Valeriano Martínez, asesinado por la guardia civil en una huelga del transporte

en estos días se están tumbando las frágiles leyes que, aún de manera insuficiente, se han peleado en los parlamentos autonómicos y estatal, para reemplazarlo en leyes del olvido, que falsamente han bautizado como leyes de concordia

Por Angelo Nero

Buceando en las hemerotecas, seguimos encontrando víctimas casi anónimas de la Transición Sangrienta, de esas que casi nadie recuerda, que no son objeto de homenaje, y por cuya memoria nadie lucha, y para los que la Verdad, la Justicia y la Reparación, los tres objetivos del movimiento memorialista, se quedan tan solo a las puertas de la primera, más aún cuando en estos días se están tumbando las frágiles leyes que, aún de manera insuficiente, se han peleado en los parlamentos autonómicos y estatal, para reemplazarlo en leyes del olvido, que falsamente han bautizado como leyes de concordia.

Nos vamos al 20 de septiembre de 1979, a las páginas del diario madrileño El País, órgano casi oficial de la Transición, en una columna firmada en Oviedo por José Manuel Vaquero, bajo el titular, “Miembro de un piquete de huelga muerto en Oviedo por un disparo de la Guardia Civil”, que ocupaba un lugar en la portada en el periódico, aunque no fuera destacado, bajo otros titulares como “Reacciones ante el asesinato de los jefes militares en Bilbao / Garaikoetxea pide que no se pague el impuesto revolucionario.” Véase que, en el libro de estilo de El País, que habría de ser imitado por el resto de los medios de comunicación masivos del estado español, los militares son asesinados, mientras los sindicalistas mueren. La noticia continúa así:

Un transportista asturiano resultó muerto en la mañana de ayer al recibir un impacto de una bala disparada por un cabo de la Guardia Civil, en un enfrentamiento entre un piquete de huelguistas y los miembros de la escolta de un convoy formado por siete camiones, en la zona baja de Oviedo, que da acceso a la carretera de Santander. Hacia las diez y media de la mañana, un piquete de unos cien transportistas autopatronos interceptó el convoy, compuesto fundamentalmente por camiones de la empresa Carneado, que presta sus servicios para la central lechera, lanzando piedras contra los cristales de los vehículos y tratando de pinchar sus ruedas.

Los miembros de la escolta, un cabo primero de la Guardia Civil y varios números, trataron de dispersar a los huelguistas con varios disparos al aire. Según fuentes próximas al Gobierno Civil, en un momento de la refriega el cabo primero, al verse rodeado por ocho camioneros, hizo un nuevo disparo, que alcanzó a Valeriano Martínez, de 41 años, dirigente de Cesintra, asociación autopatronal convocante de la huelga. La bala le interesó un pulmón, produciéndole orificio de entrada y salida, a la altura de una tetilla. El señor Martínez fue ingresado inmediatamente en la unidad de vigilancia intensiva de la residencia, sanitaria de Oviedo, donde falleció a la una y media de la tarde.

Camioneros escoltados por dotaciones de la Guardia Civil ponían en peligro el éxito de una huelga que empezaba a sumar semanas. Los piquetes entraron en acción y el gobernador civil, Fernando Giménez López, acusó a inconcretos partidos de extrema izquierda de estar tras el conflicto.

En los incidentes se habrían producido además varios heridos entre los transportistas, según rumores que circularon a lo largo de toda la tarde y que diferían en cuanto a número y gravedad de las heridas. Estos rumores parecen infundados, al no haber ingresado ningún herido más por estos incidentes en los centros sanitarios asturianos y desconocer su existencia los propios huelguistas.

El comité de huelga reconoce haber roto los cristales y pinchado las ruedas de varios camiones del convoy, pero agrega que fue precisamente al dar por finalizada su acción cuando el cabo disparó siete veces contra ellos (no se ha concretado con qué tipo de arma), produciendo la muerte de Valeriano Martínez, quien, según asegura el comité, fue alcanzado por la espalda cuando se retiraba hacia un portal ante la presencia de la Guardia Civil. Posteriormente -agrega dicho comité- se registraron otros dos disparos, que dieron en un escaparate y cuya procedencia se atribuye a otro guardia civil.

Historia del conflicto

La huelga del transporte se inició en Asturias a la par que en e resto del país, pero unas reivindicaciones específicas de los autopatronos asturianos motivaron la prolongación de este paro, que tiene ya una duración de veintinueve días. Los transportistas asturianos reclaman la aplicación de las tarifas con la subida del 11,54%; el pago a noventa días, en vez de a 180 por parte de Hunosa, Ensidesa y empresas de la construcción, así como la anulación de los cinco despidos efectuados por la Central Lechera Asturiana.

La radicalización de la huelga motivó la ruptura entre las asociaciones convocantes del paro, Cesintra -pequeños transportistas- y Asetra -grandes agencias de transportes- . Esta última asociación se desligó de Cesintra y pretende recurrir a una regulación temporal de empleo, intento contra el que se han pronunciado Comisiones Obreras y UGT, alegando que la huelga había sido promovida por la propia patronal y que no se puede utilizar a los transportistas asalariados como escudo frente a los autopatronos de Cesintra.

Los transportistas asturianos pertenecientes mayoritariamente a Cesintra, trataron, sin éxito, de entregar las llaves de sus camiones al gobernador civil junto con la solicitud de la nacionalización del sector, alegando su irrentabilidad, para percibir un salario similar al de los trabajadores de Ensidesa.

Las actuaciones de los piquetes en la huelga del transporte han sido denunciadas por el consejero regional de Trabajo, el socialista Emilio Barbón; por la Cámara Asturiana de la Construcción y por la Asociación Profesional de Almacenistas de Frutas y Productos Hortícolas.

El Consejo Regional de Asturias, reunido en sesión extraordinaria para tratar monográficamente el conflicto del transporte por carretera, acordó crear una comisión en la que estarán presentes los, titulares de las consejerías de Industria, Comercio, Transportes, Trabajo y el presidente del organismo preautonómico para buscar una salida aceptable a la huelga. El gobernador civil ha dado la orden, según ha trascendido, de retirar los camiones que se encuentran masivamente aparcados en los arcenes de los accesos a Oviedo, Gijón y Avilés.

Los transportistas de Cesintra manifestaron ayer que nadie piensa de momento en volver a la normalidad, aunque tampoco hay previstas acciones inmediatas de ningún tipo, puesto que su única preocupación es resolver el problema planteado a la familia de Valeriano Martínez, que deja esposa y tres hijos. El entierro se celebrará hoy en Oviedo.

Los transportistas realizaron ayer gestiones encaminadas a conseguir la puesta en libertad de los dos directivos de Cesintra detenidos durante el incidente de la mañana en Oviedo. Uno de los detenidos fue Alejandro Bárcenas, líder de los camioneros en huelga.

Desde casi todos los sectores han surgido severas críticas a la Administración por su pasividad ante este conflicto, cuyas dimensiones se han venido agravando de forma progresiva en los últimos días. La Federación Asturiana de Empresarios había solicitado la presencia en Asturias del ministro de Transportes para buscar una solución urgente a este problema, cuyo alcance era a todas luces imprevisible.

La muerte de Valeriano Martínez es la primera que se produce en Asturias a causa de un incidente laboral o político en la etapa de transición a la democracia.

Por su parte, Fenadismer, federación empresarial a la que pertenece Cesintra, anunció que había convocado una reunión nacional de representantes provinciales para adoptar una actitud solidaria con los compañeros asturianos.”

Es importante resaltar que la huelga había sido convocada por Cesintra (Central Empresarial de Servicios Internacionales y Nacionales del Transporte), efectivamente, en demanda de un aumento de tarifas y de la extinción de contratos abusivos, pero además era una huelga de solidaridad, ya que pedían la readmisión de los cinco despedidos por la Central Lechera Asturiana.

El presidente de Cesintra, que fue detenido en esta huelga, era Alejandro Bárcena, era nieto de un asturiano que había emigrado a México y combatido en las filas del mismísimo Pancho Villa, e hijo de un miliciano que había muerto defendiendo a la República, y había sido era militante del Partido Socialista Popular (PSP) que lideraba Enrique Tierno Galván, continuando en el PSOE tras la intergración del PSP, en mayo de 1978.

La huelga del transporte asturiano duró 49 días, y Alejandro Bárcena fue expulsado del PSOE, durante el congreso de la Federación Socialista Asturiana, en noviembre de 1979, porque “había criticado duramente la actuación de Rafael Fernández, presidente del Consejo Regional de Asturias y senador socialista, así como a las direcciones centrales de UGT y Comisiones Obreras, que estaban contra la huelga”, tal como registra El País.

Su hermano, José Manuel Bárcela, también detenido en la misma huelga, fue un cura adscrito a la Teología de la Liberación, solidario también con numerosas luchas, como las de los astilleros de Gijón, creador de la Asociación Asturiana Gaspar Garcia Laviana de cooperacion internacional -en honor a sacerdote, poeta y guerrillero​ español que luchó y murió en la Revolución popular Sandinista-, del Comité de Ayuda a Nicaragua, y de la Asociación Bartolomé de las Casas, dedicada a la recogida de medicamentos para Cuba.

El gobernador civil de Oviedo, entonces, era Fernando Giménez López -después lo sería de Vizcaya-, uno de los colaboradores en la constitución y desarrollo del Partido Popular, y llegó a acusar a los partidos de extrema izquierda de estar detrás del conflicto.

Por orden del Ministro de interior, Rodolfo Martín Villa, “se reforzó las dotaciones policiales de escolta y los convoyes escoltados tenían orden de circular a toda velocidad, saltándose los semáforos si fuese necesario para evitar incidentes”…

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