Y de nuevo, ¿ahora qué?

Por Puño en alto

Más allá de los aciertos estratégicos de unos y los errores de otros, la fragmentación y solo la fragmentación de la izquierda está detrás de la rotunda victoria del PP de Díaz Ayuso en la autonómicas madrileñas. Una fragmentación originada no por diferencias ideológicas insalvables, y sí por cuestiones de egos personales partidistas, cuyas consecuencias las van a padecer esa mayoría social sufridora que decían defender. La fragmentación de las llamadas fuerzas políticas progresistas es un mal legendario que no se quiere abordar y en el que se ahonda más aún si cabe. Por eso es necesario hacerse la pregunta: ¿y ahora qué?

Nada hace pensar que vaya a ver una reflexión al respecto a juzgar por las manifestaciones de los líderes de los partidos de izquierda tras la jornada electoral del pasado martes. El PSOE, relamiéndose las heridas del fracaso, se contenta diciendo que los resultados de las elecciones madrileñas no tienen traslado al resto del país. Todo hace pensar que el PSOE, o más bien a su gurú Iván Redondo, le ha salido mal la jugada, ya que con el candidato Gabilondo asumía que el PP ganara las elecciones y que la desaparición de Cs hiciese que necesitase de Vox para gobernar exigiendo, a su vez, entrar en el gobierno autonómico. Los resultados han dado al traste con este planteamiento, ya que el PP para gobernar solo necesita la abstención de Vox, que ya ha anunciado que no exigirá entrar en el gobierno. Lo de la fragmentación del voto de izquierda no está ni se le espera en su análisis de las causas de su manifiesta derrota.

Pablo Iglesias cansado de ser cola de león en Moncloa pretendió ser hocico de ratón en Madrid, fracasando en su intento de presentar una candidatura única con Más Madrid, se contenta de haber salvado a Unidas Podemos de quedarse fuera del parlamento madrileño, asume su responsabilidad renunciando a todos sus cargos para no ser un obstáculo en la necesaria refundación de Podemos, pero ahondando en el error, señala de nuevo como sucesora a Yolanda Díaz. Es decir, Iglesias se va a lo Aznar. Ninguna mención hizo a la fragmentación de la izquierda como causa del resultado.

Más País de Errejón, se felicita doblemente por haber sobrepasado en votos a los socialistas y aumentar su distancia con Unidas de Podemos. Su euforia le lleva a anunciar que presentaran candidaturas a las autonómicas andaluces se adelanten o no, donde ya de por sí la izquierda se encuentra muy fragmentada con la salida de los anticapitalistas de Teresa Rodríguez de Podemos. Ni Errejón ni su valor en alza, Mónica García, hicieron alusión alguna a la fragmentación como causa de la victoria sin paliativos del PP de Díaz Ayuso, que ha dejado a una izquierda paralizada en la crispación, sumida en sus debilidades y miserias.

La derecha se fragmentó y viendo que ello da al traste con su pretensión de alcanzar de nuevo el gobierno del país ha procedido, aunque con formas poco ortodoxas, a la reunificación. Mientras, la izquierda sigue en su mal endémico de la fragmentación y en su cainismo secular, visto lo visto nada hace presagiar que se produzca una mínima reflexión al respecto y se aborde este mal con altura miras aparcando egos, personalismos, arrogancias y olvidando las cuitas pendientes.

La reunificación en la que ha entrado la derecha y el auge contenido de la ultraderecha bien merece esa reflexión, esfuerzo y generosidad en los planteamientos ante el adversario político común cada vez más radicalizado y envalentonado ante el retroceso de la izquierda. La pregunta que nos hacemos y que más que nunca necesita respuesta no es otra que ¿y ahora qué?

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