En 1940, después de la invasión de Francia, los alemanes hicieron muchos prisioneros y los encerraron en los campos de concentración. Entre ellos había una gran cantidad de españoles.
En esta ocasión, para finalizar, vamos a hablar de dos almerienses, de un murciano y de un catalán. No sé si podré ajustarme a esas tres páginas. Si sale algo más… habrá merecido la pena al tratarse del último capítulo.
Aquellas mujeres fueron capturadas tras luchar en España contra el fascismo y huir principalmente a Francia para participar en la Resistencia como miembros destacados.
Mientras tanto, en el laboratorio de revelado de fotografías del campo principal, trabajan –entre otros- dos españoles: Francisco Boix y Antonio García.
Pero es que ahora toda la normativa está a un clic delante de una pantalla y un teclado con conexión a internet. No hay escusa para opinar con conocimiento exacto del contenido de las normas.
A lo largo de los más de cuarenta años que comencé a investigar sobre los españoles en los campos nazis –porque había habido muertos de mi ciudad en Mauthausen y esa fue la chispa de inicio-, he ido viendo cómo los testimonios se multiplicaban.
La mayoría de ellos volvieron a Francia, al pueblo o la ciudad que los había acogido cuando no los quisieron en España. Allí habían rehecho sus vidas, allí lo tenían todo: casa, familia, trabajo, pensión… Allí fueron muriendo también cuando les fue llegando la hora a todos y cada uno de ellos.