos mismos sectores se ha intentado por todos los medios involucrar a Irán en esa guerra, de lo que no hay evidencias concretas, aunque de haberlas, nada podría reprochar a Teherán, que como puede entender cualquier conocedor de la geopolítica del golfo pérsico, Yemen, eso solo una estación anterior al gran salto contra el gobierno de los Ayatolas y todas sus políticas independientes de la hegemonía norteamericana desde finales de la Revolución de 1979, lo que sin duda para el Departamento de Estado es un pésimo ejemplo, para todas las naciones del islam y del tercer mundo, como lo es Cuba, Venezuela o Corea del Norte.
Yemen, además de su cercanía geográfica y religiosa con Irán, cuenta con dos elementos geo estratégicos críticos para el comercio occidental y particularmente el transporte del petróleo que, desde los puertos del Golfo Pérsico, controlado a gusto por Teherán, cruzando el estrecho de Ormuz, intentan llegar al mar Rojo, buscando el canal de Suez, aunque previo a esos dos largos brazos, que los llevarían al Mediterráneo, dichas embarcaciones, deberán cursar el estrecho de Abu al-Mandeb o Puertas de las Lamentaciones, que vincula el golfo de Adén con el mar Rojo, por lo que de triunfar en Yemen la resistencia Houthi, pondría bajo su control el crucial paso, que en el nuevo mapa mundial, que deje la resolución del conflicto en Ucrania, tomaría todavía muchas más relevancia.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
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