Un ecosistema de plástico

           Por Nerea Zarza Iborra

Durante las últimas semanas hemos estado escuchando constantemente que desde el 1 de julio se iba a proceder a la prohibición de la gratuidad de las bolsas de plástico, efectivamente, desde el día 1 de julio de 2018 y tras haber sido aplazada en dos ocasiones, finalmente entró en vigor en España el Real Decreto 293/2018, de 18 de mayo, sobre reducción del consumo de bolsas de plástico y por el que se crea el Registro de Productores, de esta forma España pasa a implantar la directiva del parlamento europeo y del consejo adoptada en 2015 para la reducción del consumo de bolsas de plástico.

 

Con la entrada en vigor de esta directiva se prohíbe a todos los comercios la entrega gratuita de bolsas de plástico a los consumidores, medida que hasta la fecha sólo se hacía efectiva en las grandes superficies. La normativa establece unos plazos mediante los que se irá restringiendo paulatinamente el consumo de bolsas de plástico, es decir, a partir del 1 de enero de 2020, se prohibirán todas las bolsas de plástico salvo las compostables y las fragmentables, procediéndose a la prohibición de la totalidad de bolsas de plástico salvo las compostables a partir del 1 de enero de 2021.

Lo que se persigue con la implantación de esta normativa es reducir el consumo de plástico ya que se estima que cada español consume anualmente una media de 238 bolsas de plástico.

¿REALMENTE SE VA A PRODUCIR UNA REDUCCIÓN EN EL CONSUMO DE PLÁSTICO?

Actualmente nos encontramos ante una tendencia que va al alza, hablo del exceso de envasado de los productos, hoy en día podemos encontrar en las grandes superficies productos cuyo envasado es cuanto menos innecesario. Un ejemplo lo encontramos en las piezas de fruta envasadas individualmente, por lo que nos encontramos ante una industria que, lejos de apostar por una economía circular y de concienciación con el medio ambiente reduciendo los residuos al mínimo y favoreciendo la producción de materiales sostenibles, va sin frenos rumbo a una industria que se apoya cada vez más en la producción de plástico. Tanto es así que, según las estimaciones del informe global de tendencias de envases de Euromonitor Internacional para el año 2021 se prevé un aumento sólo en la producción de botellas de plástico que alcanzará los 583.300 millones, alcanzando la producción mundial de plástico la vertiginosa cifra de 500 millones de toneladas.

Actualmente la demanda europea de plástico es de 49 millones de toneladas al año, nos encontramos con que el 40% se compone de plásticos utilizados para el envasado, lo cual se traduce en un consumo de envases que ronda los 30kg por persona al año, consumo que se verá aumentado por el exceso de envasado de productos destinados a las grandes superficies.

UN DAÑO DIFÍCILMENTE REPARABLE

La situación es crítica, actualmente llegan a los océanos aproximadamente 13 millones de toneladas de plástico, cifra que va en aumento. Es más, Greenpeace alertó que el 96% de la basura recogida en la superficie del Mediterráneo son plásticos. Los datos son desalentadores, según la fundación Ellen McArthur para el año 2050 estaremos ante tal magnitud de contaminación, que el plástico de los Océanos pesará más que los peces que haya en ellos, lo cual no hace más que augurar un futuro muy oscuro para nuestros océanos.

Según datos de Greenpeace, “más de 550 especies de animales marinos ingieren plásticos y/o se enredan con ellos, lo que obstaculiza su desarrollo vital y en muchos de los casos causa su muerte”. La ingesta de plástico por parte de las especies marinas ha llegado a tal punto que los expertos advierten que parte de estos residuos ya han entrado en la cadena alimenticia humana, tanto es así, que uno de cada seis peces que se venden en las pescaderías contiene microplásticos en su estómago.

Lo cierto y verdad es que el plástico lo ha invadido todo, por lo que resulta necesario actuar en la raíz del problema, resultando escasas las medidas que se están implantando actualmente, ya que el consumo de plástico que se intenta reducir con la implantación de medidas como ésta, entra a formar parte de la cadena de producción como consecuencia de un mercado que dista mucho de acercarse a una economía circular y sostenible.

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