Un año de reforma laboral

Frente al éxito de las medias progresistas quienes defienden el reparto injusto de la riqueza, quienes trabajan para aumentar las desigualdades (la derecha y la ultraderecha) se dedican a hacer ruido para falsear los resultados incontestables de la reforma.

Por Mari Ángeles Castellanos

Las circunstancias vividas estos años han sido sin duda excepcionales, lo que menos hemos vivido ha sido la normalidad y en esta excepcionalidad estamos comprobando que existen mecanismos para tomar decisiones y proteger vidas y empleos.

Respecto al empleo y centrándonos en los datos de España, 2022 ha cerrado con 15.822.536 afiliaciones al Régimen General de la Seguridad Social, aquí se encuentran las personas asalariadas, si comparamos estos datos con los previos a la pandemia (diciembre de 2019) el incremento de empleo asalariado ha sido del 6% con 920.977 afiliaciones más.

Es muy positivo que con una pandemia y una situación internacional afectada por el impacto de la guerra en Ucrania se esté creando empleo y sin duda esto no sería así sin las decisiones políticas que se han tomado estos años, decisiones encaminadas a proteger el empleo y a las empresas durante la pandemia con medidas como los ERTES y las ayudas directas a las empresas que han permitido mantener el empleo y que las empresas no tengan que cerrar lo cual ha facilitado su reactivación una vez superada la etapa más dura de la pandemia y también han posibilitado el periodo de expansión en el que ahora nos encontramos.

Pero no solo se crea empleo sin más, este empleo está siendo indefinido, en este caso gracias a la reforma Laboral aprobada en el 21 fruto del diálogo social.

Solo tenemos que volver a los datos de afiliación a la Seguridad Social para verificar el éxito de la reforma, así, si comparamos nuevamente los datos de diciembre del 22 con los de diciembre del 19 hay 1.611.109 afiliaciones más con contrato indefinido a jornada completa. Un incremento de más de un millón y medio de empleos de calidad en un periodo tan convulso como el que hemos vivido, en términos porcentuales esto supone un crecimiento del 22%.

Conviene tener muy presentes estos datos, el empleo de calidad ha crecido un 22% respecto a las cifras previas a la pandemia, este crecimiento no es casual, este crecimiento tiene un componente ideológico determinante, este crecimiento no habría existido con gobiernos de derecha o de ultraderecha. Las políticas progresistas, el dialogo social, la fuerza sindical, la mayoría ciudadana que ha elegido progresismo, han sido determinantes e imprescindibles para un crecimiento del empleo de calidad del 22% con una pandemia brutal y una guerra de por medio.

La juventud se ha visto especialmente favorecida por este impulso del empleo de calidad, el empresariado ha tenido la mala costumbre de dar un acceso precario al empleo a las personas más jóvenes, una precariedad marcada por la temporalidad que no estaba justificada, por eso, cuando se pone en marcha la última reforma laboral, las personas más jóvenes (hasta 24 años) han pasado de las 149.339 afiliaciones indefinidas a jornada completa en diciembre de 2019 a las 309.067 de diciembre del 22 lo que supone un incremento del 107%.

Frente al éxito de las medias progresistas quienes defienden el reparto injusto de la riqueza, quienes trabajan para aumentar las desigualdades (la derecha y la ultraderecha) se dedican a hacer ruido para falsear los resultados incontestables de la reforma, así hablan de los fijos discontinuos y de unos supuestos cambios que no son tales, bien, pongamos cifras a los fijos discontinuos, en diciembre del 22 había 833.648 personas fijas discontinuas afiliadas a la Seguridad Social, en este mismo mes las indefinidas a jornada completa rozan los 9 millones, con estas cifras está todo dicho respecto a este intento de manipulación.

Obviamente al conjunto de la derecha española no le gustan estas reformas y su comportamiento hipócrita les lleva a inventar falsedades para atacar las medidas progresistas. No les gustan estas medidas no porque estén preocupados por la ciudadanía, simplemente no les gustan porque suponen un reconocimiento de derechos a la mayoría social, a la clase trabajadora y por tanto suponen un avance en el reparto justo de la riqueza generada, un avance en la reducción de las desigualdades y eso es lo que no quieren, los poderes económicos a los que defienden quieren seguir acumulando rentas y riqueza a costa del trabajo, y como estamos viendo en los últimos meses, también a costa de las subidas desorbitadas de precios y de su negativa a subir salarios.

Estamos en un año electoral y es esencial tener claro lo que suponen las distintas opciones políticas. Cuando se habla de despojar de ideología alguna acción de gobierno se está mintiendo, toda acción en la mediada en la que supone una elección, tiene una carga ideológica. Con frecuencia quienes usan este argumento pretenden el inmovilismo, que nada cambie, que no se reconozcan derechos, que no se acaben las desigualdades.

Volviendo a los datos podemos comparar los resultados de las políticas de derechas en la crisis del 2008, por cierto una crisis causada por el capitalismo salvaje, bien, cuando los efectos de las políticas de recortes que se estaban aplicando en España estaban en marcha apenas había 12 millones de personas afiliadas al Régimen General (RG) de la Seguridad Social y de estas poco más de 6 millones tenían un contrato indefinido a jornada completa, a finales del 22, con políticas progresistas, hay 15.822.536 afiliaciones al RG, casi cuatro millones de personas más trabajando gracias a políticas marcadas por una ideología progresista, y si comparamos la calidad del empleo, frente a esos 6 millones de empleos de calidad existentes a finales del 13, a finales del 22 se rozan los 9 millones de afiliaciones indefinidas a jornada completa. No podemos olvidar la historia económica porque nuestro futuro va a ser muy distinto según quien tome las decisiones.

Y lo que nunca debería olvidarse es que el verdadero poder está en la mayoría social, si no fuera así no habría tantos intentos de manipular desde los diferentes espacios que ocupan las élites económicas, no se invertiría tanto en engañar al pueblo para que vote en contra del pueblo.

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