Violencia obstétrica

Este maltrato y la violencia contra las mujeres en servicios y recursos de salud reproductiva, así como durante la atención del parto son parte de una forma continuada de las violaciones de los derechos de las mujeres y niñas.

Por Laura Isabel Gómez García

La violencia obstétrica hace referencia a todas las conductas, actos y prácticas que por acción u omisión son realizadas por profesionales de la salud sexual y reproductiva que afectan al cuerpo de la mujer y a sus procesos reproductivos. Algunos ejemplos serian tales como una excesiva medicación innecesaria y/o injustificada, trato inhumano en consultas ginecológicas, paritorios y exploraciones, así como una patologización de procesos naturales que, en vez de tratarse como parte de la naturaleza de la biología femenina, son abordados como enfermedades que han de tratarse.

También sería violencia obstétrica tocamientos injustificados y abusivos de carácter sexual, procedimientos invasivos cuando podrían realizarse otros más respetuosos y menos agresivos aprovechando la vulnerabilidad de la mujer en estado de gestación, en el momento del parto y posparto, así como cuando está en las consultas tocológicas y ginecológicas.

Por otro lado, las mujeres y las niñas sufren ese tipo de violencia cuando se solicitan otras formas de atención a su salud sexual y reproductiva como, por ejemplo, en exámenes ginecológicos, en casos de abortos, tratamientos de fecundidad y anticonceptivos, dentro de/y en contextos de salud sexual y reproductiva sin tenerlas a ellas como sujeto activo en la toma de decisiones.

Hasta ayer mismo, de hecho, aún hoy, dentro del ámbito de la salud de la mujer se refiere, ésta es vista como un “sujeto pasivo”. Esto quiere decir que la parturienta apenas tiene capacidad de decisión sobre su propio cuerpo, ni sobre el proceso del parto. Se la infantiliza, y en ocasiones no se la informa debidamente, viéndose sometida a situaciones de falta de respeto a la hora de dirigirse a ella personalmente, o a la hora de tocar su cuerpo, así como un trato inhumano en prácticas invasivas para su cuerpo, su intimidad y dignidad. Todo ello es debido a que aún hoy existe una visión androcentrista y masculinizada de la medicina, así como de sus prácticas, aunque en los paritorios haya mujeres dentro de los equipos de ginecología y tocología.

La violencia obstétrica supone una violación de los derechos humanos de las mujeres, es una transgresión y una discriminación, a la libertad, a la seguridad, y a la dignidad de las mujeres.

Perspectiva histórica: OMS y ONU

Fue en 1827, en una publicación inglesa, en una crítica a las prácticas en los paritorios, cuando se hace la primera referencia que aparece a este tipo de violencia sobre el cuerpo de la mujer.

En 2014, la Organización Mundial de la Salud emitió la declaración “Prevención y erradicación de la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud” (respaldada por más de 60 ONG’s de todo el mundo) para alertar y erradicar los tratos irrespetuosos y ofensivos durante la atención al parto en centros de salud y hospitales maternos en países de todo el mundo. La OMS reconoció así que existe la violencia obstétrica y con esta declaración deja claro que este es un tipo más de violencia sobre el cuerpo de las mujeres que viola sus derechos, daña su salud, y amenaza su integridad física. Con esta declaración la OMS reclama la necesidad de combatir y erradicar este tipo de violencia sobre el cuerpo y el foro más íntimo de las mujeres, respondiendo así a los temores de las mujeres en relación con la atención del parto, y condenando rotundamente, sin dudas, todo tipo de violencia sufrida por mujeres y niñas en esta materia: el maltrato físico, la humillación y la agresión verbal, los procedimientos médicos coercitivos o no consentidos (incluida la esterilización forzosa), falta de confidencialidad, el hecho de no obtener el consentimiento plenamente informado a la hora de practicar un procedimiento, la negativa a suministrar anticonceptivos, las graves violaciones de la intimidad, la denegación de admisión a los centros de salud por no poder hacer frente al pago con el consecuente abandono de las mujeres durante el parto que puede llevarles a sufrir complicaciones que ponen en riesgo su vida y la del bebé cuando de otro modo no sucedería (estos casos son muy comunes en EE.UU).

En abril de 2019, la ONU publicó su informe “Enfoque basado en los derechos humanos del maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva, con especial hincapié en la atención del parto y la violencia obstétrica”. En el cual la ONU alerta sobre “el fenómeno generalizado y sistemático de esta forma de violencia” contra la mujer e insta a los responsables de cada país a “cumplir con sus obligaciones en materia de derechos humanos”, y a “encarar los problemas estructurales y las causas profundas de la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva”.

El informe fue presentado por la relatora especial sobre la Violencia Contra la Mujer, sus Causas y Consecuencias, Dubravka Šimonović, en la Asamblea General de Naciones Unidas.

Algunos datos, hechos y efectos de la Violencia Obstetricia que se denuncian en dicho informe muestran una información valiosa e interesante en este tipo de violencia sobre la mujer que ha estado bastante invisibilizada, pero que en los últimos años gracias a la Cuarta Ola del Feminismo está empezando a ver la luz siendo cada vez más denunciada sobre todo por mujeres jóvenes a nivel mundial. Son numerosos los testimonios publicados por mujeres y organizaciones de mujeres en los medios sociales, de comunicación, publicaciones feministas, y en las RRSS. Estos testimonios han demostrado que esta forma de violencia es sistemática y generalizada.

En el mencionado informe se reconoce que estos problemas no se han abordado debidamente ni plenamente desde una perspectiva de los derechos humanos, en los servicios de salud reproductiva, en especial en la atención al parto y la violencia obstétrica en general.

Cabe destacar que para elaborar el informe se recibieron más de 128 comunicaciones de diferentes Estados, ONG’s, instituciones independientes y de miembros del mundo académico especializado en el tema.

Para abordar esta problemática, en el  informe se insta a aplicar un enfoque basado en los derechos humanos en servicios y recursos de salud reproductiva, sobre todo en la atención al parto, la violencia obstétrica y en todas las formas de la misma con el fin de erradicar estas diferentes formas de maltrato y violencia que sufren las mujeres, ya que no solo violan su derecho a vivir una vida libre de violencia, sino que también ponen en peligro su derecho a la vida, a la salud, a su integridad física, su intimidad, y su autonomía como persona.

Este maltrato y la violencia contra las mujeres en servicios y recursos de salud reproductiva, así como durante la atención del parto son parte de una forma continuada de las violaciones de los derechos de las mujeres y niñas que se producen dentro del contexto más amplio de la desigualdad estructural existente entre mujeres y hombres, consecuencia de la falta de un Educación en Igualdad.

El informe proporciona recomendaciones para  hacer frente a los problemas estructurales dentro de la atención al parto, salud reproductiva, sexual,  y  violencia obstétrica tanto en  sus causas como en el modo de encararlos y en como sentar las bases para que los todos los Estados cumplan con sus obligaciones en esta materia de derechos humanos de las mujeres; elaborando leyes, políticas, estrategias nacionales de salud reproductiva, y que además implanten mecanismos de denuncia que aseguren el cumplimiento de un enfoque basado en los derechos humanos, garantizando así la rendición de cuentas por las violar dichos derechos.

Los Estados partes en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), entre ellos España, como parte de la CEDAW tienen además la obligación de elaborar y aplicar sin dilación una política encaminada a eliminar la discriminación y la violencia de género contra la mujer, y en este caso en particular contra la violencia obstétrica en todas sus formas. Es una obligación de carácter inmediato, sin excusas ni demoras que no pueden justificarse por ningún motivo, ni por razones económicas, culturales o religiosas, ya que los DD. HH de las mujeres y niñas están por encima.

Tipos de violencia obstétrica 

Cuando una mujer se queda embarazada es muy vulnerable y resulta muy fácil someterla y mentirle, porque ante un riesgo para su bebé, obviamente hace lo que sea para salvarlo, por eso resulta tan sencillo atemorizar a una embarazada, aunque no haya tanto riesgo, incluso aunque éste no exista.

Aquí algunas de las prácticas que estarían dentro de la Violencia Obstétrica.

  • La episiotomía: consiste en una incisión quirúrgica en la zona perineal con el fin de facilitar la salida del feto ampliando el canal del parto. Para ello se utilizan tijeras, bisturíes con una sutura posterior. La episiotomía está contraindicada por la OMS ya que no previenen los desgarros, y la experiencia sugiere que una política de episiotomía sólo en casos necesarios disminuye el riesgo para la mujer.

Las secuelas de una episiotomía pueden ser físicas y también psicológicas,  sobre todo en el posparto, ya que puede producir dolores durante el coito, incontinencia urinaria y fecal, teniendo en esos casos que recurrir a la fisioterapia, entre otros tratamientos. Por otro lado, la práctica de la episiotomía es un factor que puede provocar desgarros extremadamente dolorosos durante el parto.

  • El punto para el marido: práctica quirúrgica que se realiza tras el parto en mujeres donde se ha practicado una episiotomía. Consiste en coser la vagina realizando un punto más de lo necesario, sin consentimiento ni conocimiento de la mujer, con el fin de dejar la apertura vaginal más cerrada, pensando en un mayor disfrute para la pareja masculina en las futuras penetraciones. No es algo que sea conocido popularmente, pero que sucede y es conocido en los círculos sanitarios especializados. Los profesionales que intervienen en el parto, saben que está mal, pero en cambio es una práctica aceptada. En los últimos años se realiza mucho menos dado que los y las profesionales sanitarios que solían practicarla se han ido jubilando, aunque aún hoy quedan en activo profesionales de la “vieja escuela” que sí proceden a realizarla. El punto para el marido, no es algo que suceda solo en España, sino que sucede en países de todo el mundo. Hay que dejar claro que no era/es una petición expresa de la pareja de la mujer, sino que es una iniciativa de los propios especialistas con el fin de “dejar la vagina como si su mujer no hubiera parido”.  No existe una explicación clínica, indicación médica o razón fisiológica que justifique y que haga necesario este “punto de más”. La amplitud de la episiotomía es hacía el ano, y no en la entrada de la vagina que es donde se realiza “el punto para el marido”, además anatómicamente se sabe cómo coser y este punto no tiene sentido alguno. Respecto a las consecuencias físicas, personas expertas en esta materia aseguran que las mujeres a las que se le has realizado este punto de más, llegan a la consulta ginecológica aludiendo que sufren dolores en la entrada de la vagina en el momento del coito. Esto es porque cerrar de más la entrada de la vagina supone para la mujer tener los tejidos mal colocados, sin elasticidad, y el clítoris queda aprisionado en su parte terminal. Cuando la mujer tras ser explorada se le hace saber que le han realizado una práctica quirúrgica sin su consentimiento, y sin ponerlo previamente en su conocimiento, descubrirlo le resulta traumático para ella. Cuando se realiza “el punto para el marido”, las mujeres son convertidas en un objeto para el placer ajeno, por una tercera persona que se atribuye la autoridad para inmiscuirse en la vida sexual de la mujer sin habérselo permitido, resulta humillante y es una invasión en la intimidad física. Es importante mencionar que es posible revertir el proceso con cirugía reconstructiva.
  • Cesárea: procedimiento quirúrgico que se realiza por encima de la pelvis a través de una laparotomía con el fin de extraer al bebé del útero materno. La OMS solo recomienda la cesárea cuando existe riesgo real de que un parto vaginal podría conducir a complicaciones médicas tanto para la madre como para el bebé.
  • El parto inducido: mediante la administración de oxitocina para provocar contracciones uterinas y la dilatación cervical antes de que comience de forma natural, cuando no hay razones reales y médicas.
  • Amniorexis (“romper aguas”): provocar rotura del saco amniótico de manera artificial, con o sin la administración de oxitocina, es un procedimiento común en obstetricia, con el fin de aumentar las contracciones y disminuir así la duración del parto. Sin embargo, no está exento de efectos no deseados para la madre y el bebé, información que suele omitírsele a la parturienta. El peligro de realizar este procedimiento viene dado porque los microbios presentes en la vagina pueden entrar a la matriz y provocar una infección en las aguas y las membranas.

Además, una vez se han “roto aguas”, ya no hay vuelta atrás y el bebé debe nacer. En un parto respetado y fisiológico normal, jamás se debe realizar una amniorexis artificial. De hecho, la OMS no recomienda esta práctica como un procedimiento rutinario, salvo en los casos en los que haya una detención del proceso del parto (unas 4 horas de detención). Aunque los resultados de los estudios que se han realizado han sido obtenidos en países desarrollados, en poblaciones de mujeres sanas y en hospitales con los máximos niveles de higiene, por lo que se entiende que en poblaciones donde esto no es así, sí puede ser necesaria la inducción rápida al parto, ya que en países en desarrollo la sepsis es la tercera causa de mortalidad materna.

La amniorexis artificial solo está justificada para extraer sangre al feto y medir el pH del bebé en el caso de que exista una sospecha grave de bienestar fetal y sea necesario confirmar el sufrimiento del bebé. Además, se ha comprobado que esta práctica realizada de manera adecuada reduce el número de cesáreas innecesarias. 

  • Maniobra de Hamilton: tacto vaginal con movimiento circular del dedo, que produce dolor y puede acarrear sangrados. Utilizada para inducir el parto.
  • Maniobra de Kristeller: presión con puños o antebrazo sobre el fondo uterino para que la cabeza del bebé descienda, aunque ahora, según las recomendaciones de algunos de los propios profesionales, sólo debe practicarse en la segunda fase del parto, cuando la cabeza ya está encajada, para facilitar la salida de la criatura.

Otros tipos de Violencia Obstétrica:

Esterilizaciones forzosas sin el conocimiento ni el consentimiento expreso de la mujer (muy común en casos de mujeres con discapacidad intelectual y/o diversidad funcional). La Mutilación Genital Femenina, los matrimonios forzados de mujeres y niñas por razones culturales o tradicionales, que son fuente de embarazos no deseados y abortos espontáneos sobre todo para niñas forzadas a contraer matrimonio con hombres mucho mayores que ellas (matrimonio infantil), con todo lo que ello conlleva para la menor. También las violaciones como arma de guerra, en algunos casos para infectar a las mujeres de VIH (SIDA), y en su otra modalidad más brutal, las violaciones con disparos de un arma en el interior de la vagina. En cuanto al derecho al aborto, se encuentran diferentes casos, ya sea por abortos obligados, o por la denegación del mismo, obligando a la mujer o a la niña a llevar el embarazo no deseado a término, aunque éste haya sido producido por un incesto, y/o violación dentro/fuera del núcleo familiar con la consecuente pérdida de la vida la niña durante el parto o el periodo de gestación; el aborto obligado, así como la denegación del mismo es una de las causas del suicidio en el caso de las mujeres. Cabe mencionar que algunos países las mujeres que abortan, aunque sea de manera espontánea y natural son llevadas ante la justicia y encarceladas.

El acoso/abuso sexual en las consultas de ginecólogos y tocólogos es algo bastante más común de lo que se cree y que suelen producirse durante exploraciones rutinarias que en muchos casos no son necesarias; las mamografías agresivas; el excesivo uso de anticonceptivos orales (entre otros métodos como el DIU, etc.) provoca efectos secundarios de los que en muchos casos a las mujeres no se les informa en pro de una supuesta comodidad a la hora de evitar el uso del condón y en pro de una “pérdida de sensibilidad” durante el coito. También la falta de intimidad durante el parto y durante todo su proceso, por una excesiva e innecesaria presencia de personal en un momento en el que la mujer está totalmente expuesta. Y, por último, no hay que olvidar los casos de niños y niñas robados que fueron arrancados de los brazos de sus madres con el consecuente perjuicio del bebé y de la madre en una práctica extremadamente inhumana que ha contado durante demasiados años con el beneplácito de la sociedad, instituciones sanitarias y religiosas siendo cómplices con su silencio mientras esto ocurría en sociedades como la española y en otros muchos países.

Datos

Según el informe publicado en 2015 de The Lancet evidencia que, en España, en 1 de cada 4 partos se realiza una cesárea, lo que supone un 26,6%, por encima del 10-15% recomendado.

Según datos del Movimiento Natural de la Población difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en ese mismo año, un 29,8% de los partos en Extremadura fueron por cesárea, seguida de la Comunidad Valenciana con 29,7%, Cataluña con el 28,6% y Ceuta y Melilla con un 28,5%; siendo el País Vasco el que tiene un menor porcentaje (15,7%).

La OMS lleva años señalando que en el mundo se están practicando demasiadas cesáreas innecesarias. Los nuevos estudios han revelado que las cifras de muertes maternas y neonatales disminuyen cuando la tasa de cesáreas está entorno al 10%, y no hay evidencias de que esas tasas de mortalidad disminuyan cuando se supera esa cifra.

Otro dato interesante es el que aporta la SEGO en el que las cesáreas programadas en la sanidad pública representan el 25% de los partos, mientras que en la privada suben hasta el 45%.

España, por tanto, supera con creces la recomendación de la OMS. Desde la organización de El Parto es Nuestro, se denuncia que en nuestro país se practican demasiadas «cesáreas a la carta» y/o que no responden al bienestar de la parturienta y su bebé. De hecho, esta organización publicó el informe Nacer en horario laboral que señalaba que los nacimientos tienen lugar, sobre todo, de lunes a viernes, según la entidad.

A pesar de todo ello, lo cierto es que la tasa de cesáreas en España, tiende a reducirse, pero por el contrario son los partos inducidos los que se han convertido en otro problema que abordar ya que no se deja que el embarazo siga su curso natural. Se está normalizando la inducción en la semana 40, (cuando podría durar 2 más), lo que implica el uso de fórceps y ventosas, y complica el uso de anestesia epidural, con lo que eso conlleva para la parturienta.

Juan Luis Delgado, presidente de la sección de Medicina Perinatal de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), desaconseja totalmente la maniobra de Kristeller, pues resulta forzar el suelo pélvico y carece de sentido practicarla. En cambio, aconseja que cuando la mujer está agotada, es mejor ayudarla presionando el fondo del útero para corregir la posición del bebé. Ha de rechazar totalmente la práctica de que un profesional se suba encima de la mujer para empujar con fuerza, pues ello aumenta la posibilidad de un desgarro uterino, incluso de la rotura de vísceras.

En cuanto a la práctica de la episiotomía ésta se ha reducido drásticamente en los últimos años del 90% a un 40%; una tasa aun alta, pero dada su reducción supone un gran avance y que se explica entre otras razones porque hay más, mejores y mayores servicios equipos.

» Las episiotomías y las cesáreas innecesarias son síntomas de una sociedad que sufre de machismo, misoginia y patriarcado (…) Las mujeres hemos sido adoctrinadas para entender que el parto es así. Es decir, se nos educa para aguantar: nuestro cuerpo es secundario, no se puede hablar de él porque se considera algo sucio (…)”.

Jesusa Ricoy, fundadora del movimiento contra la violencia obstétrica The Roses Revolution Movement.

Como suele suceder, la sociedad ignora el sufrimiento de las mujeres en su vida sexual y reproductiva. La violencia obstétrica está muy arraigada y naturalizada. A las mujeres siempre se nos ha educado para aguantar, callar, acatar y sonreír, aun y cuando hemos soportado y soportamos múltiples y variados niveles de violencia en nuestras vidas cotidianas.

Afortunadamente, hoy en día mucho menos. La sociedad ha avanzado, pero aún no lo suficiente. Todos y todas hemos oído casos de familiares o a nuestras amigas, pero se ve como algo normal y necesario y que es inherente a la vida y salud sexual y reproductiva de las mujeres.

En el momento del nacimiento para los médicos, amistades y familiares de la madre y el bebé, lo único importante es que ambos estén vivos, algo lógico y normal, pero que hace que se le quite hierro a todo lo demás, y no debería ser así. No se da la suficiente importancia a las secuelas que ese tipo de violencia vaya a producir en la vida de la mujer; secuelas que, en la inmensa mayoría de los casos, son vividos en silencio y soledad, porque aun hoy la vida sexual y reproductiva de las mujeres es un tema tabú.

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