Un paseo con Ennio Flaiano: el conformismo histórico

El 20 de noviembre de 1972 moría Ennio Flaiano, guionista, escritor italiano y fustigador de aquel “boom” que enriqueció a unos pocos y desarraigó a todos. A diferencia de Pasolini, su figura y sus obras son desconocidas en nuestro país. Aquí una breve semblanza personal.

Por Paco Sanz

Lo primero que uno conoce de Ennio Flaiano es su participación como guionista en las grandes películas italianas que marcan la década de los sesenta. Pero, ¿a quién le importa un guionista? Oficinistas que en lugar de cuadrar balances tratan de encajar escenas y diseñar carácteres. Y es precisamente esta pinta de burócrata lo segundo que llama la atención de Ennio. No faltan ni las gruesas gafas de pasta ni el bigote sobre el que apoya su nariz como un mullido sofá de eskay negro. Una nariz que supo olisquear la atmósfera corrompida de aquella Italia que pasó del fascismo y la resistencia, al fascismo conformista.

El tercer aspecto que me llamó la atención, ya metido en la faena personal de conocer al escritor tras el personaje, fue su gusto por pasear por las ciudades. Provinciano en Roma, ciudad de los tejemanejes culturales, supo escabullirse en soledad para conocer y tomar nota de una ciudad de nuevo abierta, pero esta vez a la especulación y el mercadeo político, al vicio disolvente de una libertad sin más sentido que dar de comer a los sentidos. Ese tedio que es antesala del irracionalismo y, por tanto, de un fascismo que él tan bien conocía y detestaba (había luchado en Abisinia y conocido las atrocidades de sus compañeros de armas). Ese tedio que reflejó en las películas de Antonioni o Fellini. En su libro “Diario degli Errori” encontramos esta cita: “la libertad conduce al aburrimiento y el aburrimiento a la dictadura”.

Con Rafael Azcona, ambos escritores parecidos en muchos aspectos, escribió el guión de “Una moglie americana” donde el personaje principal, Riccardo, es un vitelloni que zascandilea empujado por circunstancias de las que ignora sus razones y no puede, ni se esfuerza en controlar. Una libertad inútil. Todo lo contrario de un paseante consciente, que trata de dar sentido a su caminar y aplicar un plan coherente entre un caos urbano que es aceptado, no obstante, como parte de las reglas del juego. Flaianno no era ningún iluso.

A la jaula fordista y cronometrada de aquellas sociedades de mediados del siglo pasado le observa las costuras: “Tenía el sentido histórico de la vida, yo no, para mí la vida es una secuencia de probabilidades.” Las opciones de tirar por una calle u otra para desenmarañar la madeja de la realidad está en constante transformación. Nada impide el error o la contradicción, pero hay que seguir caminando. Apostar, por contra, por un bienestar inmóvil es otra forma de cárcel (“vivir se ha transformado en un ejercicio burocrático”) o de trampa, la de la indiferencia.

En uno de sus cuentos (“Cento e una notte”), una pandilla de amigos observa las evoluciones callejeras de lo que al principio toman por turistas. De repente, los falsos turistas comienzan a repartirse fusiles y a disparar, matando a un motociclista. ¿Qué hacer? Los amigos lo tienen claro: “nuestra única tarea, en vista del desarrollo de los acontecimientos, era no atraer sobre nosotros la atención.”

Analizar la burguesía

Durante su estancia en Madrid en los años sesenta, dirá en su “Diario Notturno”: “Ya sé que cada ciudad tiene sus barrios y sus esquinas que el viajero jamás descubrirá. Yo prefiero ignorarlas, son sitios y sensaciones que necesitan ser ganados con una estancia prolongada. Por eso en Madrid apenas me alejo de la Gran Vía”. Un plan de actuación que apunta al corazón de la burguesía como objeto de atención pues, a diferencia de Pasolini y sus “ragazzi delle borgatte”, la Historia está en los centros de las urbes, la Historia no se hace en territorios aún no conquistados por la ciudad. Es la burguesía el motor de la historia, una amarga conclusión que muestra el gran desencanto italiano en medio de fuegos de artificio, como en la escena festiva de “La Notte”, cuyo guión Ennio escribiera para Antonioni.

Flaiano no llegó a conocer en todo su alcance el “Compromesso storico”, aquel “abrazo de Vergara” italianísimo que el propio Estado italiano, pronúnciese “CIA”, impidió llevar a cabo. A buen seguro lo hubiera observado con escepticismo. En un apunte de 1967 en su “Diario degli errori” dirá: “Si eres comunista puedes ser un imbécil, pero si no eres comunista eres un imbécil”. Dos años después anotará: “Ventajas de inscribirse en el Partido Comunista: ninguna pérdida en caso de persistencia del Sistema”.

Tímido, pesimista, lúcido, perezoso, curioso, irónico, contradictorio… Ennio Flaiano acertará, sin duda alguna, en tomar la calle correcta para interpretar el futuro: “En 30 años Italia no será como la habrán hecho los gobernantes, sino como la habrá hecho la televisión.”

Milano, 26/10/1960
Commedia «Un Marziano a Roma» – Prove al Teatro Lirico
Nella foto: lo sceneggiatore Ennio Flaiano durante le prove
@ArchiviFarabola [385940]

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