El segundo libro de Iván Gorriti incluye nuevas narrativas de la guerra de 1936: «31 Vidas antifascistas vascas» (Disacorde). Junto a los hechos, el recuerdo de estas historias se ha alzado como un «antídoto» contra el fascismo. El camino no terminará ahí, quiere ser el «hablante» de más historias.
Por Nerea Goti / Naiz
Tenía siete años cuando la aviación nazi y fascista italiana bombardeó Guernica. Vio su casa en ruinas el 26 de abril de 1937. Una bomba lanzada a unos metros de distancia dejó ocho muertos. Esa niña creció con esa experiencia que debe ser imborrable. Luego vino el viaje a París. Era una niña y la vida continuaba. Allí trabajó en la histórica compañía de danza Segundo Olaeta: “No nos dejaba hablar una sola palabra de español”, cuenta de aquellos días en París, y que tuvo la oportunidad de conocer al coro vasco Eresoinka.
Lo anterior forma parte de la historia de Crucita Etxabe, uno de los testimonios recogidos en el libro «31 Vidas antifascistas vascas». Lo repitió con la editorial Desacorde de Iban Gorriti (Durango, 1970), tras el libro «31 Vidas, el bombardeo contra Durango». Esta segunda publicación fue presentada en la Feria del Libro y Disco de Durango en diciembre y comenzó su andadura en las librerías.
La segunda obra respondió en parte a la resaca del libro centrado en Durango. Cuando lo publicó, muchos testigos presenciales de la guerra le explicaron la necesidad de recuperar otras cuentas, tal como él explicaba en aquellas páginas. Este es el segundo libro en ese camino y no será el último, porque habrá otro. En este tipo de saga, el 31 es el número recurrente. Ha dicho más de una vez que es un número que significa mucho para él.
A los dieciocho años, un cartel que anunciaba una conferencia sobre el bombardeo de Durango despertó la curiosidad de Gorriti por los hechos de la guerra. La fecha del ataque, 31 de marzo, le dio el nombre a la banda de rock en la que estuvo cuando era joven y también «cerró una especie de círculo», pues cumplió 31 años cuando publicó su primer libro en el mundo del periodismo. “Quise mantener esa referencia, en honor a lo que pasó en mi pueblo, y dando continuidad a lo que ha estado en la base de estas obras”, dijo sobre esta figura que es una especie de hilo conductor entre las dos obras.
Bombas lanzadas en Zornotza
Cualquiera que lea el libro encontrará algo más que historias de la guerra de 1936; hay historias que son muy biográficas, pero no en el estilo biográfico habitual. Estos testimonios a veces se basan en conversaciones directas; en los datos proporcionados por los historiadores, en los documentos de la época o en las obras publicadas, en algunos otros casos.
“Nunca me baso en otro libro, siempre he tratado de aportar otras fuentes u ofrecer algo más, y no seré yo quien resuma lo dicho por otros autores; Trato de encontrar a la familia, dar alguna otra información, o buscar quién trabajó en eso y preguntar si hay algo inédito, pero siempre citando las fuentes”, comentó a GAUR8.
En Zornotza hemos fijado una cita con el periodista de Durango. Los testimonios que ha recogido a través de entrevistas con supervivientes de la guerra son innumerables. Escuchar sobre el bombardeo, desconocido para él a la edad de dieciocho años, tuvo un gran impacto en la carrera de Gorriti. A menudo menciona la necesidad de ser un vocero de estas historias, pero también tiene otro objetivo: recuperar el pasado, levantar una barrera contra el fascismo, especialmente dirigida a las generaciones más jóvenes. “La información es una de las barreras más fuertes frente a estas ideologías, y la historia de quienes lucharon por los derechos y las libertades es gran parte de esa información, porque ellos pueden contar de primera mano hasta dónde puede llegar el fascismo”, dijo.
Nos citamos en la plaza de Zornotza y no muy lejos hay unas casas antiguas rehabilitadas. No hay muchos edificios antiguos en el centro de la ciudad de Zornotza de hoy. Al respecto, Gorriti dice que el municipio fronterizo entre Arratia y Durangaldea fue bombardeado en 1937, aunque no es muy conocido. Entre los de Gernika, Durango y Otxandio, “Zornotza es uno de los más olvidados”, dice, y aun así no fue un bombardeo pequeño. «Zornotza está entre Gernika y Durango, y aquí tiraron las bombas explosivas que se usaron en Durango y las bombas incendiarias que se tiraron en Gernika», dice.
Cuando se le pidió que profundizara en este detalle, mencionó que en Durango las bombas estallaron al caer, pero las que dispararon en Gernika fueron diferentes, provocaron un incendio y lo destruyeron todo. “Por eso en Durango se ha conservado más el casco antiguo y en Gernika, no”. «En Durango quedaron dañadas unas 200 casas, y aunque a veces las bombas provocaron un incendio, no fue como el de Gernika», añadió.
En Zornotza, en cambio, utilizaron ambos tipos de bombas. Como era un cruce de caminos, era un objetivo y querían talarlo. «Si te fijas, casi todo el pueblo es nuevo. También hay que recordar que el bombardeo duró unos veinte días”, explicó.
Aunque hay muchos datos, es claro que queda un largo camino por recorrer para lograr la verdad plena, el reconocimiento y la reparación, pero mientras tanto, esas voces restantes están siendo silenciadas. A veces se puede pensar que todo está contado o al menos que nos acercamos al final de un gran capítulo. Sin embargo, “todavía queda mucho por descubrir”, en palabras de Gorriti.
No es la primera vez que escucha ese sentimiento. Recordó que había escuchado más de una vez que no vale la pena volver atrás, que todo está contado, pero enfatizó que eso dista mucho de la realidad: «Hay mucha información para publicar y mucha gente está trabajando en eso». . Además, aún queda mucho por excavar, y estas exhumaciones traerán nuevas claves. Afortunadamente tenemos algo en el País Vasco que no pasa en España, tenemos una mayor tendencia a hacer esas cosas, porque de una forma u otra mantenemos nuestra identidad como País Vasco”.
Lo que sabemos, la «punta del iceberg»
También enfatizó que lo que se ha descubierto hasta ahora es solo la «punta del iceberg»: «Necesitamos saber mucho más, necesitamos llegar a los papeles y saber qué pasó a través de ellos». Para ello, es necesario poder visitar todos los archivos, poder acceder a aquellos que aún no han sido desclasificados”. En relación a ello, recordó las palabras del presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo: “Si eligen al presidente de España, ha dicho que acabará con la memoria histórica; esto significa que daremos otro paso atrás. Aquí hay una lucha entre los que quieren recuperar la verdad y los que quieren ocultarla. El propio Feijoo ha hablado de la lucha de sus abuelos, pero en cambio hablan de ETA, aunque desapareciera hace años.’
Ante estas voces que desaparecen, mencionamos en la conversación a Juan Azkarate, recientemente fallecido a los 101 años, ya que es de Bermeo y es el protagonista de una de las historias incluidas en el libro. «Fue el último guerrero naval, el último de la Armada Vasca», afirmó Gorriti.
“Fui a visitarlo unos días antes de que muriera y me dijo que seríamos amigos para siempre; Me lo voy a tatuar en algún lado”, dice emocionado el durangara. Dijo que estuvo presente en los funerales de Azkarate, en Bermeo, y como subrayó, no hubo representación oficial del Gobierno de Lakua, ni de la Diputación ni del resto de instituciones. «No sé que sean conscientes de que son los últimos del único ejército vasco, los que dieron la vida, no sólo por Euskadi, sino también por los derechos y las libertades, como decían». Añadió con pesar que cuando los han homenajeado ha sido muchas veces por la foto: “He estado en cientos de homenajes y no dejaban hablar a los sobrevivientes”. Dice que los saludos de estos luchadores deberían tener un tratamiento oficial diferente.
Violación en secreto
Volvamos por un momento a las historias contenidas en el libro. Muchos de estos testimonios se basan en conversaciones directas con los protagonistas. De hecho, las conversaciones que ha tenido Durangar con quienes vivieron la guerra de 1936 o sus familiares en las últimas décadas son innumerables y variadas, y no han sido contactos esporádicos.
En torno a estas entrevistas se han creado amistades, probablemente porque dar la oportunidad de contar las vivencias que se han guardado y escucharlas directamente, poniéndolas en la piel de estas personas, es una experiencia extraña tanto para el testigo como para el entrevistador. Contar para publicar lo que compartieron con nadie o con muy poca gente durante muchos años, cuando en realidad tuvieron que hacer como si no hubiera pasado casi toda su vida, crea situaciones especiales, porque es difícil olvidar lo que vivieron, y sin embargo, porque no se les ha dado el tratamiento adecuado, según el autor.
De hecho, hay muchos recuerdos tristes en el libro: tener que despedirme de mi madre cuando era niña y recuperarla 30 años después, por ejemplo. “A esa mujer no la reconocí, la llamé ‘Josefa’”, dice uno de los protagonistas del libro.
Las experiencias de otra mujer han salido a la luz después de haber sido mantenidas en secreto durante décadas. Elgetan denunció que fue violado después de haberlo mantenido en secreto durante más de 50 años en su casa. Tenía catorce años cuando sucedió. Le faltaban dos dedos de la mano. Era una persona mayor cuando le dijo toda la verdad a su familia. “Me comuniqué con su sobrino y me dijo algo que no le había dicho a nadie en años. Creo que es una muestra de honestidad, valentía y coraje”, dice Gorriti.
Fue el 25 de abril de 1937, el día anterior al bombardeo de Gernika. Ese día, el ejército fascista llegó a la finca. Debido a que no los dejó entrar tratando de proteger a su esposa e hija, el primer padre fue asesinado a tiros; la madre falleció pocas horas después en el hospital militar de Donostia y la hija también fue hospitalizada. Cuando trató de cerrar la herida de su padre, la niña recibió un disparo en la mano y perdió dos dedos. Luego contó que perdió los dedos al caer de un árbol, hasta que decidió decir la verdad. La familia recuerda el trauma que le causaron estos hechos.
El que talló el anagrama
Entre estas vidas antifascistas, también hay figuras conocidas; Félix Likiniano Heriz, el ideólogo anarquista que talló el anagrama de ETA, o Cándido Saseta, comandante del Ejército Vasco, por ejemplo. En el relato de este último, Iban Gorriti ha aportado datos que corrigen la épica de los relatos en torno a su muerte. Los telegramas muestran cómo fueron los últimos días de Saseta en Asturias, además de la epopeya de los documentos oficiales de la época, explicó.
A partir de documentos inéditos, Iban Gorriti debería haber escrito una biografía objetiva de Cándido Saseta, como le dijo a GAUR8. Quedan algunos documentos y telegramas de la época que se han conservado, pero el encargo que recibió ha sido encomendado a otra persona, finalmente, la Asamblea de Gipuzku Buru, explica el periodista duranguense: «En mi opinión, como es lógico , muchos sucesos de la época nos han llegado rodeados de epopeyas, pero lo que ahora nos falta es, en realidad, recuperar la verdad, basada no en la epopeya sino en los documentos de la época, con objetividad”.
Sin embargo, a Gorriti no le faltan proyectos. Uno de ellos será el trabajo realizado por las mujeres en la guerra, en el frente y en la retaguardia, repasando las perspectivas de las historiadoras feministas. Otro proyecto está vinculado a las escuelas, y se ha desarrollado junto a Uxue Martínez, para llevar la historia a las aulas y animar a los alumnos a pensar: «Les transmitimos que la democracia es diversidad, que da oportunidades para llevar a cabo cualquier proyecto de vida, y que el fascismo no es solo otro punto de vista, equiparando feminismo y chovinismo. Es como imposible».
EL PRÓXIMO PROYECTO, EL «PONENTE» PARA MUJERES
Alicia Casanova, «Barakaldo Matrioska»; Felipa Domínguez, «la única mujer en las milicias antifascistas vascas»… Ha recogido varios cuentos con nombres de mujer en su último libro de Iban Gorriti. El próximo será íntegramente sobre las mujeres que vivieron la guerra de 1936, porque «tenían voz, pero no altavoz», dice. El Durangan dice que hay que visibilizar las historias de estas mujeres, y en eso se centrará en su tercer trabajo: “Se invisibilizaron, estaban ahí, pero nadie hablaba de ellas. En los 30 años que llevo entrevistando, hablas con una mujer, y te dice que es esposa, madre, de no sé quién. Ponen al hombre en primer plano como punto de referencia.’
En este último libro ha querido ofrecer una presencia equilibrada según el género. Por extraño que parezca, hay una foto de su familia en la portada. En esa imagen destacó la figura de la abuela. Se llamaba Carmen Oñate, era anarquista y estaba en prisión. Neba fue arrestado por esconderse. Cuando estaba en el calabozo, se le informó que el niño se había suicidado. Según él, fue una ejecución claramente secreta, recuerda Gorriti.
Historias así hay muchas, y las mujeres no han tenido un papel especial “pese a tener un papel muy importante”. “Algunos estaban en el frente, pero el Gobierno de la República y el presidente Aguirre los sacaron de él, con el pretexto de temas sexuales, y aun así arriesgaron su vida para llevar información a los penales, ellos se encargaban de la atención de niños y ancianos…». Cuando se le pidió que profundizara en el trabajo que hicieron, destacó todo lo relacionado con la situación: «El abastecimiento de los batallones, la ropa de los guerreros y demás… y no hay que olvidar el papel que jugaron en las redes de resistencia». . Al ser consultado sobre aquellas mujeres que estaban en el frente, sobre el papel que jugaban entre los milicianos, mencionó que eran bastante iguales en todos los ámbitos ideológicos,
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