Un café con Claudio Capuano

Entrevista con Claudio Capuano, médico, Máster en Bioética y Derecho, Coordinador de la Cátedra Libre de Salud y Derechos Humanos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Autor del libro: Hijos de la otredad.

Por Manuel Sánchez-Moreno | 3/04/2025

El Dr. Claudio Capuano es médico, Máster en Bioética y Derecho, Coordinador de la Cátedra Libre de Salud y Derechos Humanos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Autor del libro: Hijos de la otredad. Este libro aborda la investigación y la memoria como construcciones de lo vivido por el pueblo argentino y del pasado durante la Guerra Civil Española. Profundiza la responsabilidad de las instituciones del Estado, el marco jurídico entre la legalidad y la ilegalidad, bajo una dictadura que impone el pensamiento y el comportamiento único, sometiendo al pueblo por el terror, el ocultamiento de la información y el silencio cómplice del destino de los niños secuestrados y desaparecidos.

Cuéntanos sobre tu trabajo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

El tema es el siguiente, yo estaba trabajando con el historiador Osvaldo Bayer desde 1994 o 1995 en la Catedra de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Letras. A partir de ahí hice un par de investigaciones. Una de ellas sobre trabajadores de la salud desaparecidos, asesinados.

En esa investigación veo que hay una médica de la Confederación Nacional de Médicos y Psicólogos Residentes, que no pudo recibir su diploma de honor porque estaba desaparecida durante la última dictadura. Esto fue en 1999. Hago todos los trámites para que lo reciba la familia. Y esto lo hacemos en una jura pública con más de 1000 personas. El diploma lo dio Osvaldo Bayer. Y fue un hecho muy muy publicitado en su momento y, a partir de ahí, se empieza a generar todo un movimiento en la Facultad de Medicina, donde pretendían armar una Cátedra Libre de Salud y Derechos Humanos. Me pidieron apoyo y que coordinase esa cátedra hasta hoy. A partir de aquí empezamos a participar en todos los programas de Derechos Humanos de la UBA (Universidad de Buenos Aires). Nuestra idea fue darle una reflexión a la medicina desde el punto de vista multidisciplinar, abarcando lo biológico, lo ideológico y la salud en la constitución del sujeto y, en ese sentido, el proceso de salud y enfermedad; viendo, con lo que nos había pasado, no solo en la última dictadura sino en toda la historia argentina, dar respuestas hacia el presente. Así que empezamos a dividir líneas de investigación en varias temáticas: una fue de producción pública de medicamentos y vacunas. A partir del año 2003 hacemos siete encuentros con la producción pública. Participamos de los debates legislativos y en el año 2011 es aprobada la Ley de producción pública de medicamentos y vacunas a instancias de la Cátedra y de toda la multisectorial que armó la Cátedra.

Lo mismo fue con la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos. Es una ley que escribimos nosotros. Y la Ley de Salud Mental, en la cual también participamos. Esto, por un lado; por el otro, teníamos acciones con aquellos médicos que cometieron violación a los Derechos Humanos, para que sean juzgados, condenados e inhabilitados de por vida.

Estas acciones fueron, por ejemplo, en el año 2003, en 2004, cambiar el Código de Ética de la Provincia de Buenos Aires, para que a los médicos condenados se les quite la matrícula, que no puedan ejercer. Así que implementamos una campaña que se llamaba “De la condena social a la condena real” y empezamos a participar en las pericias de la Ley de Hijos, aquellos que fueron apropiados durante la última dictadura para hacer la valoración del daño.

Para el 2007 y el 2008, cuando comienzan los juicios por crímenes de lesa humanidad, empezamos a participar en las pericias de aquellos genocidas represores que pretendían cumplir condena domiciliaria.

Luego hicimos varios hitos como el “Segundo Encuentro de las Lenguas” con Adolfo Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú, Betty William, tres premios Nobel, y hermanos de pueblos originarios. En diciembre de 2023 le dimos los legajos a la familia de aquellos que desaparecieron en la Facultad. Un evento que congregó a más de 1200 personas.

Participamos en varios juicios. Uno de los más icónicos es el del Hospital Posadas.

Esta es nuestra actividad. Damos también clase. Tenemos un curso de Introducción a los Derechos Humanos y Derecho a la Salud. Soy director del curso de Derechos Humanos y ética de investigación. Hicimos el curso de Pandemia, conflictos éticos y Derechos Humanos, en pleno COVID. Nuestra idea es generar un ámbito crítico de discusión a lo que es la medicina hegemónica.

¿En qué consisten las pericias que hacéis con esos médicos implicados en los crímenes de lesa humanidad?

No son sólo médicos, también exmilitares. Esas pericias surgen ante la demanda de tener reclusión domiciliaria o, por enfermedad, salir del juicio. Nosotros valoramos si procede o no. Evaluar clínicamente, psicológicamente, si están en condiciones de estar en el juicio o si las condiciones de salud permiten que cumpla condena domiciliaria.

Me contabas antes, además, que cuando hacíais esas periciales os dabais cuenta del impacto sobre la familia del victimario.

Claro, y habitualmente es gente que está sola. Los hijos no lo van a ver cuando se enteran de lo que hizo. Pasa en muchas causas judiciales. Otra cuestión es que no existe el menor arrepentimiento por lo que hicieron. Uno me llegó a decir que a él lo habían preparado para ser un héroe, y que el hijo y el nieto renegaban de su apellido.

Claudio, ¿cómo llegas al libro?

En el año 2008 me gano una beca para hacer una Maestría en Bioética y Derecho por la Universidad de Barcelona. Un grupo de compañeros me piden que les dé una charla sobre médicos que violan los Derechos Humanos. Cuando termino, se acercó una persona y me dice que en España había habido alguien que sentó las bases para la apropiación de menores. Entonces justamente empiezo a investigar y tomo ese tema, las ideas de Vallejo-Nájera, con la implementación tanto en España como en Argentina para la apropiación de menores. Aquí hay varias circunstancias que empiezan a ser comunes. Esto lo evalúo desde conceptos metodológicos, porque evaluar la historia en diferentes periodos es muy complejo; pero si bien es complejo, uno puede ver una estructura que es similar tanto en España como en Argentina.

Entonces, a partir de ahí, empiezo a investigar todo lo de España y todo lo argentino. Que no solo es España y Argentina, sino que en todo el mundo pasa esto, una de las cuestiones que veo que es muy llamativa.

Yo doy clases en la Cátedra de la Cultura para la Paz y Derechos Humanos de Adolfo Pérez Esquivel, que estudia el terrorismo de Estado. Ahí empiezo a ver que hay una ciencia que habilita el uso criminal de la medicina, el uso criminal del derecho. ¿Por qué digo uso criminal?, porque justamente es lo que habilita la violación de Derechos Humanos como herramienta para imponer políticas.

Una de las cosas que veo es que esta ciencia, tomada desde el poder, es la eugenesia. Estamos hablando de un periodo de la historia entre 1920 y 1930, con un periodo muy positivista de la ciencia. Había una cuestión racial, una cuestión de neutralidad moral de la ciencia. Se sentaban las bases de la eugenesia desde un punto de vista biológico. Lo que veo es que tanto Vallejo-Nájera como Ramiro de Maeztu, como otros de España, que algunos estuvieron acá, le dan una vuelta de tuerca.

Esa eugenesia se basaba en una línea positivista que era la biotipología. La biotipología estuvo formulada por un italiano, Nicola Pende, que dice que de acuerdo con tus rasgos vos podés hacer “tal cosa”. Imagínate que hubo cátedras de biotipología en las Facultades de Medicina de todo el mundo. Vallejo Nájera, con este grupo de intelectuales, dice que se han equivocado. El enemigo no es el diferente biológicamente, el enemigo es el diferente ideológicamente.

Entonces esa es la vuelta de tuerca que le dan, esa vuelta de tuerca se impone en el mundo, pero, además, le imponen una forma que es muy parecida a lo que es la Doctrina de Seguridad Nacional, que es una de las cosas que yo propongo en mis investigaciones. La primera experiencia de Doctrina de Seguridad Nacional fue la práctica eugenésica española, no sólo en las madres de los rojos, como decían ellos, sino que era cómo modelar la sociedad en función también de otra teoría, que era la teoría de Jean Baptiste Lamarck, que era modificar el medio ambiente. Esto es lo que hace Estados Unidos y Francia con la guerra de Indochina o Vietnam.

Empiezo a investigar sobre esto y, bueno, veo que hay muchas similitudes, pero además estuve investigando sobre hechos de Chile, de Brasil que no están en este libro, en realidad será para otro libro. La idea es el cambio de medio ambiente. Vos separás a los padres rojos de los hijos y les das una “familia de bien”. La idea es no solo cambiarles el medio, sino suprimir la identidad y perpetuar el castigo a los padres. Ponés a los hijos en definitiva en contra de sus padres.

No era casualidad que, en la guerra civil española, cuando atrapaban un ejército, hacían fusilar al comandante por sus propios soldados.

Era una reeducación.

Claro y después Vallejo Nájera hablaba de la Inquisición, la nueva Inquisición. Esa nueva inquisición en la Argentina fueron los centros clandestinos de detención.

Me ha resultado curioso que mencionases a Ramiro de Maeztu, porque tiene un nombre vinculado a la Institución Libre de enseñanza y a la II República.

Me refiero al abogado, embajador de España en Argentina durante la dictadura de Primo de Rivera. Él escribe un libro, La crisis del humanismo. El origen de todos los males está en la Revolución Francesa, con la igualdad, libertad y fraternidad. Él proponía hermandad, jerarquía.

Claudio, mencionabas que había como una estructura similar, unos patrones similares, y que se podría hablar de un proceso de reorganización nacional como un ensayo previo a lo que llegó luego aquí en Argentina como Doctrina de Seguridad Nacional.

Y la base era la eugenesia, la eugenesia ideológica, pero en realidad es el instrumento para implementar una política. Por ejemplo, hubo una apología del robo de bebés en pleno juicio por crímenes de lesa humanidad en Argentina. El represor Alberto Rey Pardellas estaba siendo juzgado por delitos de lesa humanidad en Bahía Blanca y sus diatribas confirmaban lo que dijeron siempre Abuelas. Según la justicia argentina, hubo un plan sistemático para quedarse con los hijos de los desaparecidos. Entonces lo que decía este hombre es que se apropiaban de los hijos por un sentido humanitario, y que muchos de estos, al igual que sus padres, ya tienen la sangre maldita. El gen rojo que decía el franquismo es la sangre maldita de la que se habla aquí.

¿Hablan de lo ideológico?

Sí, bueno, pero el gen rojo era una cuestión más ideológica que biológica. Desde 1920 lo que afloraban eran estas ideas nazis y racistas. Los grandes médicos se formaban en la Escuela de Berlín. Era el pensamiento hegemónico.

Aparte de Vallejo Nájera, durante el franquismo se crea toda una serie de instituciones médicas en las que se forman nuevos médicos y generaciones de psiquiatras. Después de Vallejo Nájera, ¿a quién podíamos identificar?

Vos pensá, Vallejo Nájera fue quien prologó el Código de Deontología Médica. El Código que debe seguir todo médico. Después hubo subalternos médicos. Lo que quiero decir con este libro es que hay una ciencia que habilita a esos criminales, como hoy en día hay una ciencia que habilita que en Guantánamo puedan torturar a alguien y de la cual participan médicos, psicólogos, abogados. Entonces, ese uso espurio de la ciencia se usó siempre para dominar a poblaciones.

Entonces la primera cuestión que uno se puede plantear era que antes había una cuestión racial de la ciencia, una cuestión de neutralidad moral antes de los juicios de Nuremberg, un investigador hacía lo que quería, con la excusa de la ciencia. Después esto, cambia cuando cae la cuestión racial con la Declaración Universal de Derechos Humanos, “Todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Después se empieza a ver una deconstrucción de esto que sigue hasta hoy en día, se empieza un retroceso grande con el tema de la pandemia. Un claro ejemplo fue que, en 1930, Estados Unidos estudia a la población negra, unas 400 personas al sur de Alabama en una serie de ensayos sobre la evolución natural de la sífilis, hasta que en 1940 se descubre la penicilina. La Secretara de Salud norteamericana decide ocultar esto y sigue el ensayo hasta que un médico la denuncia. Esto deriva en lo que es el informe Vermont y la pedida de disculpas de Clinton posteriormente. Estas deconstrucciones tuvieron mucha ida y vuelta y luego, con la pandemia, con el surgimiento de los nuevos gobiernos neofascistas, se ha convertido en un territorio en disputa.

Cuando analizabas todo el contexto de Vallejo Nájera y posterior, viste también un patrón vinculado a la Iglesia católica, alguna justificación moral.

Sí. La eugenesia española como prolegómeno de la Doctrina de Seguridad Nacional se basaba, como te decía, en lo ideológico, pero se basa en lo que era la Hispanidad sobre la que trabaja mucho Vallejo Nájera o Ramiro de Maeztu, entre otros muchos autores. Uno de ellos vivió mucho en Argentina, en una iglesia que está en Barracas, es el obispo Zacarías de Vizcarra, considerado impulsor del término “Hispanidad”.​ Un año antes de que triunfe la rebelión de Franco, Vizcarra es llevado a España y le dan la archidiócesis de Toledo, la más importante. Escribe un libro sobre Hispanidad y justamente lo que plantea es cuáles eran las condiciones para ser hispano, se plantea la mismidad, o sea, quiénes son los mismos y quiénes son los otros.

Vallejo Nájera hace un aporte importante, pero también empieza a ser seguido por otros aportantes. Los artículos que escribe Vallejo Nájera sobre los presos políticos (a los que les ofrecían sacarlos de la pena de muerte y darles cadena perpetua a cambio de estudiarlos) eran publicados en las revistas más importantes de la época. Esto no fue pseudociencia, esto fue una ciencia que marcó todo un periodo. La Alemania nazi tuvo un montón de premios Nobel, entre 1900 a 1940 tuvieron más premios Nobel de lo que tiene Argentina.

Avalado por la comunidad internacional que no sabía, o si sabía, lo que se estaba generando en el mundo en ese momento.

A mí me suena más a complicidad, o mirar para otro lado, que ignorancia. Hay una película que vi este fin de semana: La zona de interés, es una sociedad que mira para otro lado, ¡tremendo! Bueno, acá pasó con la dictadura.

Cuando hablamos de Vallejo Nájera y de las relaciones con el nazismo, su papel durante el franquismo, el problema que tenemos en España es ¿cómo poder reconocer estos hechos y hablar de un plan sistemático especialmente a partir de la década de los 50?, porque dicen que desde esa fecha esto ya no era así.

En realidad, uno lo tiene que ver desde el concepto de qué estructuras similares había en un periodo y en otro.

¿Te refieres a estructuras como instituciones o leyes?

Yo cuando hablo de que estructuras similares, las hay en un periodo y otro. Y esto le compete a Argentina, España, Brasil… Lo que tienes que dar primero es con la idea. ¿Cómo fue la construcción?, ¿cuál fue el proceso que se hace, la acción?, y ¿cuáles son las consecuencias?

En España hay un libro de Ricard Belis y Montse Armengou, Los niños perdidos del franquismo, que lo explica muy bien, tuvo que haber una división entre vencedores y vencidos, se marcaba así y nadie lo discutía.

En Argentina no se podía hacer eso porque era otro momento, no estaba el nazismo, que había perdido, entonces qué era, tenía que hacerse de forma clandestina, pero en estructura ni una familia (en España) ni la otra (en Argentina) sabían a dónde iba ese chico sustraído.

En España no se sabía porque había algo del Estado que era un proceso de encubrimiento con diversas leyes, pero se montaba sobre estructuras que ya venían de antes. Y seguimos hasta ahora en España, donde tenés miles de personas que no saben su origen. También en Argentina, los hijos de desaparecidos están vivos.

¿Qué consecuencias trae esto? La primera, la impunidad. Si uno se fija, hubo una estructura que se fue manteniendo en el tiempo; y esa cultura requería, para una mujer embarazada que estaba en un centro clandestino de detención, ponerle un médico que la siga, el obstetra, el neonatólogo, alguien que estaba de guardia. Si vos ves los médicos que hay enjuiciados, te das cuenta de que son muy pocos.

En España con el Pacto de la Moncloa están peleando ustedes. Pero no solo es la impunidad, sino que se cortó el vínculo transgeneracional. Es lo que quería la dictadura, y esto se ve en España y en Francia. Padres rojos engendraron hijos rojos (en España), esto lo dijo Ramón Camps. Padres subversivos engendran hijos subversivos (en Argentina). Y ahí volvés a la otra cuestión estructural que se mantiene en la Doctrina de Seguridad Nacional: el cambio del medio ambiente, modificar el medio ambiente. Si vos ves la película La batalla de Argelia, el general francés dice a la gente “estamos perdiendo la guerra, acá tenemos que modificar el medio ambiente, hay que sacar al pescado del agua”. Entonces empiezan a torturar a gran parte de la población civil para que empiece a delatar. Y, de hecho, se habla de operaciones psicológicas.

Además, todas las prácticas de Argelia luego se implementaron en el Plan Condor, quiero decir que hay también un trasvase ahí de todo esto. El hecho de que haya robos de bebés una vez muerto Franco y en plena democracia, ¿lo has estudiado tú también?

Yo eso lo desconozco, pero te puedo decir que, tanto en la Argentina como en España como en algunos países de Latinoamérica, estos robos se montaron sobre estructuras que ya estaban armadas. En el caso español se institucionaliza, en el caso argentino no. Entonces a mí no me extrañaría que esto continúe porque tiene su lógica propia. Te doy un ejemplo, hace unos 15 años atrás se me acerca un grupo de gente que se enteró que, tras el fallecimiento de los padres, habían sido adoptados y no les dijeron que no eran hijos biológicos. Desde entonces están buscando, incluso hicieron una película. Este es un hecho que se da mucho en este tipo de sociedades patriarcales, sociedades donde las mujeres están estigmatizadas.

¿Sociedades militarizadas?

No necesariamente. En lugares que, hoy en día, nos parece difícil entender que una mujer embarazada era estigmatizada y su hijo también, pero pensá hace 30 años atrás.

Una de las cuestiones que se nos exige en España en el ámbito judicial es demostrar la responsabilidad del Estado en el ‘robo de bebés’. Lo que nos dicen mucho es ¿qué documento, qué ley menciona explícitamente y autoriza este robo? Sin embargo, aquí, en Argentina, no había ningún documento y se demostró que había un plan y una práctica sistemática.

Claro, claro, justamente lo que tenés que demostrar es que había una práctica sistemática. En la última dictadura argentina se trabajó el caso de 34 mujeres embarazadas que dieron a luz, o sea, que parieron a sus hijos y luego fueron apropiados. Se trabajó el tema y se vio que alrededor del 50% se les dio una adopción legal y al restante una adopción plena, basada en una ley de la época dictatorial de Agustín Lanusse. Esta adopción plena era irrevocable y extinguía los vínculos jurídicos con la familia de origen. Esta ley se produjo cuando comenzó la lucha entre determinadas organizaciones y el Estado, los padres se tenían que ir del país y los chicos pudieran ser adoptarlos y apartados de todo vínculo. Uno lo tiene que evaluar esto como una totalidad, como que son pasos que van teniendo la forma, digamos, del aparato represivo con todas sus características que procuró el robo de bebés.

En España pasó igual con esa versión de la “adopción plena”. Además, en muchas ocasiones, se inscribían a los niños apropiados como hijos biológicos. En España, el papel de la mujer era la maternidad, entonces las mujeres que no podían tener biológicamente hijos sufrían un estigma social. Para mí esa es una de las motivaciones por la que prosiguió ese crimen más allá de la década de los 50 y en democracia.

Claro, ese es en el segundo periodo después del 50.

Y durante la transición porque hay casos en la década de los 90. Cuando no hay documentación de esto y hay un registro civil delictivo que cambia totalmente la identidad general, hay que buscar la estructura.

Yo te digo del caso argentino, buscaron la estructura y cómo se seguían esas estructuras. La primera cuestión era dónde eran atendidas las madres y por quién. Entonces se ve la maternidad clandestina. Después se ve que a ese chico lo dieron. Podía haber gente que no sabía, gente que sabía, represores. Se los localiza. Se les hace un ADN. Ven que hay una filialidad, un índice de abuelidad. Ahí tenés cerrado todo. Y después hay que ver qué se hace con el apropiador. Es un proceso complejo, pero en el caso de España estamos hablando de muchos años. Hay que ver si viven, que los que quedan son los hermanos, y cómo se hace con esto desde el punto de vista científico.

La primera cuestión que ves es, desde la estructura, una planificación. Esa planificación se mantiene en el tiempo. No es que en un centro clandestino de detención se quedaron con cuatro y después no pasa más. Se mantiene en el tiempo. Después ves una sistematicidad.

Hay un patrón.

Claro, un patrón que es sistemático, de estructura. Pero uno tiene que buscar eso siempre.

Ese patrón se demuestra en el caso del franquismo, básicamente por los testimonios de las víctimas.

Tal cual. Y después que demostrás ese patrón, tienes que empezar a localizar a los desaparecidos. Es un proceso muy traumático, pero reparador, sanador. El ver tu origen es ver que viviste una vida de mentira, pero no sólo con vos, sino con tus hijos. Te hago un ejemplo fácil: vos vas al médico y te pregunta por tus antecedentes familiares. ¿Qué antecedentes familiares tenés? No sabés. Te llena de angustia.

¿Qué vinculación ves tú de todo esto con la violencia obstétrica y con la violencia de género? Porque al final desde la Asociación “Todos los niños robados son también mis niños” lo vemos como algo enmarcado en una cuestión de género. Lo hablaba ayer con Ana Martínez, otra compañera de la Asociación que es antropóloga y trabaja temas de medicina, como el extremo de una violencia obstétrica llevada al histrionismo, al extremo totalmente.

Sí, a ver. El modelo médico es un modelo hegemónico, basado en el autoritarismo, la medicalización, en algo muy arbitrario, es un modelo donde los jefes son considerados como militares, y entonces se fue adaptando. Esto lo trabajó Eduardo Menéndez, un antropólogo argentino radicado en Brasil muy importante.

El tema, además de plantearlo desde el positivismo, uno lo tiene que ver desde la cultura patriarcal donde la mujer es un ser inferior, etc. Vallejo Nájera era el mayor representante de lo que era el modelo médico hegemónico. Cuando el médico decía “tal cosa”, eso no se podía discutir. Hoy en día, con los sistemas nuevos, médico y paciente tienden a la autonomía: “Sí, bueno, mira, te voy a hacer esto, qué te parece”. Lo mismo pasa con lo obstétrico. Ahora, con lo obstétrico hay otras aristas. Vos pensá que no estás atendiendo a un paciente, estás atendiendo a alguien sano, en su gran mayoría, de las cuales entra una y salen 2 o 3. Pero ese modelo médico hegemónico y autoritarista se mantiene, pero se mantiene también desde lo estructurado.

En este caso no te hablo yo tanto de Vallejo Nájera en ese momento. Esto es más ontológico, que viene de una estructura. El médico es víctima y victimario. Víctima, porque a vos te ponen en una guardia donde vas a estar 24 horas, vas a atender a 300 pacientes y a las 11 o 12 de la noche, cuando estuviste todo el día, lo que más se parece a un paciente es un enemigo. ¿Por qué digo que es víctima y victimario?, porque el médico, en vez de resolverlo agremiándose, peleándose por mejores condiciones, es incapaz de hacerlo. ¿Qué va a hacer entonces? “Vamos a una cesárea y cállate la boca”.

El modelo de Vallejo Nájera plantea una división grande. Como diría hoy en día el Presidente de Argentina, está la sociedad de bien y la otra sociedad.

Entonces uno tiene que ir tomando todo eso y vas viendo qué es lo que cambió, que es lo que no cambió, y no es casual que cuando uno está pidiendo justicia, porque no pide venganza, justamente los que salen a criticarte son los que justamente piden esconder a los criminales, no decir, no hablar.

¿Y qué enseñanzas del caso argentino con el tema del ‘robo de bebés’ podemos extrapolar o podemos aplicar al caso español? ¿Qué tenemos que aprender?

Mira, después de lo de Milei, yo no digo nada que haya que aprender. Yo lo que sí creo es que la única fuerza que tenemos nosotros es la verdad, la memoria y la justicia. No hay otra cosa. Y a partir de ahí, discutir. Cada vez hay medios más sofisticados de ciencia que nos permiten, digamos, plantear y darle un punto de vista positivo a las cosas que estamos planteando.

Mencionabas antes que el prólogo del libro te lo ha hecho Soledad Luque, Adolfo Pérez Esquivel y un médico, un científico.

Un médico italiano que es amigo de la Cátedra, un gran médico y el director del Instituto Farmacológico “Mario Negri”, que es el actual presidente del Tribunal Permanente de los Pueblos, el doctor Gianni Tognoni. Con él compartimos desde la Cátedra el tema de producción pública de medicamentos y el tema de los médicos que violan Derechos Humanos.

¿Qué podemos hacer desde la Asociación en relación con tu Cátedra?, ¿cómo podemos retroalimentarnos y seguir trabajando entre Argentina y España?

Una de las cosas que habíamos hecho, que fue muy, muy positiva en época de pandemia, no sé si te dijo Sol Luque, es que teníamos zoom virtual en los lunes. Yo creo que tenemos que aprender los unos de los otros. No hay que ponerse “desde uno que sabe al otro” porque, repito, después de Milei no estamos para enseñar. Bueno, lo único que puede enseñar uno es la resistencia, que ustedes también saben mucho.


Manuel Sánchez-Moreno es Profesor de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) e Investigador integrante de la Asociación “Todos los niños robados son también mis niños”.

Entrevista en Buenos Aires el 25 de marzo de 2024, realizada por MANUEL SANCHEZ-MORENO, profesor de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) e Investigador integrante de la Asociación “Todos los niños robados son también mis niños”.

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